Algunos finales nos regalan principios
Rodeada de una larga familia que llora, esconde sus resecos ojos bajo sus ajadas manos. Hasta ayer era una constante y solitaria fuente de lágrimas. Educada en maquillar la tristeza, ha vivido años parapetada tras las falsas paredes de la apariencia. Hoy respira agradecida celebrando su recién estrenada libertad.
¡Uhm!, no sé si se debe a que ha perdido la memoria y ya todo le da igual, o a que ha fallecido, en cuyo caso, todo le da lo mismo. En cualquier caso, es libre de guardar las apariencias.
ResponderEliminarBuen micro. Da qué pensar.
Saludos
Precioso y preciso relato Juana, las normas sociales a veces nos atrapan en sus convecionalismos y nos impiden expresar los sentimientos. Bien llevada la trama de una mujer que desea ser libre, para expresarse libremente en un mundo cerrado. Abrazos Juana.
ResponderEliminarLa muerte de la tiranía y de la losa que mutilaba su existencia abre el telón de otro escenario de vida. Muy bueno, Juana. Un abrazo.
ResponderEliminarHasta la muerte tiene su lado bueno. El alivio llega a menudo a contracorriente, y guiado por el fluir de tus frases, convierte un velatorio en un canto a la libertad.
ResponderEliminarBuen relato, Juana.
Un abrazo