Lindísima
Al despuntar un nuevo día, y con los primeros rayos de sol regalando su placentera calidez, se despereza. Ufana, despliega y mece sus bellos pétalos acampanados de un intenso escarlata aterciopelado. Rodeada de acres de espigas pardas de centeno, destaca. Eso piensa el labriego que, rudo, la arranca de cuajo.
Escrito por Matrioska - Web
Matrioska, pobre amapola, un final muy triste.
ResponderEliminarHas escrito un bello relato, lleno de lenguaje poético, en donde sin nombrarla en ningún instante, la protagonista aparece como tu título, lindísima.
Muy bueno, Matrioska.
Besos.
Es lo que tiene destacar donde no se debe, corres el riesgo de no ser bien recibida. :) Muchas gracias, Javier y un beso.
EliminarA veces destacar trae eso consigo.
ResponderEliminarRechazo, envidia...
Un muy buen micro.
Como dices, depende de dónde te encuentres es mejor intentar pasar desapercibido. Muchas gracias por tu lectura y comentario, María, y un saludo.
EliminarEsa amapola se encontró, por desgracia, con la ruda "realidad" de la vida. ¿Por qué para sacar provecho de algo, debemos destrozar lo que lo rodea, siendo eso, en ocasiones, lo que da o puede dar sentido, con su presencia y belleza, a la vida? Buen relato, Matri. Suerte y un beso.
ResponderEliminarEn este caso la amapola se aprovecha de la tierra de cultivo de centeno para lucir palmito. El labriego solo ve una mala hierba que se alimenta de los nitratos destinados al cereal. Muchas gracias, Jesús, y un beso. Cuidarme a Maitechu. ;-)
EliminarHola, Matrioska.
ResponderEliminarVaya hermosísima metáfora de la belleza, aplicable a la mujer, que te has sacado del teclado. En una canción se hablaba de "Amapola, lindísima amapola...", no me recuerdo quién la cantaba. Todo, en la vida, tiene su ventaja y su desventaja. Ser lindísima, muy bella, depara privilegios, atenciones, solicitudes, pero puede traer desgracias también, como le ocurre a la amapola con ese ser tan rudo, tan falto de sensibilidad. Has escrito el texto de una manera exquisita, sublime. Sin paliativos. Mi más mayor muy enhorabuena, un beso y feliz todo para ti siempre.
Hola, Eduardo. De esa canción he sacado el título. Si a la infancia se le pudiese poner banda sonora, la mía sería, gracias a mi abuelo, todo el repertorio de Alfredo Kraus, Jorge Negrete y, sobre todo, sobre todo, el del incomparable Luis Mariano. :)
EliminarLa belleza es tan subjetiva que no se debería alardear de ella, lo que para unos es un motivo de felicidad descubrir las primeras amapolas en el campo, para otros, como el sufrido labriego, no es más que un fastidio porque es una mala hierba nociva para su cultivo. Agradezco mucho tus palabras, es un placer contar siempre con usted. ;-) Un beso y mucha felicidad para ti también.
https://www.youtube.com/watch?v=ieLhgvkgBIk&list=PL51dP5Kw93duTZYOKZKgeBaWY0r3k_E8r
Ya lo he visto. El grandísimo Alfredo Kraus. Gracias por el enlace. Un beso grande.
EliminarMatrioska, me he permitido leer todo lo que has publicado en cincuenta después de hacerlo con este último (veinticuatro con este para ser exactos) y puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que siempre cumples las expectativas. Ni uno de los que has enviado te ha salido mal. Eso, además de constatar que eres una excelente escritora, también me dice que guardas un gran respeto por nuestra comunidad, pues todas las palabras que echas a volar por aquí, son tan lindas como esa flor que tiene un final tan brusco, y es que lo bello sirve para lo que sirve, o cada uno ve la belleza desde su punto de vista, como ese labriego al que lo que le gusta es la uniformidad de su sembrado.
ResponderEliminarTambién he meditado, tras leer todos tus micros, que en esta época en la que se está poniendo de moda lo de publicar libros de microrrelatos, que si viera en alguna librería uno firmado por ti sin duda me lo compraría. A estas alturas te puedo decir que estás en mi top ten de esta página y que no sabes lo que me alegra que hayas vuelto para quedarte.
El Núñez que hace los peores relatos de la familia. 😘
Como normalmente no comento porque me cuesta hacerlo con cierta elegancia, suscribo al 100% lo dicho por Pablo.
Eliminar¡Primo, esto no se hace! Por un lado has hecho que se me salten las lágrimas, y por otro, has reventado la báscula, la de la felicidad. No entro por las puertas. ¡Con lo que cuesta a ciertas edades perder volumen! En serio, tus palabras significan mucho para mí, más de lo que podrías imaginar. Tuya fue la primera bienvenida cuando llegué aquí muerta de miedo, y lo que no sabía, es que, detrás de esa foto de perfil tan asociada ya a ti (me encanta que la hayas recuperado) estaba una grandísima persona que iba a dar mil vueltas al que para mí siempre fue mi perdición, el perfecto señor Grant. ;-)
EliminarRespecto al respeto que tengo al grupo, no lo dudéis ni un segundo, el vínculo cincuentista es real, y mi cariño y agradecimiento a todos y cada uno de los que lo integran no puede ser más sincero. Mi relato no entró en febrero por los pelos, pero aquí seguiré dando guerra cada mes. Y, bueno, lo del libro creo que lo dejaré para mi cuarta o quinta reencarnación.
Un beso enorme, Pablo, y muchas gracias de nuevo por tu cariño. ¡Ah, y que sepas que Nuño hizo a todos sus hijos igual de macanudos! ;-)
:) Y yo me alegro de que hayas hecho una excepción, aunque elegancia a ti te sobra. Te digo lo mismo que a Pablo, Ignacio, vuestras palabras significan mucho para mí. Muchas gracias y un gran beso.
EliminarTu protagonista es un hombre rudo, como tú misma lo defines, adaptado a las duras condiciones del campo, no siempre idílico y grato. La naturaleza, de vez en cuando, regala un capricho bello y efímero, que podría ser una definición de flor, que no pasa desapercibida para ese hombre al romper su monotonía, pero a la postre, es su carácter práctico el que impera y la siega como si se tratase de una mala hierba. Al igual que sucede con todos los seres vivos, nacer en el lugar y momento adecuados tiene su importancia.
ResponderEliminarTu relato es un buen ejemplo de cómo una pequeña escena cotidiana puede convertirse en una historia que merece contarse.
Un abrazo, Matri
Así es, el labriego lo único que hace es deshacerse de lo que para él es una mala hierba que perjudica al cultivo que tanto trabajo le cuesta sacar adelante. Si la espiga de centeno se colase en un ramo de amapolas para colocarlas en un jarrón, también acabaría en la basura. Un abrazo y un beso grande, Ángel.
EliminarMatrioska, no te ha hecho falta nombrar a tu protagonista, con tus palabras es suficiente para saber que describes a un preciosa amapola. El problema es que cuando destacas sobre la uniformidad siempre surge la mano que no lo puede soportar y te arranca de cuajo.
ResponderEliminarExcelente metáfora de la vida. Me ha gustado mucho.
Besos apretados.
Tienes razón, Pilar, a la envidia no le gusta que otros destaquen, aunque en este caso es la protagonista la que debería, por su bien, pasar un poco más desapercibida entre las espigas de centeno. Muchas gracias, guapa, y un beso grande.
EliminarNo, no son solo palabras. Es música de vida que rompe en trágico arrebato.
ResponderEliminar¡Sublime Matrioska!
Un abrazo
Y si quien lo dice es, nada más y nada menos, que el señor Bocanegra, yo ni rechisto. ;-) Muchas gracias, Manuel. Un abrazo fuerte.
EliminarOh, Matrioska, qué preciosidad de relato. Es como una sinfonía de palabras que se enzarzan una a una para dejarnos flotando en ese pozo de tristeza. Melancólico relato. Me ha gustado. Muchos besos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmen, aunque creo que casi fui yo más ruda y brusca que el labriego. :) Un beso grande.
EliminarNada de comentario más largo que tus cincuenta con ingenio para no repetir lo que otros han escrito. Sencillez. Me rindo al aparente candor de tu historia y a esos pétalos que brillarán este mes, seguro. Un abrazo.
ResponderEliminarPreciosa palabra, “sencillez”. Muchas gracias por tus palabras, Cristina, y un abrazo.
EliminarEsta lindísima amapola es símbolo de belleza. De la belleza artística, añadiría. Y en la dicotomía 'ars / natura' el labriego se inclina por una realidad práctica, desprovista de la visión estética. No se le puede reprochar. A cada cual lo suyo. Ya plasmará el artista su belleza.
ResponderEliminarHermoso micro, Matrioska, que admite más de una lectura. Felicidades y besos.
No te diría yo que el labriego no admire la belleza de la amapola en un jarrón, donde nunca lo podrá hacer es en sus campos, sabiendo que, para que ella luzca hermosa, su cultivo se debilita. Un beso grande y muchas gracias, Carmen.
Eliminar¿Qué puedo decirte después de comentarios tan hermosos de los compañeros? Estoy de acuerdo con ellos en todo.
ResponderEliminarA mi me recordó esas historias de dioses que siempre hacen lo que les da la gana. ¿Y si a la amapola la cambiamos por una hermosa y virginal jovencita?
Juega con sus compañeras al escondite. Zeus, entre las nubes pasea medio aburrido, la ve y queda prendado. Disfrazado de labriego se acerca ella y le arranca su belleza sin piedad.
!Enhorabuena, lo has bordado! Llegas al corazón con cada relato y todo es visual y llenos de sentimientos.
Bicos a esgalla.
Pues te ha quedado un relato de lo más chulo, Maite. ¡Qué imaginación! :-) Muchas gracias y muchísimos besos, lindísima margarita.
EliminarLa belleza, como diría Einstein, es relativa y diferente según el observador. La amapola se recrea en su hermosura, pero para el labriego es mala hierba que molesta a sus adoradas espigas. Muy bueno, Matrioska. Un abrazo.
ResponderEliminarAsí es, Salvador, además, hay que saber cuándo y dónde desplegar los pétalos. :) Un abrazo y muchas gracias.
EliminarTu relato me ha recordado a Harry Poter. El sufrimiento de las plantas, que aparentemente no sienten cuando se les arranca de la tierra. Para tenerlo en cuenta en el futuro.
ResponderEliminarHas mezclado la delicadeza de la flor, con la rudeza de la mano humana.
Suerte Matrioska, un abrazo.
Como seres vivos seguro que sufren, aunque algunos piensan que como no gritan ni se quejan no lo hacen. :) Muchas gracias, María Jesús. Un abrazo.
EliminarEn ocasiones, la virtud se convierte en motivo de perdición. Ésta es una de las múltiples lecturas de tu fabuloso relato, Matri, pero es la forma de tu descripción la que atrapa con sus contrastes, la que nos acuna primero con el viento y sacude luego con la violencia práctica del labriego. La que pinta de rojo sobre pardo la suavidad de la lectura, la que, de nuevo, nos deja a los pies de tu punto final.
ResponderEliminarExtraordinario, compañera.
Un fuerte abrazo.
Antonio, tú sí que eres un ser colmado de virtudes, y entre todas ellas, una de las que más destaca es tu generosidad. ¡Eres un grande! Muchas gracias y un abrazo fuerte de vuelta para ti y mándale otro grande de mi parte a Aurora.
EliminarMe encanta esta fóemula de presentar una situación y dejar que cada uno reaccione ante ella según su modo de verla o sentirla. Para mí es un retrato de la realidad, cruda tantas veces, en cualquiera de sus dos lecturas, directa o metafórica. Creo además que lo has contado con esa precisión y belleza que caracteriza a todo lo que escribes. Enorme propuesta, en resumen. Solo le diría a esa pobre amapola que lo siento mucho, pero que las circunstancias no le eran muy propicias. Pobre.
ResponderEliminarEnhorabuena, Matri.
Un abrazo.
Seguro que la amapola hubiese durado más en el linde del cultivo, pero claro, no hubiese lucido igual de hermosa. ;-) Muchas gracias, Enrique. Un abrazo fuerte.
EliminarTu relato luce hermosísimo como la flor de la que habla. Con un lenguaje empapado de poesía nos traes el esplendor y muerte de la bella protagonista. Además, aleccionador. El rudo gesto del labriego tiene su porqué. Según he leído, estas flores absorben los nutrientes de los cereales que las rodean, y sus semillas se extienden con muchísima facilidad. Y también tu micro es una estupenda metáfora de muchas situaciones reales. Destacar entre los demás, a veces tiene un alto coste. Igualmente da vida al refrán "no es oro todo lo que reluce", si lo vemos desde el lado de sus efectos perniciosos para los cultivos. Bueno, Matrioska. Felicidades y gracias por esta joya en forma de amapola. Un beso.
ResponderEliminarHay situaciones en las que debemos saber cuál es nuestro sitio, más que nada por las consecuencias que nos puede acarrear no hacerlo. Muchas gracias a ti, Juana, por tu lectura y comentario, y un beso grande.
EliminarPrecioso relato, Matrioska. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn abrazo y suerte.
Muchas gracias, Isidro. Otros abrazo fuerte de vuelta.
ResponderEliminarUna metáfora hermosa, llena de poesía,
ResponderEliminar¡valla, es lindísima! Ella destaca por su belleza, ella atrae, hipnotiza, enamora.
Gracias por tan bella creación.
Muchas gracias a ti, Selene, por leerlo y por dejar tu generoso comentario. Un beso.
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