Veladoras
Le puse una veladora y se iluminó todo el ambiente, el recuerdo de aquella vida se desvaneció con las sombras: tantos pecados por borrar.
Puse otras veladoras a las otras dos tumbas, el recuerdo de quien solía ser me inquieta y una luz, tal vez, podrá terminar con mis pesadillas.
Puse otras veladoras a las otras dos tumbas, el recuerdo de quien solía ser me inquieta y una luz, tal vez, podrá terminar con mis pesadillas.
Hola, Ricardo.
ResponderEliminarLas culpas le persiguen a uno hasta después de la muerte, y sobre todo cuando él mismo se siente pecador,parece que algo tiene que ver, y nada bueno, con esas dos tumbas a las que pone iluminación. En la eternidad (luz ilesa según el poeta Ángel González) puede que al cabo se disuelvan las responsabilidades. Puede que tras la muerte, como ya dije por ahí en un comentario, se inaugure un género de terror especialmente concebido para cada uno de nosotros. Sea como fuere me ha gustado mucho tu microcuento. Enhorabuena y un abrazo.
Gracias por dar luz con tu lectura.
EliminarQuiero creer que es el muerto/a el que le hacía la vida desagradable. Un beso.
ResponderEliminarSi, más cuando uno puede cargar muchos muertos.
EliminarLa inquietud del personaje se traslada al lector: la zozobra de un alma en busca de luz redentora. Así lo interpreto yo. Buen micro para reflexionar. Saludos.
ResponderEliminarMuy buena observación, me gusta tu perspectiva.
EliminarNo conocía la palabra veladora con el significado de lamparilla, como decimos por aquí. Y me ha cautivado, por su doble concepto de iluminadora y guardiana que me sugiere en el relato. Extraordinario, Ricardo. El relato y volver a leerte por aquí.
ResponderEliminarUn gusto poder coincidir nuevamente. Pongo una veladora para que sea más frecuente.
EliminarHay mucho dolor en esa mente torturada por la culpa y el arrepentimiento. Así lo interpreto yo. Tendrá que seguir poniendo muchas veladoras.
ResponderEliminarMuy buen relato, Ricardo. Enhorabuena.
Un abrazo.