Cinco niñas al cielo
La Virgen del Pilar dice que no quiere 250 kilos de amonal, que quiere... a sus niñas mañas: Silvia Pino, Silvia Ballarín, Rocío, Esther y Miriam. Pero, con ser ella quien es, su deseo fue más frágil que el de Pakito y Fiti. Nombres de payasos de circo, pero asesinos.
El mal existe, Carmelo. Siempre ha estado ahí, está y estará, agazapado detrás del ansia de poder, más o menos disfrazada. Ya he mencionado en otro comentario la novela "Las madres negras" de la escritora zaragozana Patricia Esteban Erlés. Os la recomiendo. Es un libro bellísimo con un final atroz porque nos desvela lo mismo que este micro, que el mal existe. Entre un conjunto de historias preciosas, que recuerdan a Dickens, a los cuentos de hadas y a los de las Mil y una noches, asoma la cabeza un ser que no quiere a sus criatuaras. Patricia ha sido muy valiente y ha escrito una historia que hace reflexionar sobre los fanatismos y, en definitiva, sobre la maldad.
ResponderEliminarMe gustaría creer algunos tipos de atrocidades se han acabado para siempre. Ojalá sea así.
Un abrazo, Carmelo.
Bien por las dos Patricia !
EliminarSí, el mal existe, siempre ha existido y no desaparecerá, forma parte de la condición humana. En este sentido, Patricia, no se va a cumplir tu deseo, que comparto, de que la maldad se acabe.Pero la esperanza está en que algo similar cabe decir del bien. En la permanente pugna entre el bien y el mal, las personas de bien, entre ellas quienes escriben, reman a favor del bien. Las niñas del relato hubieran remado con mucha fuerza en la dirección que marca la vida, pero el mal, la maldad, los malos, se interpusieron. Este es el desgarro del micro y homenaje (ojalá les llegue de algún modo) a sus traumatizados padres...
Muchísimas gracias por tus palabras y el calor, Patricia!!!
Hola, Carmelo.
ResponderEliminarLa horrenda sombra del crimen se oculta tras de cualquier apariencia. La de los supuestamente inocentes y tiernos payasos, que, en su criminalidad masiva, pueden hasta con los deseos de la Pilarica, la patrona de Zaragoza. A quien por cierto estoy ofrecido; a mí sí consiguió salvarme la vida. Pero, claro, estoy es un microcuento y muy bueno a mi entender. Felicidades y un abrazo.
Eduardo, muchas gracias por tu comentario. Empático, certero, necesario.
ResponderEliminarUn abrazo
No entiendo ni jota de jotas y eso que algunas las he disfrutado bien. Esta tuya es de las que se canta directamente desde el dolor desnudo, Carmelo. Por eso se hace difícil aplaudir lo que tanto duele.No debiera existir canción triste sino es de amor, porque de muerte y de muertes sin razón, se nos llenan los recuerdos del llanto.
ResponderEliminarTriste duelo tu jota. Nunca más. Un abrazo, Carmelo.
"El dolor desnudo", qué bueno, Manuel.
EliminarEl dolor, esa forma de desnudez que nos iguala a los humanos, al margen del ropaje y otros disfraces, incluidas las ideologías brutales y carnavaleras. Esas que provocan "muertes sin razón", que no se halla fácilmente razón ni siquiera a la muerte natural.
El dolor ajeno espantoso, como el de este micro, nos desnuda la compasión, que acaso sea el rasgo más esencialmente humano, que por cierto compartimos con algunos animales hermanos.
Manuel, en mi opinión gozas del poderío de los más grandes escritores, que es el de llegar, llegar al lector... y hacerle mejor.
Un abrazo.
Dicen que es necesario perdonar y mirar hacia adelante para poder seguir; seguro que es así, pero también lo es no olvidar. La sinrazón puede adoptar muchas formas y presentarse en cualquier momento. Ya sabes aquello de "los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla". Atrocidades no faltan, unas nos tocan más de cerca y otras parecen lejanas, aunque todas deberían afectarnos e indignarnos por igual, ojalá ello sirviese para que no se repitieran. Cuando las cosas se tuercen, cuando el fanatismo ciego actúa, ni siquiera quienes tienen línea directa con la divinidad pueden hacer mucho.
ResponderEliminarTu relato es un canto a lo que nunca debería haber sucedido, un toque de atención y un cálido homenaje, con unas palabras muy bien escogidas.
Un abrazo, Carmelo
Ángel, qué inteligente y humano tu comentario. Y qué generoso. Es difícil superar la calidad de tu reflexión, que me enriquece y agradezco.
EliminarLa sinrazón, las atrocidades...el desgarro de cinco niñas inocentes y sus familias masacradas psicológicamente,como ellas, a las que seguramente destruyeron tb. sus vidas.
Me gustaría compartir un fuerte y respetuoso abrazo con ellos. Y tb.contigo, Ángel!
Un relato en el que desenmascaras la crueldad humana escondida tras un disfraz. Y muy original al meterlo como nueva letra de la famosa Jota.
ResponderEliminarImpactante, Carmelo.
Saludos.
Pablo
Pablo, valoro mucho tu disección-comentario y su sagacidad.
EliminarSí, el "impertinente" humor del arranque alusivo a la Jota pretende establecer un contraste con el desgarro de lo horrible que le sigue.
Uno de los ideales mayores de la humanidad consiste en sustituir la impactante maldad por la no menos impactante bondad. Sin que, naturalmente, nos vaya la vida en el empeño.
Un abrazo.
Carmelo, un relato valiente y escrito con sentimiento.
ResponderEliminarGracias por escribirlo.
un abrazo.
Javier, qué sugerente triangulación la tuya: valor, sentimiento, gratitud.
EliminarDa qué pensar tu comentario.
Cordialmente.
Cuánto dolor en esta jota por cinco inocentes. El mal acecha dando la cara o tras el disfraz engañoso, como esas tierras sembradas de minas con forma de juguetes que han mutilado y asesinado a tantos niños.
ResponderEliminarMuy bien contado y muy humano. Me disculpo por la tardanza en comentar. Un fuerte abrazo, Carmelo.