Azul
—Quería tubos de pintura verde, azul, roja, amarilla, rosa, violeta, magenta, naranja, blanca y negra.
—Serían trescientos francos.
—¡Uf! ¿Qué me darías por treinta francos?
—Un par de tubos de pintura azul o un par de tubos de pintura rosa.
—De momento, me quedaré con el azul —dijo Pablo Picasso.
—Serían trescientos francos.
—¡Uf! ¿Qué me darías por treinta francos?
—Un par de tubos de pintura azul o un par de tubos de pintura rosa.
—De momento, me quedaré con el azul —dijo Pablo Picasso.
¿Quién sabe? Tal vez fue eso lo que pasó. ¿Y si hubiera podido comprar todos los tubos? Y si tuvieras tiempo para escribir novelones de 800 páginas, ¿se habría perdido la etapa cincuentista de don Plácido Romero? La vida, a veces, sabe lo que hace.
ResponderEliminarGracias por tu comentario
EliminarYo casi estoy convencido de que esa es la explicación a su Pintura Azul. Hay otros que buscan los orígenes más allá de las estrellas o por los cerros de Úbeda.
ResponderEliminarA veces es más fácil. jejeje!
Me ha gustado mucho. Un abrazaco, Plácido.
Gracias, Isidro
EliminarSeguro qué fue así. Muy original. Un beso.
ResponderEliminarGracias por el comentario
EliminarMe ha encantado, Plácido. Qué frescura tanto en la idea como en el desarrollo de ese soberbio diálogo. Un relato de una sencillez envidiable por eficaz y divertido.
ResponderEliminarUn lujo de historia. Felicidades.
Un fuerte abrazo.
Y es de imaginar que, más tarde, el de la tienda le vendió todos los tubos de pintura rosa. Gracias por el comentario. Saludos
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