El café más amargo
Cada día, después de comer en el bar, dejaba pagado un café para él, con propina para que el camarero se lo acercara hasta el portal.
Hoy sería diferente. Se lo llevaría él mismo y le diría: "Perdóname, papá".
—Lo siento, señor. ¿Le conocía? Anoche se lo llevó el forense.
—Lo siento, señor. ¿Le conocía? Anoche se lo llevó el forense.
Hola, Sonia.
ResponderEliminarSí que era amargo ese café, sí. Justo cuando e iba a pedir perdón, se chafaron sus buenas intenciones. Es verdad, qué mal sabor de boca le queda a uno, cuando, cargado de buenas intenciones llega a destiempo. Buena propuesta. Un beso, y feliz todo para ti siempre.
Muchas gracias por tus palabras, Eduardo. Más amarga era la historia real en la que está basado el relato, precisamente porque fue real. La vida tiene estas cosas. Un abrazo, Eduardo.
EliminarMuy amargo. Nos desplomas con el final. Un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias por comentar, Maite. Como le he como le he dicho a Eduardo, el relato está basado en un hecho real, aunque lo he variado un poco para que cupiera en cincuenta palabras. Un beso, Maite.
EliminarPrecioso relato en cincuenta palabras, lleno de contenido, sentimiento y dolor. ¡Enhorabuena, Sonia. Un beso!
ResponderEliminarMuchas gracias, Rosina. Un beso también para ti.
EliminarMuchas veces esperamos demasiado a dar el primera paso hasta que ya es tarde. Un micro amargo, sin duda, más sabiendo que es una historia real. Felicidades, Sonia. Un beso.
ResponderEliminarEs una historia muy parecida a la verdadera, efectivamente. Muchas gracias por comentar, Matrioska. Un beso.
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