Microscurorrelato
El percutir de la lluvia, difuminando el cartel de se vende, hiriendo el tejado de la casa, ya desmantelada; los rodamundos, colándose por la puerta; la gata recién parida, que lanza al viento que desguaza los rincones, un maullido lastimero. Y la pequeña, braceando para alcanzar una de aquellas tetillas.
¡Qué atmósfera! Eduardo, acabas de dejar en ridículo al gigante Netflix. Porque con este relato has resucitado... ¡a la Hammer! Veo esa casa, a Christopher Lee bajando las escaleras con un batín raído, abriendo una trampilla oculta por una alfombra polvorienta y escucho la risa siniestra de la niña gateando hacia el agujero...
ResponderEliminarHola, Patricia.
EliminarEres formidable hasta comentando. Si tú ves esa atmósfera, pues qué quieres que yo te diga, que sí, y que muchas gracias por haberme leído tan atentamente. Oscuro, oscuro, ¿verdad? Y tú lo vuelves aun más todavía con tu comentario: lo conviertes casi en fulgurante. Siniestramente fulgurante, valga decir.
Un beso de los grandes.
Oscuro, sí, como la situación oscura de la pequeña del final. Muy fuerte.
ResponderEliminarTu relato es una fiesta de los sentidos. Auditivo. Sobre todo en el "maullido lastimero", que casi no se lee, se oye. Pero tb. visual.
En cuanto a la función olfativa, se concentraría en la atmósfera, a la que tan bien apunta Patricia. Eso me parece. ¡Ah!, lo táctil lo dejas para la frase final, el ansia instintiva de la niña, tan inquietante por lo demás.
Eduardo, enhorabuena!
Y un abrazo.
Hola, Carmelo.
EliminarSí, si, muy oscuro. La involucración de los sentidos es una buena baza a jugar en un texto, más corto o mas largo. Concierne enseguida al lector. No creas que lo aprendí a la primera, ni mucho menos. Pero de cuando en vez se me viene a las mientes y, zas, queda plasmado en un texto. La atmósfera es otra buena razón para degustar un texto. Y el final , si se puede , debe ser rompedor. Afirmativo, la niña es inquietante, claro que lo es. ¿Abandonada? ¿Intrusa? ¿Le ocurre algo en las piernas, se arrastra? Gracias por tu enhorabuena y por haber leído mi micro con tanta atención.
Un abrazo bien fuerte.
Después de lo dicho arriba solo puedo corroborar cada palabra de Patricia y Carmelo.
ResponderEliminar¡Magistral!
Un abrazo.
Pablo
Hola, Pablo.
EliminarTus palabras valen su peso en platino para mí. Maestro lo eres tú, y a qué negarlo, me honra que califiques mi texto de magistral.
Un abrazo muy grande que te llegue hasta tu Sevilla.
Original y revelador título para un texto ciertamente oscuro, elaborado con "sombrías pinceladas" que envuelven al lector, conduciéndole hasta ese estremecedor final.
ResponderEliminarUn micro magnífico, Eduardo.
Mi sincera enhorabuena (una enhorabuena inmensamente luminosa y mayúscula, como la luz creativa que vive en ti).
Un beso,
Nuria
Hola.
EliminarEstupendo comentario que me devuelve la confianza en mi escritura. No es falsa humildad. Muchas veces creo caminar sobre arenas movedizas. Tus renglones sí que son trasunto de esa inmensa luminosidad mayúscula que te acompaña porque habita a cada paso en tu persona y envuelve en rica magia y plasticidad a quien alcance a leerte. Una enhorabuena sincera vale su peso en platino, repito lo dicho a Pablo. Y por redundar, me despido con la versión adjetiva del adverbio que utilizas:
Un beso inmenso.
Atmósfera totalmente dantesca en la que nos vemos sumergidos, rematada por el escalofriante maullido, ¿Microscurorrelato?, yo no diría tanto, pues incluso en el peor de los escenarios la vida se abre camino braceando para alcanzar el hilo de esperanza de la tetilla de la gata.
ResponderEliminarBill Finger y Bob Kane probablemente encontrarían un filón para crear una nueva historia de Catwoman, Se podría llamar "Selina Kyle, el origen".
Pero bueno no me enrollo mas que tengo que ir a enterarme del precio de la casa -espero que no esté en Galapagar y valga 615.000€- y antes tengo que secarme de la lluvia que me ha calado hasta los huesos y está realmente helada.
Tengo que plantearme seriamente hacer una lista negra de autores a los que no leer, pues sus historias me envuelven y algún día me va a pasar algo
Hola, Irreverente, creo que alguna vez supe tu nombre.
EliminarPues no veas como te adaptas, amigo, a la hora de realizar comentarios. El que se envuelve en tu maestría y sapiencia soy yo, de plano y sin figura de juicio. Has dado con el contraste del texto, la otra cara de la moneda. En efecto, hay esperanza. Queda en el paladar tras la lectura íntegra de las cincuenta palabras. El resplandor tiñe la oscuridad y así has sabido verlo, amigo. No creo que la vivienda esté en Galapagar, pues se vende y lo mismo no se ha "galapagado" por entero. Me parece que su precio no ronda ni en broma la cifra que apuntas y que, sinceramente, me da en la nariz que casi ni alcanzamos a pronunciar. La lluvia es mala para los huesos, condenados, que me lo digan a mí; la lluvia es inocente. Espero que la ficción no te conduzca por malos derroteros, como a otros que yo me sé. Y menos todavía que te ocurra algo con ella, pongamos por caso, que te vuelva reverente. "Desadáptate" por la vía de apremio.
Un abrazo de un rebelde sin causa.
Hola, Eduardo. Aunque últimamente no comento demasiado (a ver si el mes me saco la pereza y los retomo) sigo leyendo los relatos puntualmente y el tuyo me parece la leche, con esa amalgama de imágenes góticas, revestidas de de la sugerencia y el horror. Así que solo me queda sumarme a ese "magistral" de por ahí arriba. Suerte y un abrazo.
ResponderEliminarHola, mi buen y gran Jesús Garabato, rey del laúd y otras gaitas.
EliminarCelebro muy enhorabuena que hayas desistido de la pereza. a mí me encanta hasta el nombre; empiezo a bostezar y me dan muchas ganas de echarme un sueñecito o de tumbarme a la bartola. Te has desemperezado conmigo; por alguien se empieza. Bueno, pues viniendo de una persona que sabe de estos tinglaos, como lo eres tú, que te sumes al buen Pablo, me instala en la maravilla. No creo en la suerte, Jesús, pero sí en la mala, en la mala suerte, quiero decir: son los años.
Un abrazo que me transporte a tu amadas tierras galaicas. Y si pudiera ser al son de esas Cantigas, que ya no se me van a olvidar mientras viva. Muchas gracias, gran amigo mío.
Después de leer los comentarios anteriores poco puedo decir, solamemte recalcar que entre tanto pesimismo y tenebrosidad se abre paso una nueva vida, como tu relato se abre paso ante tanto relato apesadumbrado, y yo soy el primero que los hace, para dejar un buen sabor de boca.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, José Antonio.
EliminarTras la oscuridad, viene la luz. La esperanza, desposeída de su matiz religioso, la esperanza humana y en la humanidad, por mucho que cueste, es lo último que debemos perder. El sentimiento trágico de la vida, sobre el que tan divinamente, valga la ironía, escribió el gran Unamuno, debe verse suplantado por la esperanza, y por la fe humanas en pos de una vida más amable, menos insoportable. Si el texto te ha dejado un buen sabor de boca, miel sobre hojuelas. La pequeña del relato quiere sobrevivir a toda costa. La lucha por la vida, tan barojiana. Muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo muy grande.
Como se ha dicho más arriba, todos los sentidos están componiendo esta atmósfera oscura y desoladora. La lluvia y la casa nos envuelven, resuena en nuestros oídos el maullido lastimero -qué buen uso de la adjetivación-, pero esa niña hambrienta que se arrastra para ser amamantada por la gata nos revuelve el corazón. Es un broche brillante a este soberbio relato, Eduardo.
ResponderEliminarUn enhorabuena mayúsculo y abrazo enorme.
Hola, Carmen.
EliminarSoberbio es contar con comentarios como el tuyo y esa afirmación tan rotunda para con mi texto, que agradezco en el alma. Me presta alas para seguir escribiendo, empeño que tantas veces se me pone cuesta arriba. Los adjetivos conviene rehuirlos como no sean precisos o innovadores. Pero tienen esa función expansiva o de matiz que no conviene perder de vista. Muchísimas gracias, Carmen, amiga mía, y un beso muy grande.
Querido Eduardo, la mayoría de los compañeros ven oscuridad en tu texto, yo, en cambio, lo veo todo muy claro: habilidad, destreza, mucha y buena poesía... Mi enhorabuena, admirado escritor. Eres singular y nunca me dejas indiferente. Ahí radica tu grandeza, en que eres ÚNICO.
ResponderEliminarBesazos.
Hola, María José, gran amiga mía.
EliminarLa que eres única eres tú, como persona y como escritora. Como persona eres insuperable, como escritora, qué voy a decir: pues que tu escritura es polimórfica, que dominas todos los registros, lo cual no es nada sencillo. Se puede ser brillante o muy brillante en una de las ramas de la literatura, pero serlo en todas esta al alcance de muy poquitos y poquitas. Tú tampoco generas indiferencia en mí, la prueba es que releo tus dos libros con un gran placer y estoy esperando a ese poemario como a agua de mayo.
Gracias muchas por tu comentario y un beso así de grande que te llegue, corregido y aumentado, a tus bellas y queridas tierras galaicas.
Visual. Así resumiría tu bello relato Eduardo. Me ha encantado esa forma tan vívida de tus descripciones. Casi puedo tocar con mis manos a esa gata recién parida, a esa casa destartalada y a esa tristeza que se extiende como una nube de neblina sobre ella. Precioso. Un abrazo Eduardo.
ResponderEliminarHola, Carmen.
EliminarUna preciosidad eres tú, poniéndolo de manifiesto en un bellísimo comentario: el que haces de mi texto. la visualidad en un texto invita mucho a su lectura. La involucración de los sentidos todos. Tristeza que cede el paso a unas ganas de sobrevivir grandes de esa pequeña, con todo en contra; su instinto de supervivencia es de primera. Como lo eres tú.
Un beso muy grande.
Este relato me sugiere esas historias de los románticos del XIX, por sus descripciones y el poso que deja una vez leído. Como siempre, un placer asomarnos a tu mundo literario. Abrazos, Eduardo.
ResponderEliminarHola, Pepe.
EliminarGeneroso comentario el tuyo, amigo. El placer es mío, al percibir que mis humildes textos provocan placer. Mi mundo literario, qué expresión tan bonita. Ojalá pueda siempre sostener un cierto nivel de creatividad y de calidad con los que no defraudar.
Un abrazo muy grande.
Pues no tengo más que aportar. Ya está todo dicho.
ResponderEliminarAsí que lo disfruté sin más. Sin analizarlo. Me dejé llevar.
Siempre un placer, Eduardo.
Hola, María.
EliminarPues es un gozo para mí que lo hayas disfrutado. Para qué analizar tanto las cosas. Mejor dejarse ir como es dócil el manantial con su fluir, más dulce o más torrentoso. Siempre un placer, cuanto menos doble, el que te dejes llevar por mi texto.
Un beso muy fuerte.
Un relato donde el tiempo y la muerte quieren invadir el espacio. Pero la vida aún palpita, se arrastra en su interior, una vida a la que la madre naturaleza, en su compasiva sabiduría, dará una oportunidad. Atmósfera lovecraftiana para un relato genial. Un placer leerte, amigo Eduardo. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Salvador.
EliminarGran análisis, amigo, con el que quieres obsequiarme. El tiempo, el espacio, los seres y las cosas. La oscuridad mortuoria y la esclarecedora luz que ampara y vivifica. Esa preciosa segunda oportunidad, que tan atinadamente mencionas. Geniales son tus palabras. Un placer resultar leído por una mente tan portentosa como la tuya.
Un abrazo grande.
con una plácida ductilidad, las rutas de tu lenguaje llenan de imágenes poderosas la estancia de tu relato. Esos dos seres señalados por la vida en medio de un escenario mortecino, subrayan el claroscuro de tu historia y producen un contraste donde consigue sobresalir la luz.
ResponderEliminarUn relato perfecto para disfrutar pero, sobre todo, para aprender.
Felicidades, Eduardo.
Un fuerte abrazo.
Hola, Antonio, caballero de la palabra en el pecho.
ResponderEliminarPara aprender está tu verbo templado a la medida de la ocasión que encaras con toda sutilidad, o ductilidad, que mejor tú dices. Es tan perfecta la exégesis que consigue enmudecer a un verboso de nacimiento en pleno uso y disfrute de sus facultades lectoras. Ave, arbiter elegantiarum, rey de la casa de la palabra, vuelta contigo estancia acogedora.
Un abrazo, amigo, que te llegue ancho y potente a tu Valencia querida.
Me quedo con el final.
ResponderEliminarPoco te puedo decir, ya te han dicho los demás. Un beso.