A otro perro con ese cuento
La abuela, el leñador, el guardabosques y Caperucita le tendieron una emboscada.
El lobo, que sabía de antemano la intención provocadora y de deshonra hacia él, prefirió eludir enfrentamientos y evitar una cacareada masacre.
Harto de ser siempre el malo de la historia y tragándose su orgullo, escapó del cuento.
El lobo, que sabía de antemano la intención provocadora y de deshonra hacia él, prefirió eludir enfrentamientos y evitar una cacareada masacre.
Harto de ser siempre el malo de la historia y tragándose su orgullo, escapó del cuento.
Bien por el lobo de tú cuento, Isidro, un lobo pacifista, que no quiere servir de blanco de los de siempre. Una adaptación al cuento que lo mejora. Por qué siempre tiene que cargar el lobo con el mochuelo. Vive su vida y deja vivir la de los demás. Me encanta el tratamiento que le has dado. Un abrazo.
ResponderEliminarSupongo que después de cuatrocientos años, el lobo ya estaba hasta las narices de interpretar el mismo papel él y los de su especie, en este y en todos los cuentos. Ya se plantó!
EliminarMuchas gracias, Carmen, por leer y comentar.
Hola, Isidro.
ResponderEliminarComo en el poema: Había una vez un lobito bueno... Le das una ventajosa vuelta a la historia, que no vería con malos ojos mi el mismísimo el señor Parrault, cansado de tantísimas lecturas en el sentido que conocemos. A mí desde luego me encanta. Un lobo tomándose un sándwich vegetal sería la monda. Los malos en tu texto son los otros (el mal son los otros, que dijera Malraux):la abuela, Caperucita, el guardabosques , el leñador... El lobo, de cualquier forma no es tan buenazo, estaba harto ya de su papel y tuvo que tragarse su orgullo de depredador. Ahí está el conflicto del microcuento. El título es soberbio, jugando a tu favor con la frase hecha. Y el final, atómico. Casi siempre es muy recomendable la escapada como solución, escapar del cuento, sí señor.
Sobre bien escrito, tu micro fulgura de bondades literarias.
Mi más muy mayor enhorabuena.
Y un abrazo muy grande.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarSi levantaran la cabeza muchos cuentistas, incrédulos dirían: ¡A otro PERRAULT con ese cuento!
EliminarEstoy completamente de acuerdo contigo en que los malos son "Los Otros" hasta suena a malvado, a omnipresente pero invisible... Si se reescribiera ahora el cuento, se llamaría "Caperucita y el Otro" (¡suena terrorífico!) Lo único bueno de esto, es que está bien que existan "Ellos" y "Los Otros" pues así podremos echarles la culpa de todo lo que queramos y así evitar culpas propias.
Mil gracias, amigo Edu, por leer y comentar.
Un muy fuerte abrazo de los tuyos.
Bien hecho, Isidro. Ya está bien de identificar al lobo con el malo del cuento. Tu protagonista prefiere salirse y no formar parte del asunto. Enhorabuena.
ResponderEliminarEs verdad, si hasta son bonitos los lobos. ¡Vaya fama que les ha perseguido a los pobres! Porque en cincuenta palabras no cabe, pero estoy seguro que si sigo el cuento, son capaces de tildarlo de "gallina" y "cobarde" la abuela, el leñador, los parroquianos...
Eliminar¡Vivir para ver!, jejeje!
Muchas gracias,Aurora, por tu comentario.
Muy bueno tío. Un malo harto de su etiqueta. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarSí, ya sabes el refrán de "coge buena fama y..."
EliminarMuchas gracias, sobrino.
Besos y abrazos.
En los cuentos clásicos todo está muy claro, los malos (brujas, lobos, madrastras, piratas) son malísimos y se sabe a ciencia cierta quienes son desde el principio. Al final la moraleja de todas esas historias, preciosas por otra parte, es que el mal nunca triunfa y tiene su castigo. Pero resulta que los que fuimos niños ya no lo somos y el paso de los años nos ha enseñado algo, que las etiquetas son algo muy relativo, que ninguna verdad es absoluta. Ni los malos lo son del todo, ni los buenos son tan buenos. El lobo no era peor que el resto de personajes en el fondo, lo ha demostrado con ese golpe de dignidad, al marcharse, harto de que le utilicen A ver cómo se las apañan ahora para terminar el cuento, impensable sin su colaboración.
ResponderEliminarMuy buen vuelta de tuerca y reescritura del personaje
Un abrazaco, o dos, Isidro
Imagino que si ahora los Grim, Andersen, Perrault vivieran, en vez de marcar con etiquetas, yo creo que, para cada historia, harían un sorteo de etiquetas entre los protagonistas de esos cuentos y si te ha tocado, te ha tocado. De esa forma, alcanzarían la "corrección política" y no se equivocarían categóricamente.
EliminarMil gracias por tu, como siempre, generoso comentario, amigo Ángel.
Dos fuertes abrazacos, maestro.
Ese lobo sabe lo que se hace. A ver de qué son capaces los personajes del cuento sin su concurso. Esa caperucita siempre me ha dado mala espina, no me ha parecido nunca trigo limpio. ¿Será que prefiero estar del lado de los perdedores?. Muy bueno el relato, Isidro, abrazos.
ResponderEliminarEs que también es reconocida, y con razón, la astucia del lobo que, por cierto, es mucho mayor que la del zorro y la zorra, ¡Dónde va parar!
EliminarEstoy contigo que el lobo es mucho lobo y a nadie deja indiferente, también por eso, se merece un mejor estatus en la historia. jejeje!
Muchas gracias, Pepe por leer y comentar.
Un fuerte abrazo, amigo.
Admiro tu infatigable imaginación. En realidad, los cuentos clásicos originales no eran para niños sino viejas leyebdas adaptadas, algunas incluso de miedo. Los niños escuchan demasiada violencia en las historias de antaño. Lobos que cinen personas, madrastras capaces de matar, brujas que comen niños. Terrible verdad? Mejor que el lobo esté cansado de todo esto y se declare en huelga. Genial Isidro.
ResponderEliminarEs cierto que gracias a la literatura, o mejor, al documento escrito y a trazos pintados en cuadros y en cuevas, la humanidad ha conocido su historia, pero la perspectiva del tiempo nos debe hacer entender que seguimos en la búsqueda de todo (El bien, la perfección, la belleza, longevidad... etc) y sobre todo me ha enseñado que hoy, en nuestro tiempo, no somos los mejores ni hemos llegado a la meta de nada, ni debemos juzgar con nuestras actuales ideas y leyes, lo qeu hicieron nuestros antepasados.
EliminarDe todo se obtiene experiencia y el lobo, hoy nos ha dado una lección de humanidad.
(Vaya rollo que me cojo yo solito! Perdón)
Mil gracias por leer y comentar, amiga Clara, mi estimada presidenta!
Un fuerte abrazo.
Perdón por los errores de escritura: leyendas y comen son las palabras correctas. Un abrazo.
ResponderEliminarEl lobo, tras muchos años resignado en el mismo papel, ha llegado a la conclusión de que es mejor plegar orgullo y garras para, no solo aparcar el papel impuesto de malo, sino también para impedir que el resto opte al rol de buenos. Muy bueno, Isidro, mis felicitaciones. ¡Por fin un poco de cordura! ;-) Un beso.
ResponderEliminarA ver si se enteran los cuentistas que hay otros malos por ahí. Incluso -dice el lobo- "peores que nosotros"
EliminarY nadie dice nada, porque quien calla otorga.
Muchas gracias Matrioska por tu gentil comentario.
Un beso.
Ser siempre el malo de la historia ha llegado a hartar al lobo. Su renuncia es un acto de insumisión en contra del narrador, un acto de dignidad pacifista, pero también una venganza que cuestiona la bondad del resto de personajes. Y es que en la vida real los papeles se confunden y, a veces, nadie es lo que parece.
ResponderEliminarExcelente revisión del clásico, Isidro. Me ha encantado. Un abrazo enorme.
Dices, muy bien dicho, "Cuestionar la bondad del resto de personajes"... pues es también un buen ejercicio de psicología y sociología, porque, aprovechando la época con un símil futbolístico, no se juega igual en casa que en campo contrario, ni tampoco se juega igual con unos compañeros de equipo que con otros (Que se lo pregunten a Messi).
EliminarMuy afinada y acertada tu apreciación.
Mil gracias por tus generosos comentarios y un fuerte abrazo.
Qué listo el lobo; se había leído el cuento antes de ponerse a deambular por el bosque. Ya me gustaría a mí leer de antemano el mío y poder dar leña a los guardalobos que van de abuelita.
ResponderEliminarQue no nos falte esa imaginación tuya, Isidro, ni tus ganas de ponerla en letra.
Un abrazo.
Quizás lo que le hace listo al lobo, es haber leído muchos cuentos sobre sus congéneres. Felicidades porque ha sabido sacarle partido y sabiduría a la literatura. A ti, a mí igual que a muchos (todos?) humanos, también nos ha servido de guía la lectura, incluso de cuentos.
EliminarMil gracias por leer y comentar. Un fortísimo abrazo, Antonio.
De entrada, me he acordado del poema de José Agustín Goytisolo titulado El lobito bueno –que ya ha mencionado Eduardo-, que musicó Paco Ibáñez, al cual maltrataban todos los corderos, advertencia que puede unirse a aquella de fíate de la Virgen y no corras; lo que, sin suponer que uno deba convertirse en un cínico, sí que debe indicarnos que nada es simple y, por tanto, a los asuntos hay que darles muchas vueltas para verlos con un poco de claridad.
ResponderEliminarDesde luego, el lobo de tu microcuento ha adquirido bastante sabiduría en la universidad de la vida y, de entrada, sabe que tiene mala prensa, o sea, que volviendo a las frases hechas y al refranero ha aprendido aquello de cría fama y échate a dormir, por tanto, haga lo que haga y diga lo que diga siempre será el malo de la historia, el villano que quiere la perdición de la cándida Caperucita, la cual, quizá ha sido la que ha imaginado el plan y se lo ha propuesto al resto de protagonistas del cuento para acabar con él.
Desde luego, en ese cuento del que acaba huyendo no tiene nada que hacer, pues todos se han confabulado en su contra, así que podemos deducir que ha obrado con prudencia y sabiduría.
Aparte de eso, la moraleja final podría ser aquella también tan consabida de que las apariencias y engañan, y todos tenemos experiencias al respecto, supongo, a la hora de haber juzgado mal a algunas personas, tanto en lo positivo como en lo negativo, lo que, a veces, nos causa grandes males, y creo que de esto no se libra nadie, ejemplos hay muchos en la vida real.
Muy buena vuelta de tuerca al famoso cuento en particular y a todos los cuentos en general. Enhorabuena y un abrazo fuerte, Isidro.
No puedo añadir ni una palabra más a tu magnífico y completo comentario. Sólo me queda enviarte un fuerte y sincero abrazo de agradecimiento y amistad, amigo Enrique.
EliminarMil gracias.
A veces cansa es ser el malo del cuento, y si encima se juntan los buenos en contra...pues eso, un chao y a otra cosa. Espero que haya aprendido. Un beso.
ResponderEliminarYo también creo que estarán cansados de ese rol los lobos. Quizás por eso alguna veces se disfracen con pieles de oveja o de la misma abuelita. A veces se dejan las orejas fuera del disfraz y entonces... dan muchas pistas. jejeje!
EliminarUn abrazo, Maite y mil gracias por leer y comentar.
Isidro cría fama y échate a dormir, eso le pasa al pobre lobo, incluso entre los milagros de tu santo homónimo, hay uno sobre un burro y un lobo, en el que este termina muerto -parece que Dios ha sido desde siempre más partidario de los asnos- es el sino de quien nace con mala estrella -dicen que quien nace lechón muere cochino- tu historia, como los propios cuentos tiene moraleja, y es que si algunas veces nos tragásemos nuestro orgullo y nos saliésemos del guión preestablecido nos iría mucho mejor (o no), pero desde luego el ser reverente con nuestro rol, y adaptarnos al argumentario que los demás escriben para nosotros nos lleva a ser ovejas, con mucha más tranquilidad y facilidad para llenar la panza, pero sin la libertad que tiene el lobo incluso para decidir salirse del cuento y dejar sin argumentario al mismísimo Charles Perrault, o a su anónimo autor
ResponderEliminarTras tu explicación, ya sé el porqué de tu pseudónimo. jejeje!
EliminarEstoy completamente de acuerdo contigo, D. Irreverente (¿O Prefieres, Sr. Inadaptado?
Muchas gracias, amigo. Un fuerte abrazo.