En paralelo
Carlos telefoneó de madrugada a la radio para declarar en las ondas el amor que sentía por Elena, su vecina, ignorando que ella había hecho exactamente lo mismo una semana antes. La locutora comentó que aquellas dos vidas estaban abocadas a cruzarse. De momento, ambas, solo deambulaban por planos equidistantes.
Espero que no se crucen en el infinito y que el destino cambie la ecuación de sus vidas. Muy bueno, José Antonio. Un abrazo.
ResponderEliminarEl destino es caprichoso y juega con las personas. A ver si tira bien sus dados y estos vecinos enamorados logran encontrarse.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, José Antonio. Un fuerte abrazo.
¿Cuántas vidas existirán así, queriendo cruzarse pero sin hacerlo? Da que pensar. Bonito y triste a la vez. Me ha encantado. Saludos.
ResponderEliminarEstoy convencido que hay muchos mensajes de amor, de desamor, de ayuda que viajan errantes por las ondas. El milagro es cuando se produce un acertado choque de ondas. Mucha gente creemos en los milagros.
ResponderEliminarMuy buen relato, amigo Barrio. Te envío un abrazo por el que no nos dimos en Sevilla en las locas despedidas, que a veces parecen ondas de radio.
Vaya, se cruzaron sus mensajes de amor. Espero que, algún día, logren darse de pleno, y verse cara a cara para decirse, sin más preámbulos que se quieren, sin "la celestina de las ondas" para confirmárselo. Precioso relato amigo José Antonio. Un fuerte abrazo.
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