Última cosecha
Eran las cinco en punto, lo sé por la campanada de la iglesia. Reiteraba esa hora como queriendo pronunciarse ante cualquier otra estación. La puerta permanecía abierta y los visillos, expectantes ante la visita.
Llegó la riada fecundando el campo fértil y yo me abrí de piernas esperando su cosecha.
Llegó la riada fecundando el campo fértil y yo me abrí de piernas esperando su cosecha.
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