La diestra celestina
¡Míralo!, embobadico perdido, pensando en ella mientras me tiene trazando rayajos como una tonta. Así nunca conseguirá escribirle sus sentimientos y, sinceramente, estoy harta de tanto vaivén de consuelo en su entrepierna.
Tendré que echarle una mano ahora que está distraído y transformar estos garabatos en audaces palabras de amor.
Tendré que echarle una mano ahora que está distraído y transformar estos garabatos en audaces palabras de amor.
Ja, ja, ja, poeta hasta la médula.
ResponderEliminarAbracicos.
La poesía es el tuétano de la palabra y la mano, su músculo.
EliminarGracias por tu visita Patricia. Me alegro de que te haya divertido.
Un besico.
Enamorarse de forma perdida es algo que está, en teoría, al alcance de cualquier ser humano, llegue a sucederle o no. Si hablamos de saber describir esos sentimientos en palabras, como dibujar de forma diestra o crear una melodía, ya el número de individuos capacitados para ello se restringe mucho más. Todo el mundo no vale para todo. Los dones, habilidades o como queramos llamarlas están repartidas y está bien que así sea, no todo el mundo puede ser poeta, o ingeniero. Al menos, la pluma de este aspirante a escritor, que tan bien has recreado como un personaje con vida propia, tiene la capacidad de hacer de intermediaria. Quizá, con su ayuda, al final consiga plasmar un poco de eso que su dueño siente.
ResponderEliminarTan original como bien contado, sin escatimar humor y hasta algún toque de audacia narrativa, como ese vaivén, sin perder la sutil elegancia que, entre tantos buenos elementos, caracteriza tus letras, de las que todos disfrutamos.
Un abrazo fuerte, Antonio
Si algo tiene el amor es que te descentra. Siempre es bueno que alguien, o algo, te ayude a bajar a la tierra.
EliminarQue tú llames audaz y elegante al relato es un gran elogio, Ángel. Gracias por tu comentario.
Un fuerte abrazo.
Sin duda, esa mano diestra vale un imperio. Su autor, más aún. Antonio, eres un autor todo terreno, y todo te sale bien.
ResponderEliminarEl título, de lo más acertado.
Un abrazo.
Pablo
Gracias Pablo. Todo terreno no creo, lo que no tengo es vergüenza. Pero la culpa es de comentarios como el tuyo que le hacen a uno venirse arriba.
EliminarUn fuerte abrazo.
Hola, Antonio, caballero de la palabra en el pecho.
ResponderEliminarY versátil¡vive Dios¡ Es tuyo, luego es un texto distinto, fruto de tu don de malabarista de la palabra. Nunca viene mal un "celestinaje" a tiempo. Y esa mano diestra parece que está por la labor. O esa estilográfica que le va a ayudar a escribir sus sentimientos. porque una cosa es amar y otra es trasladar ese sentir a la otra parte, quien amó lo sabe. El texto es rico en matices. Y está impregnado de un humor muy sutil. Y el que no se consuela está clarísimo que es porque no quiere. Pero si ese sentir es verdaeramente hondo no hay sucedáneos que valgan. Me encanta el "embobadico", muy murciano me parece y maño. Igual valenciano también. Esperemos que este Romeo triunfe con su amada y sean felices y coman muchas perdices. Mi más muy mayor enhorabuena, maestro.
Y un abrazo a la manera de los vuelos tuyos. Muy poético.
Me da a mí que sí triunfará, sólo necesitaba bajar de las nubes y plasmar en tinta sus deseos.
EliminarTú sí tienes un don, Eduardo. Yo creo que, mientras el resto de los mortales empezamos a hablar con balbuceos y monosílabos, tú lo hiciste declamando.
Gracias por comentar.
Un fuerte abrazo.
Personificación de una extremidad cansada de un cerebro tardo, asumiendo el liderazgo del cuerpo para lanzarlo en brazos del amor mediante el poder de la palabra. Dejas la excelencia poética para regalarnos un relato diferente, con humor e ironía y, sin duda, genial. Enhorabuena, Antonio. Un abrazo.
ResponderEliminarSalvador, has resumido el relato a la perfección. Gracias por dejarme tus impresiones.
EliminarUn fuerte abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy bueno, sólo le veo una pequeña pega, que sea zurdo, jejeje
EliminarUn abrazo.
No hay problema; con la zurda también se pueden hacer maravillas ;-)
EliminarGracias por tu comentario y un fuerte abrazo.
Me ha gustado mucho Antonio, me ha hecho reir un montón. Sigues como siempre, con tan buena prosa. Un abrazo, amigo Antonio.
ResponderEliminarQué bien ese montón de risas, Carmen. Me alegro mucho.
EliminarGracias por comentar.
Un beso.
La palabra media, como mágica receta y ariete de amor audaz. Qué hermoso lo cuentas, Antonio, y qué divertido incorporando el afán ardoroso del rapaz a sus ensueños. La diestra celestina obra en su favor y nos remite, cómo no, a la obra inmortal, hacedora y remendadora de cuestiones de amoríos. Aunque será trágico su desenlace final, tú nos hace gozar en este relato con los prolegómenos que dieron cauce a la historia mayor.
ResponderEliminarIgual yerro al interpretar tus intenciones, pero creo que solo cometería un error irreparable no me dejándome llevar y disfrutar de todo lo que me sugiere tu brillante relato.
Un fuerte abrazo, Antonio.
Sólo se trata de un adjetivo, sin más. Estamos en primavera, aunque no lo parezca, y nuestro soñador enamorado tendrá su recompensa en cuanto su mareada mano logre ayudarle.
EliminarGracias por dejarme tanto en tu comentario, Manuel.
Un fuerte abrazo.
A este joven poeta, "embobadico" -me encanta el adjetivo-, no le salen las palabras para conquistar a su amada, pero cuenta con la colaboración de una astuta celestina que sabe cómo curar el mal de amores. Y es que el corazón también se expresa con la pluma, con la palabra hecha literatura. Ya nos diste una hermosa lección con aquellas cartas dirigidas a Roxanne. En este caso el tono es humorístico -el diminutivo y la alusión a la mano diestra así lo indican-, fruto de tu capacidad para emplear diversos registros.
ResponderEliminarFelicidades por este espléndido micro, Antonio. Un fuerte abrazo.
Gracias Carmen. Recibir tus comentarios es un gran aliciente.
EliminarUn abrazo muy fuerte.
ja,ja,ja, me he reído con ganas. Poco te puedo decir, estoy de acuerdo con todo lo comentado. Es muy bueno. Un beso.
ResponderEliminar¡Eah! ¿Qué mayor elogio que el de la risa?
EliminarMil gracias, Maite.
Un beso.
Me he quedado ojiplática con tu "50", Antonio. Humor, ingenuidad y poesía, en una formidable historia de amor.
ResponderEliminarTe felicito por el resultado y envío un saludo
Boquiabierto me he quedado yo con to comentario, Maria Jesús.
EliminarGracias por pasarte de nuevo a comentar.
Un beso.
Antonio, divertido, original y muy buen relato. Ojalá en muchas ocasiones cuando las palabras no nos salen contásemos con esa colaboración.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Javier. Tienes razón, cuando la inspiración se muestra esquiva es estupendo que alguien, o algo, nos eche una mano.
ResponderEliminarUn abrazo.
Veo amor incondicional en esa mano, y en consecuencia, amparo, ternura, comprensión y una disposición total para hacer lo que haga falta -incluido paradójicamente suplir las carencias del cerebro cuando los sentimientos lo aturden- para atenuar el sufrimiento de su "dueño". Pero también descubro en este texto esa faceta tuya, que de vez en cuando dejas aflorar, algo descarada y llena de un sutil sentido del humor, sin dejar de lado tu gran sentido poético y tu excepcional capacidad literaria. Toda una joya, en resumen, que aplaudo a dos manos.
ResponderEliminarUn abrazo y mi enhorabuena, Antonio.
¿Amor incondicional? hombre...puede, pero yo veo más hartazgo por la indecisión de un pagafantas soñador que acaba sufriendo la pobre diestra.
EliminarGracias por desgranar tantos matices y todos esos elogios que siempre suenan a gloria cuando provienen de alguien a quien se admira.
Un abrazo muy fuerte, Enrique.