Torrijas y capirotes
Arriba el telón. Campanillas y saetas. Se desnudan las espaldas. Aguardan voraces las madejas de lino. Los picaos se agachan. Un cristal perfora doce veces su carne. Las fustas se convierten en hisopos de latón y sangre. Capirotes señalando el cielo. Las cámaras, a falta de lágrimas, fingen aplausos entusiastas.
Frases cortas y dinamismo narrativo en este espectáculo sangriento de Semana Santa que deja un regusto amargo. Ni las torrijas del título son capaces de endulzarlo.
ResponderEliminarUn cincuenta con una gran carga crítica, Luis. Un fuerte abrazo.
Gracias, Carmen. Hay veces que me puede la vida.
EliminarEl teatro de las emociones, donde la sobreactuación de la fe deja huérfana la realidad de lo cotidiano. Buenísimo, Luis. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Luis. Hay muchas cosas en este relato. Vivir con fervor un sentimiento religioso frente a vivirlo desde la cultura heredada por vía afectiva. En algunos casos la separación está muy difusa. Y por supuesto hay una tercera opción equivalente a mirarlo todo con los ojos de un turista accidental que el mismo horror le da contemplar una gamba que un nazareno ensangrentado. Muy buen micro, enhorabuena. Un saludo.
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