¿A qué suena el vacío?
Volteó al cielo, miró más allá de donde debería estar el dios del que tanto escuchó hablar; comprobó que ya no existe.
Su pregunta resonó en la vaciedad entre planetas, asteroides, satélites y soles. La respuesta le rugió en las entrañas, el estómago le dolía de tanto aguantar el hambre.
Su pregunta resonó en la vaciedad entre planetas, asteroides, satélites y soles. La respuesta le rugió en las entrañas, el estómago le dolía de tanto aguantar el hambre.
Me gusta tu sentido del humor. Un relato gracioso y muy bien escrito Cristopher.
ResponderEliminarUn saludo
El sonido de un estómago vacío no es nada comparado con la inmensidad del universo, pero tu personaje lo percibe como un ruido terrible, una estridencia prioritaria, que pone a las claras una necesidad acuciante que no es capaz de satisfacer. El que, en su desesperación, el todopoderoso creador de todo permanezca silencioso a su pregunta, le impulsa a dejar de creer para siempre en su existencia.
ResponderEliminarDrama y buen humor se conjugan en este relato, donde la verdadera protagonista es la necesidad.
Un saludo, Cristopher
El vacío,un tema de mucho contenido.
ResponderEliminarEl vacío como inquietud metafísica por un lado y por el otro que acompaña al malestar en el estómago. Y como sustrato de la soledad. Algunos artistas se han visto atraídos con mucha fuerza por el vacío. Jorge Oteiza fue uno de ellos, lo interpretó e intentó acotarlo en sus esculturas. No sé si él quiso llenar el vacío o lo que pretendió fue desnudarlo, que en sí ya es audaz empeño.
Me ha gustado, Cristopher J., que hayas tomado el universo como marco de tu relato y reflexión. Y asimismo el simpático contraste con ese otro vacío más terrenal y tangible del crujido producido por el hambre.
¡Ah! y el vacío del suicida que como tal se arroja en el vacío de la nada. No necesariamente por el procedimiento de precipitación en el vacío-vacío.
Felicidades C. Josué!
El hambre puede ser a veces más intensa que el universo.
ResponderEliminarSaludos
Ese vacío es tan cruel que, en cuanto pruebes bocado alguno, sentiras que conoces a dios en persona.
ResponderEliminarBuen cuento. Enhorabuena.
Ya anunció Nietzsche que Dios había muerto. Ante el enorme vacío existencial, tu protagonista interroga a la inmensidad del Universo. La respuesta se halla en sí mismo, en el crujido acuciante del hambre. No existe mejor respuesta que el sentido de la supervivencia.
ResponderEliminarGran relato, Cristopher. Un fuerte abrazo.
Aún con una pizca de aire, podríamos rechazar la concepción del vacío físico; pero en su uso metafórico, ese espacio existe, provocado por la ausencia de personas, sentimientos, palabras...de respuestas, y es necesario cubrirlo con otros placeres.
ResponderEliminarExcelente cuento, siempre invitas a la reflexión.
Un abrazo =),
Aiza