Cuento real
La doncella besó la rana. Apareció el príncipe soñado, quien la hizo suya.
En el castillo fue recibida a ritmo de trompetas. Festejaron el ceremonial rematado por banquete pantagruélico.
De copas de oro libaron reserva corinto. La bandeja de plata ofreció al soberano la pechuga y muslos de la enamorada.
En el castillo fue recibida a ritmo de trompetas. Festejaron el ceremonial rematado por banquete pantagruélico.
De copas de oro libaron reserva corinto. La bandeja de plata ofreció al soberano la pechuga y muslos de la enamorada.
Juegas, María Jesús, muy bien con el título haciéndolo más extensivo:regio y verídico. Le das un formidable giro a la historia clásica, de manera que la exdoncella termina siendo canibalizada por el soberano de esa corte y compañía. Un original punto de vista y una peripecia muy bien escrita merecen mi más muy mayor enhorabuena.
ResponderEliminarUn beso grande.
Agradezco tu comentario, Eduardo, siempre tan amable conmigo.
EliminarSaludos virtuales.
El cuento clásico "chica-besa-rana-y-termina-en-la-corte" sirve como cebo y trampa mortal del todo inesperada. El título, además de hacer referencia a la sangre azul de algunos de los protagonistas, contribuye a poner los pelos de punta al añadirle verosimilitud.
ResponderEliminarmuy curioso y bien contado, realmente sorprende.
Un abrazo, María Jesús
Muchas gracias, mi fiel lector. Siempre resaltando los aciertos del micro, y obviando los defectos, que contiene.
EliminarOtro abrazo para ti, Ángel.
Del festín de las sábanas pasó la doncella al festín caníbal como vianda. Aunque tiene marchamo de cuento, la cruda realidad está detrás de esta impresionante vuelta de tuerca que rompe el idílico hilo de las historias de príncipes y princesas.
ResponderEliminarUn abrazo, Mª Jesús.
Manuel, Me encantan tus comentarios. Me haces creerme "Nobel", con B, y no de burro, precisamente.
EliminarMil abrazos y besitos virtuales.
Menuda sorpresa, me ha gustado el giro que das a los cuentos. Un beso.
ResponderEliminarSois todos encantadores. Así da gusto publicar micros.
EliminarBesito y abracito virtual, Maite.
Ancas de princesa para el príncipe rana. Muy original tu propuesta, María Jesús, con un final a bocajarro, inesperado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Exquisito manjar las ancas, y si son de una joven doncella, miel para la boca del sapo.
EliminarMuchas gracias, Antonio.
Anda, que...tu ironía no tiene límites. Tan solo espero que esas ancas-muslos estuvieran en buen estado porque todos conocemos doncellas un tanto pasadas...
ResponderEliminarMe ha complacido su relato, señorita.