Todo un caballero
Se lanza al rescate de su amada galopando en su flamante corcel. En el preciso momento del ataque, una voz lo paraliza. Derrotado, envaina su espada de madera y desmonta del palo de fregona, prometiéndole a Sarita que mañana la salvará antes de que su madre lo llame para cenar.
Un relato adorable Pablo.
ResponderEliminarUn saludo,
Adorables sois tú y tu comentario.
EliminarBesote fuerte.
Pablo
¡Qué delicia de micro, Pablo! Describes la escena de una manera tan excelente, que hasta se siente ese ánimo del pequeño caballero por cautivar a su damita. A ver si para la próxima oportunidad de demostrar su coraje, no se le echa encima la hora de la cena. :) Precioso, tierno y muy visual, de los que te dejan marcada una sonrisa. Enhorabuena, maestro. Un beso enorme.
ResponderEliminar¡Cuánto me alegra que te guste, Matri!
EliminarEl mayor premio para mi es esa sonrisa en la boca que te ha dejado. En tiempos en los que la realidad nos golpea con noticias espeluznantes, creo que es bueno echar mano de historias entrañables (esta está basada en hechos reales), para darnos cuenta de que también la vida tiene su lado bueno (a pesar de que aquella damita nunca quiso que la rescatara yo, pero eso es otra historia).
En fin, que estoy muy contento de haber conseguido lo que pretendía.
Besote fuerte, fuerte.
Pablo
Hola, Pablo.
ResponderEliminarUn texto que endulza el paladar. La tierna infancia haciendo de las suyas, de las buenas. Este "Lanzarotillo", armado y cargado de las mejores intenciones para con su Sarita es derrotado por los imponderables: esa inflexible orden materna; pero el derrotado caballerete no depone armas del todo, pues la esperanza manda y mañana se propone salvar de una vez por todas a su amada. Este niño va a ser un hombre estupendo, tanto como lo eres tú, que le has dado vida, Pablo entrañable, cara de buena persona. Un texto redondo. Mi más muy mayor enhorabuena y un abrazo acorde con tu expresión facial, trasunto de tu alma, un abrazo muy entrañable.
Me llega lo de endulzar el paladar, Eduardo. Creo que eso prendía, que disfrutárais y os viérais reflejados en esos años de la infancia que con mucha imaginación y no demasiado material, éramos los reyes y reinas del universo.
EliminarEl mundo ya nos golpea con demasiadas malas noticias, así que de vez en cuando, creo que está bien arrancar una sonrisa y endulzar el paladar, como tú has dicho.
Me abrumas con las cosas que me dices. <tú sí que eres buena persona, amigo Eduardo. Siempre atento para dejarnos tus certeros comentarios.
Un fuerte abrazo, migo mío.
Pablo
Un micro que derrocha sensibilidad y ternura. Toda una delicia para el lector.
ResponderEliminarFelicidades.
Un saludo
Ameli, para mí sí que es una delicia que te pases por aquí a decirme esas cosas.
EliminarBesote fuerte.
Pablo
Qué bonito, Pablo. Un relato lleno de sensibilidad, que nos hace volver por un instante a la infancia. Porque, ¿quién no se recuerda jugando a caballeros y princesas?. Yo si, inventábamos nuestros cuentos y jugábamos con cualquier cosa que tuviéramos a mano. Un beso muy fuerte, Pablo.
ResponderEliminarY tanto que jugábamos, entre otras cosas, a caballeros y princesas. Para mí el escribirlo fue rescatar un trozo de mi infancia, cuando pasaba los veranos en el pueblo con mi abuela, que aunque en el relato he puesto a la madre en mi caso era mi abuela la me llamaba para cenar. Si también he hecho que aflore tu infancia, ¿qué bien!
EliminarEstoy en una nube con las cosas que me estáis diciendo. Hay que ver la de premios que me da escribir wen cincuenta: uno por cada uno de vuestros comentarios.
Sois muy generos@s porque además, dais sin esperar nada a cambio, porque para colmo este mes estoy comentando muy poco, y no porque no me gusten los relatos, sino porque hay meses que uno no da más de sí.
En fin, Carmen, que me han alegrado mucho tus palabras y me reconforta saber que os habéis sentido bien al leer mi micro.
Besote.
Pablo
¡Qué inocente y fantástico relato, Pablo!. Todo un homenaje a la imaginación infantil que no tiene limites.
ResponderEliminarMil felicitaciones.
Saludos
Pues mil gracias, Mª Jesús. Realmente la imaginación infantil no tiene límites y siempre es bueno que siempre sigamos siendo un poco niños.
EliminarBesos.
Pablo
La ficción es para cabalgar sobre ella. Y el corcel para alcanzar y transportar a la princesa, para llegar a tiempo de rescatarla, en este caso Sarita. Todo un caballero, ya lo dice el (certero) título.
ResponderEliminarEnhorabuena, Pablo!
Pues sí, Carmelo, la ficción es para cabalgar y llegar al destino que te propongas, huyendo de la anodina realidad. Son trocitos de nuestros adentros que están ahí a la espera para salir al galope.
EliminarLe doy mucha importancia a los títulos, así que si el mío te parece certero, pues es algo que valoro mucho.
Un abrazo.
Pablo
Te cambio tus cincuenta palabras por una: DELICIOSO, Pablo.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por devolverme durante unos minutos al tiempo de infancia.
Clara, a cambio de esa palabra te cambio mis cincuenta todas las veces que quieras. Dices que te he devuelto unos minutos tu infancia, y eso es el mayor piropo que me puedes decir.
EliminarBesote fuerte.
Gracias por pasarte por aquí.
Pablo
Este relato es un bálsamo anticongelante. ¿Quién puede leerlo y no derretirse?
ResponderEliminarPablo, muchas gracias por recordarnos que, antes de cenar, no hay empresa imposible.
A sus pies, caballero.
Mi querida Patricia, el bálsamo es tenerte por aquí cada mes. ¿Tú sabes que mucha culpa de que yo escriba aquí es tuya? No sabes lo placentero que es ver tu foto de perfil debajo de mis relatos, acompañada de tus comentarios, tan personales y únicos, que tan solo por leerlos merece la pena ser cincuentista.
EliminarYo sí que me derrito con lo que me dices. Gracias por recordarme lo mágico que es escribir.
Un besote dde los muy fuertes.
Pablo
La sencillez y la inocencia de tu relato son un soplo de aire fresco ante tanta noticia escabrosa. Qué felices éramos con poquita cosa; es ahora, al echar la vista atrás, cuando nos damos cuenta; entonces, "solo" vivíamos en plenitud e imaginación, casi nada.
ResponderEliminarEn las primeras líneas pensaba que podrías referirte a Don Quijote, pero poco a poco se desgrana un episodio entrañable de la infancia que nos reconcilia con la vida.
Un relato certero que no precisa de más alharacas para llegar y encantar al lector.
Te mando un abrazo grande, como tú, Pablo
Mi querido Ángel. antes la imaginación nos llevaba a creernos por un instante en que éramos los héroes que leíamos en esos tebeos de joyas literarias. A mí me encantaba “Ivanhoe”, y como ese caballero quería ser yo.
EliminarMe alegra mucho que apuntes que al principio te creyeras que el relato iba del Quijote, porque mi intención era esa, la de meteros en la cabeza del niño y qué pensarais que el micro iba de una aventura caballeresca, para luego, agarrado a la llamada de la madre, desvelar la realidad.
Me estáis dando muchas alegrías con los comentarios. Mil gracias.
Un abrazo, mi querido amigo.
Pablo
Qué hermoso episodio de la infancia, Pablo. En la imaginación de tu protagonista no hay límites. Sueña ser un caballero que desea rescatar a su amada. Con muy pocos medios se desata esta ilusión infantil. Un palo bien puede ser un corcel. Solo la llamada materna lo devuelve a la realidad.
ResponderEliminarUn micro muy fresco, que nos evoca la sencilla felicidad de cuando éramos niños. Que vivan siempre en nuestro interior y no renunciemos a su capacidad de soñar.
Besos.
Pues sí, Carmen, que nunca dejemos de ser niños.
EliminarPrecioso comentario que me dejas, con la referencia a la inmensa posibilidad que tiene la imaginación de un niño, a la que cada vez le vamos recortando terreno, encauzando a los niños demasiado hacia el camino que realmente queremos nosotros queremos que recorran.
Un beso muy fuerte, y disfruta de las fallas.
Pablo
Qué sencillo y qué hermoso, la felicidad de la infancia, la imaginación sin límites. L@s niñ@s de mi generación teníamos un palo y veíamos un caballo, una caja grande era un castillo... ¿Qué juego virtual puede superar eso?
ResponderEliminarMe ha encantado. Un beso, Pablo.
Me encanta lo que dices, paisana: sencillo y hermoso, ¿qué más quiero?
EliminarLa de posibilidades que dana una caja de cartón, un palo y, sobre todo, jugar al aire libre en la calle, ¿verdad? Fuimos afortunados al vivir aquella infancia.
Un besote fuerte.
Pablo
Esta historia de aventuras después de la merienda no viene sola, trae atardeceres de juegos, emocionantes andanzas compartidas donde la calle podía contener cualquier escenario: el mar, el bosque o el espacio.
ResponderEliminarEste relato destila ternura, pero también un tiempo pasado del que muchos de nosotros venimos.
El niño que fui me dice que te diga que le ha encantado. Éste adulto te agradece el regalo.
Un relato fantástico, Pablo. Enhorabuena.
Un fuerte abrazo.
Qué bien has pintado el escenario del micro, Antonio. Me asombra cada vez más tu forma de enriquecer los micros.
EliminarPrecisamente esta historia está dedicada a los niños y niñas que fuimos y a los adultos que somos.
El regalo es tenerte por aquí siempre muy cerca.
Un abrazo lleno de meriendas con pan y chocolate.
Pablo
En una primera lectura, el microcuento, además de a la infancia, me ha remitido a los libros de caballerías, que tanto mal, o bien, le hicieron a un tal Alonso Quijano.
ResponderEliminarEn definitiva, creo que en la infancia todos tenemos que ver bastante con ese universal personaje, pues nuestras cabezas están llenas de fantasías que alimentamos con cuanto se pone al alcance de nuestra vista para luego darle forma en el laboratorio de nuestra imaginación.
Aunque no sé cómo será ahora ese proceso con tantos estímulos, en mi infancia eran principalmente los tebeos, los cuentos, el cine y las mil aventuras que vivíamos en las calles y en los sitios más recónditos de la ciudad donde vivíamos las que nos servían para crear un mundo propio.
¡Y qué fuerza tiene todo eso cuando penetra a torrentes en nuestro magín! El pequeño personaje de tu microcuento ya ha descubierto a ese duendecillo juguetón que hace cosquillas en las entrañas, que crea desazones desconocidas, que parece tener más fuerza que el más devastador de los tsunamis.
Y esa voz, ¡cómo la recuerdo! La voz de nuestras madres para decirnos que era hora de volver a casa, que la cena esperaba, que había que acostarse. ¡Cómo era posible tal injusticia! ¡Cómo abandonar a nuestra adorada, a esa niña con la que quizá habíamos logrado jugar al escondite, o a policías y ladrones. Esa Sarita que ya nos había arrebatado el corazón cuando aún sólo éramos un loco bajito con postillas en las piernas untadas de mercromina.
“Infancia! ¡Campo verde, campanario, palmera...”, escribió Juan Ramón Jiménez. Y más adelante, en el mismo poema: “...Antes de la amargura sin nombre del fracaso”.
Pues algún día somos expulsados de ese edén y tenemos que enfrentarnos a las duras realidades de la vida.
Gracias, Pablo, por haber propiciado con tu historia este viaje imaginativo a un ayer que, paradójicamente, suele estar más vivo contra más años tenemos, pues recuerdos muchos más recientes se olvidan y esas constelaciones de la infancia permanecen brillantes en el cielo de la memoria.
Un abrazo.
Aquí las gracias te las tengo que dar yo a ti por tu lectura y esa pormenizada disección de un micro de cincuenta palabras.
EliminarLo que más me alegra de este microcueto es que parece que nos está devolviendo un trocito de infancia.
Un abrazo y mil gracias por tus, siempre, maravillosas palabras.
Pablo
Qué lindo!!! Un micro para guardar en el corazón. Aplausos cálidos.
ResponderEliminarGladis, yo me voy a guardar tu comentario en el corazón.
EliminarMil gracias.
Un besazo.
Pablo
Está ahí, tu historia está en ese rincón en que la niña que fui guarda recreos y tardes de juegos. Ella y yo te agradecemos que lo hayas escrito, y que lo hayas hecho tan bien. Un abrazo, Pablo.
ResponderEliminarPaloma, el que mi micro haya llegado a tu corazón, a haber esa niña que llevas dentro, para mí es el mayor premio.
EliminarEste tipo de comentario es el que hace que el escribir merezca tanto la pena.
Un beso muy fuerte.
Pablo
Yo era un pistolero del Oeste americano. Desenfundaba tan rápido como el rayo, tanto que a Sarita solo le daba tiempo de pestañear mirándome con aquellos ojos que solo existían en mi imaginación, antes de que bajase del caballo impelido por la voz de mi madre que me anunciaba sopa (odiosa sopa que me sacaba de mis juegos) para cenar.
ResponderEliminar¡Qué tierno, qué hermoso, qué evocador! Pablo, eres intérprete de sensibilidad y tacto, desempolvas, como nadie, ese rincón de nuestro ser que permanece dormido e intacto en su inocencia, y espera la mano del genio (tú)- como diría Bécquer- que sabe... despertarlo.
Me has hecho niño de nuevo, qué gran momento. Gracias y un abrazo robusto de corazón en flor.
Qué momento más agradable el de encontrarme cada mes con tu más que generoso comentario. Muchas y muy bonitas cosas me dices, y realmente me reconfortan bastante, aunque exageres como buen andaluz, pero a mí no me importa 😝.
EliminarEl hacer que viváis por un momento vuestra infancia, pequeño John Wayne, es lo que más me gusta.
Un placer tenerte siempre por aquí.
Un abrazo.
Pablo
Me siento rejuvenecer. Corro a mirarme al espejo... Pero si soy un mozalbete... Gracias por este momento, Pablo.
ResponderEliminarAbrazo adolescente!!!!!!
Recogido ese abrazo, MARCO.
EliminarMe ha gustado lo de me siento rejuvenecer; es el título de una divertidísima película de Howard Hawks en la que Cary Grant (yo), Ginger Rogers y una secundaria de lujo todavía por aquel tiempo, Marilyn Monroe, interpretaban una excelente comedia en la que Cary (yo) rejuvenecía al tomar una de sus pócimas.
Un abrazo y gracias por pasarte por aquí.
Pablo
Pues si sale Cary Grant (TÚ) en la peli, ya mismo corro a buscarla y a verla.
EliminarAbrazo de vuelta de un aprendiz de caballero.
Magnífico relato Pablo.
ResponderEliminarEl caballero acepta que todo está perdido ante la inminencia del mas terrible de los ataques, el de la zapatilla de su madre y el rugir de su propio estómago reclamando la cena, la rendición era inevitable.
Un Saludo
Ya sabes que ante la voz de mando de una madre todo está perdido y lo más inteligente es la rendición sin discusión.
EliminarGracias por pasar por aquí y tus sí que eres “Todo un caballero”.
Un abrazo.
Pablo
Ternura en estado puro. Me lo llevo puesto en el corazón para dar la bienvenida a la primavera.
ResponderEliminarSaludos para el encantador autor.
¡Vaya, Leny! Qué hermosas palabras. Me has alegrado el día y llenado de primavera el corazón.
EliminarSaludos llenos de flores.
Pablo
La imaginación es nuestra mejor aliada en todas las situaciones, aunque la realidad pretenda imponerse jejeje. Bonito micro, maestro. Besitos
ResponderEliminarLa imaginación es nuestra aliada en los momentos en los que queremos dar un poco de salsa a la anodina realidad.
EliminarMe alegra de que te guste, Carmen. Esa sonrisa tuya da un plus a esta entrada. Nunca la pierdas.
Un besote.
Un texto amable cuya lectura deja una nostálgica pero agradable sensación. Lujo de micro.
ResponderEliminarSaludos
¿Lujo de micro? ¡Guau! Lo tuyo sí que es un lujo de comentario que me hace esbozar una sonrisa de oreja a oreja. Hasta me he puesto a cabalgar con mi palo de fregona por el salón de casa.
EliminarSaludos y muchas gracias.
Pablo
Gracias bro, nos has transportado a la niñez, cuando los colores eran más nítidos y las emociones más reales. Maravilloso túnel del tiempo en 50 palabras, eres muy grande.
ResponderEliminarTú sí que eres grande. Seguro que al viajar en ese túnel del tiempo has visto a un niño vestido de pirata cantando baladas a la luna. Y sé que ese niño aún sigue presente en la actualidad. Me lo ha contado Lord Byron, que nunca miente.
EliminarQue te hayas pasado por aquí es un auténtico regalo de los buenos.
Un abrazo, bro.
Tu bro.
!Qué tierno, y qué original! Un beso.
ResponderEliminarMe alegro que te parezca tierno y, sobre todo, original, que es lo que siempre intento buscar pero pocas veces me sale.
EliminarGracias y un besazo, Maite.
Pablo
A este valeroso y noble caballero parece que solo habría lograrlo detenerlo esa orden proveniente del más alto estamento. De otro modo jamás habría abortado la misión. Me enternece bastante este relato, y creo que uno de los motivos es la limpieza de sentimientos que se intuye en el protagonista; el otro, ese aire de derrota que transmite ante el obligado cambio de planes. Y el caso es que mucho me temo que la madre (o el padre) de Sarita estaría también a punto de poner la mesa.
ResponderEliminarEnhorabuena, Paul, por esta historia tan grata que nos ha devuelto a la infancia.
Un abrazo.
Enrique, al alto estamento ya sabes que no se le podía toser, y, como bien dices, el de Sarita ya estaría a punto de darle el toque de queda.
EliminarQue te enternezca el relato y te devuelva a la infancia es el premio más grande para ese caballero que se ha quedado con la misión a medias.
Un abrazo.
Pablo
Mágico micro por la ternura que inspira. Aquel pequeño pero gran caballero que después de ver el cielo despejado y sentirse dueño de su destino, regresa a la realidad con ese "a cenar", posponiendo su hazaña para responsabilizarse en sus tareas. Me ha encantado, Pablo.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchísimas gracias, Enrique.
EliminarMe alegra que te parezca mágico por esa ternura que dices que inspira.
Escribiendo este microrrelato de una de las personas que me acordé fue de ti, porque el protagonista es un niño y en escribir sobre sentimientos de niños tú eres un MAESTRO con mayúscula y en todas las acepciones. Me enorgullece que te haya encantado, amigo mío.
Un fuerte abrazo.
Pablo
WONDERFUL, Cary!!
ResponderEliminarLovely,
Katharine Hepburn
Espero no haberte molestado con mi nuevo comentario; era solamente un guiño amable porque el micro me encanta y quería decírtelo otra vez. Un abrazo.
EliminarEstaba preparando mi comentario y me ha encantado. Y te lo voy a poner, que me he puesto a hacer otras cosas pero ya lo tenía escrito especialmente para ti.
EliminarEste tipo de comentarios es de los que más me gusta.
Este de ahora es para ti, Clara, no dudes en comentar así porque es lo que más me gusta de esta página, el guiño y el juego.
El que te voy a poner ahora es para Katherine.
Un beso.
my dear Katherine, that you appear here to tell me Wonderful!, is the best gift I could have.
EliminarPassionate kisses, Kate. Give my regards to Spencer.
Cary.
You are the champion for me, Cary... with permission from Spencer ;)
EliminarLovely,
Katherine
😊😘
EliminarSorry.
EliminarK.