El doctor Jekyll y el ratón (Adicciones III: Porno)
El semen desbordaba el clínex pobremente doblado cuando escuchó la puerta. De pronto, la chavala del vídeo le produjo auténtico asco.
Apenas pudo colocar su desconcertado pene a cubierto y clicar en el Buscaminas. Simulando sonarse la nariz, trató de amortiguar ante su hija los gemidos que emitían los altavoces.
Escrito por Álex Garaizar
Apenas pudo colocar su desconcertado pene a cubierto y clicar en el Buscaminas. Simulando sonarse la nariz, trató de amortiguar ante su hija los gemidos que emitían los altavoces.
Adicción y disimulo. De puertas adentro, una práctica vergonzante, al menos, delante de su hija, tiene el pudor de ocultarlo. Dñoctor Jekill de cara a la galería, mister Hyde para la intimidad.
ResponderEliminarCuentas sin tapujos lo que tu protagonista trata de esconder a toda costa, valiente tú, como toda esta saga.
Un abrazo, Álex
Tu relato arranca en lo peor, en el momento en que se acaba el placer y empieza, si se dan las circunstancias substancias precisas, el sentimiento de culpa, el de frustración e incluso de asco, por no hablar de la segura y profunda vergüenza de ser sorprendido en un acto así por tu propia hija. Quizá la principal diferencia entre algo eventual y algo adictivo es que lo segundo comienza a llamar la atención tarde o temprano. Con todo, a pesar de lo embarazoso de la escena, nos dejas una sonrisa con ese segundo uso que tu personaje le da a un mismo clínex.
ResponderEliminarComo es de esperar en ti, una historia en la que nada está porque sí, y con más miga de lo que aparenta en un principio.
Enhorabuena, Álex.
Un abrazo.
Mi comentario no pasaría el control antidopaje, con esas "substancias" de las que yo no sé nada, :).
Eliminar¡Ay!...los malditos convencionalismos, que no nos dejan disfrutar de algo tan placentero,normal y necesario, sin provocar ese sentimiento de culpa. Lo de los hijos es algo que siempre condiciona je je je, sin o con pareja.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, Alex.
ResponderEliminarEl disimulo de lo que no tendría por qué tenerlo. Los oscuros tabúes del sexo en su dimensión más intensa. Y ese arraigado sentimiento de culpa que suscitan determinadas prácticas sexuales del sexo con uno mismo. Un texto hondo escrito con agilidad. Enhorabuena. Un abrazo grande.
Qué texto más estupendo, ¡menuda cara se le quedaría a la hija al entrar y encontrarse a su padre en plena tarea! Ya se preocupó él de disimular. Cosas de lo más naturales pero que jamás de los jamases, hacen los padres de uno. Eso solo les pasa a los demás. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Vaya visita más inorportuna!
ResponderEliminarAunque creo que si hablamos de "adicciones" será porque el hombre no puede esperar a encontrar un momento donde la aparición de la hija sea impensable.
Como penitencia tiene que poner la nariz en ese pañuelo y quizá cambiar el ratón para que le funcione el paso del vídeo al juego con el primer clic.
Un beso.
Carme.
Capitán, este te ha quedado de lo más explícito. Con las vergüenzas al aire de la red, ni más ni menos...
ResponderEliminarUn abrazo, Álex. En abril, relatos...
¡Muchas gracias a todos! Con este me ha quedado una sensación un poco amarga. Explícito tenía claro que debía serlo, pero es cierto que no consigo transmitir la sensación de adicción. Para eso lo tendría que haber enfocado de otra manera; aquí la idea era expresar cómo el padre no espera a quedarse a solas y lo absorbe el porno. Lo que sí que tengo claro son dos cosas: que hay que normalizarlo (ahí están las estadísticas) y que tiene un poder y unas consecuencias mucho mayores de lo que normalmente se cree. ¡Un abrazo a todos! (bueno, uno para cada uno).
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