No es cosa de tres
—Mamá, ¿por qué lo llamamos tío Víctor si no es hermano tuyo ni del papá?
—Pues porque somos viejos amigos.
—¡Ah! ¿Y por qué cuando viene a casa a ti solo te da la mano y al papá lo besa tanto y lo estruja como si quisiera robarle el corazón?
—Pues porque somos viejos amigos.
—¡Ah! ¿Y por qué cuando viene a casa a ti solo te da la mano y al papá lo besa tanto y lo estruja como si quisiera robarle el corazón?
A lo mejor se lo ha robado...
ResponderEliminarEste papá por lo menos tiene el corasón partío... Abrazos, Aurora.
EliminarSe ve que la cosa, en contra del título, es cosa de cuatro.
ResponderEliminarEl niño/a se fija, se fija mucho, no se le pasan desapercibidos los detalles importantes. Y hace preguntas, preguntas incómodas, que acaso no haría si no entendiera, tan bien como él/ella entiende, el significado del término "tío". En realidad lo que está preguntando es qué pinta allí el tío Víctor. Con una inocente preguntita ha radiografiado mejor que nadie lo que de confuso se cuece allí.
Me ha gustado, Pepe.
Un saludo!
Efectivamente un tío puede ser muchas cosas y a los ojos del pequeño/a es algo que no entiende su presencia. Muchos saludos y gracias, Carmelo.
EliminarUn niño muy observador y un tío postizo en el punto de mira. La infancia y sus preguntas sencillas tan difíciles de responder.
ResponderEliminarMuy bueno, Pepe. Un fuerte abrazo.
Gracias Carmen. Esas preguntas inocentes de l@s niñ@s... En más de un aprieto no han puesto a los adultos. Abrazos.
EliminarHola, Pepe. Nada como las preguntas inocentes de un niño para ser conscientes de algo, porque a veces parece que las cosas no son tales hasta que no se dicen en voz alta. Me ha gustado mucho. Saludos.
ResponderEliminarGracias María. Me alegro de que te haya gustado. Abrazos.
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