Demasiado tarde
El alzhéimer de su madre empeora y ya no le visita en la cárcel. Ahora, cuando hablan por teléfono, la anciana repite sin cesar que va a darle la paga para que se compre sus cromos en el kiosco, en lugar de traer a casa todos los de los demás.
El muchacho ya apuntaba maneras. Me ha gustado.Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias Smokey. Me alegra mucho que te haya gustado. Un abrazo.
EliminarSomos frágiles, como la memoria que nos sustenta, como la simple inercia de ser consecuencia de lo ya vivido, como la libertad, esa que falta a tus protagonistas, ambos encerrados: una en sí misma, el otro en un destino forjado antaño, en otra época a la que, sin embargo, con su presente dañado, la madre vuelve al rincón intacto de su pasado donde pudo enderezar lo que hace tiempo se torció.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho cómo has contado la historia, Jero. Está repleta de matices que se despliegan sobre un texto más frondoso de lo que parece. Enhorabuena.
Un saludo.
Te agradezco mucho tu comentario Antonio. A veces los micros quedan demasiado crípticos y el afán de minimizar el texto dificulta su comprensión. Me alegra mucho que hayas capturado los matices que yo sugería y que hayas descubierto tanto en tan poco espacio. Un fuerte abrazo
EliminarHola, Jerónimo.
ResponderEliminarGran texto el tuyo. Nunca es tarde si la dicha es buena, pero en el micro parece que va a ser que no. La madre en esa prisión de la desmemoria y el hijo, con tendencias delictivas desde la más tierna infancia, en la prisión enrejada de la cárcel, por méritos propios, seguro. La enferma anciana, casi demenciada, sin haber sabido o podido educar a su hijo debidamente, viuda quizá a edad temprana, o aabandonada por el marido, o madre soltera, conserva ese respeto por los demás y sus propiedades: los cromos, que justamente la retrotraen a esa infancia llena de hurtos del hijo. A ese punto cero donde volver a empezar. Un abrazo.
Gracias Eduardo. Qué sugerentes interpretaciones! Abres todo un mundo de un personaje enfermo cuyo pasado es un enigma por desvelar.
EliminarUn gran abrazo
La memoria de la madre flaquea, como consecuencia de una de las enfermedades más terribles; pese a ello, hay algo que tiene bien grabado, un detalle que podría parecer nimio, pero es clave, pues refleja la preocupación fundada ante la actitud de su hijo, la que luego le llevó por el peor camino.
ResponderEliminarHay frases hechas que parecen encerrar sabiduría dentro, pero son falsas y engañosas, como esa de que "hay tiempo para todo", o la que dice que "nunca es tarde". Tu relato refleja que la última no siempre se cumple, como bien indica el título.
Un relato bien llevado y con un mensaje nítido sobre las tendencias en la infancia y la educación de los padres.
Un abrazo, Jero
Muchas gracias Ángel por tus jugosos comentarios. Quizá las palabras de la madre devuelvan a la infancia, en todo lo que de bueno e inocente tiene, al hijo cuando salga de la cárcel.
EliminarUn fuerte abrazo
Un pasado desdibujado por la falta de memoria del personaje invita al lector a participar activamente, a imaginar la historia de un ayer... para el que el hoy se antoja "demasiado tarde" (magnífico título).
ResponderEliminarBuen micro. Saludos.
Muchas gracias. El olvido del presente empuja directamente al pasado lejano y a preguntarse por cómo se desarrolló toda una vida. Un gran abrazo
EliminarJero, un relato excelente. Esa madre que aquejada por esa cruel enfermedad está encerrada en una nebulosa de recuerdos. El hijo encerrado por su mal hacer. Y como muy bien titulas ya es demasiado tarde para lograr una solución. Y dentro de todo veo un relato lleno de mucha sensiblidad.
ResponderEliminarEnhorabuena, Jero.
Un abrazo.
Gracias Javier por tu comentario y por tu sensibilidad. Una historia dentro de otra dirigida al pasado y a toda una vida. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarMe ha conmovido tu relato por ese paralelismo entre la ausencia de libertad y de realidad. A pesar del olvido, el inconsciente no ha borrado el germen de delito del hijo. Su madre es lo único que recuerda.
ResponderEliminarSuerte y un abrazo, Jerónimo.
Gracias María Jesús, disculpa la demora de mi respuesta. Me encanta tu interpretación de las dos ausencias. Un abrazo grande
EliminarDentro de toda esa confusión mental en la que vive la madre, permanecen intactos ciertos conceptos sobre la conducta humana aplicables a cualquier momento de la vida de su hijo.
ResponderEliminarGran y original planteamiento contado con mucha sensibilidad.
Enhorabuena, Jero.
Un abrazo.
Muchas gracias Enrique. Me alegra que te haya gustado. La enfermedad y la cárcel son dos realidades muy duras y aquí solo he plasmado una mirada amable.
EliminarUn fuerte abrazo
Llevo ya leídos cientos de maravillosos micros en esta página y todavía me sigue admirando que se pueda decir tanto en un texto de tan solo cincuenta palabras. Te han bastado un par de pinceladas para trazar a tus protagonistas. Felicidades, Jero. Un beso.
ResponderEliminarEres muy amable. Son dos personajes con mucho fondo y una historia profunda quizá para otra narración más larga?
ResponderEliminarUn beso enorme
Nuestras acciones del pasado van cimentando los barrotes del futuro. El olvido es la cárcel de la memoria y, tal vez, su madre le brinda una oportunidad, un punto de inflexión en su camino. Excelente relato, Jerónimo. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Salvador, un comentario muy profundo que me da una nueva perspectiva, el olvido como cárcel de la memoria es otro microrrelato en ciernes. Un fuerte abrazo
EliminarPlas, plas, plas. Simplemente genial es lo que me ha parecido tu relato. Es de los que me hubiera gustado escribir yo.
ResponderEliminarEnhorabuena, Jero.
Un abrazo.
Muchas gracias Isidro! Recibiendo palabras tan amables es una gran alegría escribir. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Isidro, a mí también me hubiera gustado escribir tu micro. Esa madre desmemoriada nos revela con sus palabras la preocupación que siempre ha sentido por las prácticas del hijo. No se habla del padre en ningún momento, lo que hace suponer que la madre estaba sola con él. En esa casa no estaban para cromos, así que el chico los conseguía a su manera. Y el que se acostumbra a robar cromos de niño, puede acabar siendo un ladrón de adulto. Muy buen micro, Jerónimo. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias Juana. Es un gran honor que lectores tan sabios valoren así mI relato . Un gran abrazo
EliminarEn una palabra: magnífico. Dos vidas atrapadas en un pasado, el pasado en el que "vive" la madre. Dos vidas atrapadas en un presente que podría haber sido otro de no haber estado condicionado por ese pasado.
ResponderEliminarAplausos cálidos nuevamente... Esta mañana ya te dejé otros en otro micro ;)
Muchas gracias Gladis eres muy amable. Me alegra mucho que te haya gustado. Un fuerte abrazo y gracias por todos tus aplausos.
Eliminar