El dolor de saber que ya no me recuerdas
No supe ver la distancia en tu mirada, las pisadas desoladas, los descuidos. Ahora, la frialdad del olvido se cuela por las grietas de esta casa y, rendida y sin consuelo, me aferro a los recuerdos que tú, en tu delirio, extravías mientras te adentras, presuroso, en un inexorable laberinto.
Hola, María José.
ResponderEliminarLa peor muerte es el olvido. No hay mejor mala manera. El olvido duelo, lo sabe todo el que lo haya sufrido. Es frío, claro, como la muerte el olvido. Pero a veces, la vuelta del micro, el que olvida, delirante, va a enmarañarse en un fatídico laberinto, acaso en el de su propio corazón errado, en el de su cerebro vuelto cemento. Un beso y feliz todo para ti siempre.
Perder los recuerdos, lo que se es y se ha sido, conforma un laberinto que no admite escape. Nada más doloroso que la nada y el vacío donde antes hubo tanto.
ResponderEliminarReflejas muy bien la impotencia y consecuencias de una enfermedad cruel, tanto o más para quien es testigo desde fuera como para quien la padece. Con ese afán pretencioso que todos tenemos de perdurar, saber que quien más queremos nos ha borrado es el dolor mayor, como bien indicas en el título, que casi es un micro en sí mismo.
Un abrazo, María José
Mª José esta dolorosa e intimista semblanza del olvido inexorable, alcanza un clima emocional de altura apoyado por esa lenta condena que se va yuxtaponiendo al texto, coma a coma, a medida que transcurre. Me toca la delicadeza y el amor con que tus palabras envuelven a ese ser tan querido que va perdiendo los recuerdos a su paso. Me llega su duelo triste y también su hermosura formal. Un abrazo
ResponderEliminarTu relato está lleno de sentimiento y emoción. Creo que has logrado trasmitir esa sensación con las palabras tan exactas que has empleado.
ResponderEliminarSuerte y un besito virtual, María José.
El olvido se va apoderando de los recuerdos, difuminando una vida hasta la nada. Pero el recuerdo siempre sobrevive si hay un ser que lo custodia como testimonio de una existencia. Precioso y triste, María José. Un abrazo.
ResponderEliminarUna historia llena de nostalgia y soledad, creo que sabes trasmitirnos como lectores ese frío de la soledad y la ausencia y las palabras caen una a una en la nostalgia. Un saludo.
ResponderEliminarA pesar de lo triste, me ha parecido que la forma es muy bella. Un beso.
ResponderEliminarA mí, personalmente, cuando se tocan temas de los que se ha escrito mucho, el texto me suele echar para atrás, pero he de decir que cuando se escribe de la forma que tú lo has hecho, con ese originalísimo enfoque, lo que he hecho es aplaudir tan brillante micro. Y el título, una delicia.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Pablo