He encontrado un huevo de oro en el gallinero. Otro. Lo he puesto junto a los demás y me he dicho que de hoy no pasará. Esta tarde llevaré la gallina a la granja donde la compré y exigiré que me den lo que les pedí: un pollo de engorde.
Plácido, entendido el mensaje. La tan cacareada gallina de los huevos de oro es una especie que existe. Muchos dudaban de que así fuera, pero a partir de tu - irónico y poético - micro, ya no. Saludos.
Una reclamación lógica, derivada de la incongruencia de haber pedido una cosa y recibir otra. Tu protagonista es un hombre de lo más teórico y de ideas fijas. Quizá, si recapacita un poco, o cuando piense qué hacer con esos huevos dorados, se percate de que no es bueno ser tan cuadriculado. Divertido y original, Plácido. Saludos
Así nos va; este hermoso cuento tuyo nos sirve una moraleja a la que no debiéramos renunciar. Aprender a ver, aprender a sentir, aprender a vivir desviándonos del camino trazado. Saludos, Plácido.
Pues como esa gallina pertenezca a una empresa de esas que cuando te venden todo son facilidades, pero para cambiar el género todo son problemas, lo tienes claro. Vas a tener huevos de oro para aburrir. Pero, entre nosotros, cuando no tengas sitio donde guardarlos, acuérdate de mí y me mandas varias docenas, gracias. Excelente micro, Plácido.
Un micro con más 'chicha' de la que aparenta; esa es una de sus virtudes. Resulta que el oro no se come y tu protagonista tiene claras las prioridades de una existencia sencilla. Muy bueno, Plácido. Un abrazo.
Buenísimo. Yo también llevaría la gallina a cambiarla por una que dé pollitos, a ver quien le explica al de "compro oro, máxima tasación" de dónde salieron los huevos. Y el peligro de que me roben la gallina... Jejejeje.
Excelente, Plácido. Mucho de lo que hablar sale de tus cincuenta palabras. De momento me quedo con la inevitable sonrisa que provoca. Un abrazo. Un abrazo.
Plácido, entendido el mensaje. La tan cacareada gallina de los huevos de oro es una especie que existe. Muchos dudaban de que así fuera, pero a partir de tu - irónico y poético - micro, ya no.
ResponderEliminarSaludos.
Una reclamación lógica, derivada de la incongruencia de haber pedido una cosa y recibir otra. Tu protagonista es un hombre de lo más teórico y de ideas fijas. Quizá, si recapacita un poco, o cuando piense qué hacer con esos huevos dorados, se percate de que no es bueno ser tan cuadriculado.
ResponderEliminarDivertido y original, Plácido.
Saludos
Pragmático, si señor, ¿para qué quiere oro? Una chispa de humor, muy bueno. Un beso.
ResponderEliminarAsí nos va; este hermoso cuento tuyo nos sirve una moraleja a la que no debiéramos renunciar. Aprender a ver, aprender a sentir, aprender a vivir desviándonos del camino trazado.
ResponderEliminarSaludos, Plácido.
Pues como esa gallina pertenezca a una empresa de esas que cuando te venden todo son facilidades, pero para cambiar el género todo son problemas, lo tienes claro. Vas a tener huevos de oro para aburrir. Pero, entre nosotros, cuando no tengas sitio donde guardarlos, acuérdate de mí y me mandas varias docenas, gracias. Excelente micro, Plácido.
ResponderEliminarMe gusta mucho. Uno compra lo que quiere y no lo que quieran venderle. Aunque en apariencia sea mejor. Bien hecho.
ResponderEliminarSabe lo que quiere y necesita. Y aunque lo tienten...va a por ello.
ResponderEliminarSaludos.
Un micro con más 'chicha' de la que aparenta; esa es una de sus virtudes. Resulta que el oro no se come y tu protagonista tiene claras las prioridades de una existencia sencilla.
ResponderEliminarMuy bueno, Plácido.
Un abrazo.
Buenísimo. Yo también llevaría la gallina a cambiarla por una que dé pollitos, a ver quien le explica al de "compro oro, máxima tasación" de dónde salieron los huevos. Y el peligro de que me roben la gallina... Jejejeje.
ResponderEliminarMaravilloso microrelato filosófico.¡ Que bueno!. Enhorabuena.
ResponderEliminarExcelente, Plácido. Mucho de lo que hablar sale de tus cincuenta palabras. De momento me quedo con la inevitable sonrisa que provoca.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un abrazo.