Ellos esperan afuera
"¡Ay, madre, qué miedo tengo. He de salir a la calle, afuera esperan ellos, los que desean sangre! ¡Ay madre, me han de matar y no puedo evitarlo!".
Y lo mataron. Y no pudo evitarlo, deseaban sangre. Lo dejó escrito él mismo, Joseba Pagazaurtundua, una buena persona. ¡Ay, madre, ay!
Y lo mataron. Y no pudo evitarlo, deseaban sangre. Lo dejó escrito él mismo, Joseba Pagazaurtundua, una buena persona. ¡Ay, madre, ay!
Si se tratase se un personaje literario, como Santiago Nasar, en "Crónica de una muerte anunciada", hablaríamos de la maestría del admirado Gabo. Por desgracia, esa angustia fue real y se consumó la peor de las fatalidades. Esos "ellos" no tuvieron piedad y, como en tantos otros casos, alguien fue víctima inocente de un fanatismo ciego y sin sentido. El problema no es solo qué ocurrió, sino que todo está demasiado reciente y heridas tan profundas no cicatrizan de una forma sencilla.
ResponderEliminar"Me han de matar y no puedo evitarlo", una frase que es una historia en si misma y encierra la mayor de las tragedias, que tú has sabido traer desde el punto de visto más humano.
Un abrazo, Carmelo
Ángel, con qué brillante comentario nos obsequias. Tan completo y, sobre todo, muy humano.
ResponderEliminarSería muy bonito que la familia del asesinado Joseba, la propia madre, su hermana...tuvieran noticia de este pequeño recuerdo-homenaje en nuestro cibernético rincón literario.
Muchísimas gracias.
Y un fuerte abrazo!
Sin palabras.
ResponderEliminarUn abrazo Ángel.
Hola, Carmelo. Nos dejas un duro y certero (acertado, razonable y que consigue el fin que se propone, no su otra, en estos casos, maldita acepción) texto. Para pensar. Como curiosidad y para mi mal, aunque suelo leer varios periódicos, no recuerdo haber oído hablar de esas cartas. Gracias por dármelas a conocer. Un saludo y suerte.
ResponderEliminarJesús, gracias por tu afable y cercano comentario.
ResponderEliminarEstoy contigo y tb. con lunanegra que se queda sin palabras. Es tan cruda e inhumana esta realidad que se narra que invita al silencio respetuoso. Sí.
Pero es que sus responsables buscaban y buscan eso, el silencio de los aterrorizados, y entonces acaso haya que hacer un esfuerzo para hablar, no callar. ¿No es suficiente el silencio que a Joseba impusieron a tiros? Supongo que lo es.
Abrazos para vosotros dos!
No solo me gusta la forma en que has escrito tu micro, en esas dos partes bien definidas en las que hay un grito de desesperanza y luego la respuesta trágica a esas palabras, sino que el fondo, la historia de un hombre bueno que, como tantos otros cayeron a manos del terrorismo, me llega hasta lo más profundo y vuelve a dejar a la intemperie las carencias de esos seres humanos que querían llevar la razón a golpe de pistola.
ResponderEliminarAhora que ETA ha dejado las armas, parece que hay gente que quiere tapar sus vergüenzas con la excusa que era una época diferente y pasada. En estos tiempos que queremos que la memoria histórica haga justicia con los olvidados de la Guerra Civil, me parece un gran acierto y homenaje que tú hayas querido homenajear, recordando a un hombre que fue militante de ETA, que supo rectificar, que fue bueno, valiente y al que el consejero de Interior del Gobierno vasco no quiso escuchar. Y al que le negaron un reconocimiento a su persona algunos partidos políticos.
¡Bravo, Carmelo!
Un abrazo.
Pablo
Pablo, creo que tu comentario enriquece y contextualiza el horror de este relato tan triste. A mi modo de ver sirve tb. para coser la realidad de unos hecho históricos y el contenido de un relato.
EliminarPpor medio una ideología tan alejada de la realidad como para ensañarse en asesinatos concienzudos y sistemáticos. Espantoso.
Algo que se acerca bastante a la ficción, a su lado más despreciable acaso, si aceptamos que como la realidad tb. la ficción (¿la "ficción"?)tiene ese lado negativo.
Pero estamos ante una "ficción" real, traumática, y esto es lo más escalofriante.
Te agradezco mucho el comentario, tan bien planteado como acostumbras, y tu confesión de que te ha llegado hasta lo más profundo. Esto se debe - y no creo equivocarme - a que eres una persona profundamente humana y nada humano (más si es de este tenor) te es ajeno.
Es un lujo tenerte en este espacio literario.
Muchas gracias y un fuerte abrazo, Pablo.
Hola, Carmelo.
ResponderEliminarMenos mal que ETA (Ese Tamaño Oprobio, por llamarlo de alguna manera) decidió dejar las armas de lado. El hombre que es hombre verdaderamente tiene otras armas de su parte en la lucha por la vida y para hacer de la existencia algo más bonancible de lo que es en realidad. Nunca sobran testimonios contra una causa tan aberrante y tan horripilante como la de "Ellos". Y vinieron ellos y... Con tu microcuento nos pones un nudo en la garganta, que ya resultó malamente atenazada cuando tuvieron lugar los hechos que recrean tus renglones. Por sobre bien escritos, destaca la carga explosiva, acaso nunca mejor traido (humildemente) el tandem sustantivo-adjetivo, la sustancia que subyace: la brutal inhumanidad, opuesta de cara a toda ética y a cualquier género de justicia imaginable. Es muy manido aquello de "para que no se vuelva a repetir", pues sí, pues eso, para que no tengan lugar hechos tan sin sentido como aquellos que segaron la vida de un hombre noble y bueno, Joseba Pagazaurtundua. A su memoria, aun más que a ti mismo, Carmelo, y a sus familiares, más remotos y más cercanos, dedico estas palabras que se quedan cortas, muy chatas, frente al dolor que a buen seguro todavía remuerde sus almas. Porque la paz no se quede nunca relegada a una bonita palabra aguda.
Un abrazo fuerte, y mi más muy mayor enhorabuena, amigo.
Eduardo, espero que ya estés bien, recuperado. Un abrazo!
EliminarEl relato recuerda la sucesión de asesinatos interminables y el terror de la población. Tienes toda la razón al decir eso del "nudo en la garganta". Fueron muchos nudos durante demasiados años. Y vileza a espuertas.
En cuanto al micro, poco he escrito yo, pues recojo el escrito (entre comillas) del Joseba P.
Sí logras tú bordar sentidas palabras de homenaje que consolarán un poco, eso deseo,a sus familiares.
Antes de acabar este comentario de tu comentario, decir que los victimarios, expertos en RIP, tantísimas víctimas obligadas por ellos a "descansar" en paz, no parece aceptable que ahora se autoerijan en artífices de la paz.
Me parece demasiado!
Gracias por tus palabras, Eduardo, y mucha suerte en todo!
Este relato tuyo derrama desconsoladora impotencia, una contención explosiva, una abrumadora serenidad. Siempre he pensado que quien mata, también muere. En este caso, has conseguido que quienes lo mataron, murieran dos veces.
ResponderEliminarUn abrazo, Carmelo.
Antonio, nos aportas una reflexión muy original, certera y profunda sobre la altísima implicación entre matar y ser matado.
EliminarMuy agudo. Me ha encantado.
Un abrazo!
Desgarrador lamento de quien sabe que va a morir, que sus asesinos lo esperan tan cerca y nada puede contra ellos. Nos traes a la memoria la tragedia de este hombre y todo el terror vivido durante décadas. Cómo no conmoverse.
ResponderEliminarBrillante homenaje, Carmelo. Un gran abrazo.
Carmen, gracias por tu comentario. Es tal como lo resumes. Las palabras clave son: indignación por esos esos hechos despreciables, invitación a conmoverse desde un sentir humano, memoria y homenaje a las víctimas.
EliminarUn abrazo!
¡Ah, qué duro Carmelo! Ni en las peores pesadillas podría uno ponerse en el lugar de personas condenadas por quienes hablan de liberar la opresión de un pueblo. Paradojas y dolor. La historia nos nutre de agravios e injusticias a lo ancho y largo de la línea del tiempo.
ResponderEliminarSuenan estas palabras que invocas de Joseba como un canto lorquiano dolido de muerte profunda, o como crónica de una muerte anunciada.
Lo que me provoca de tiempo y lugar es la desfachatez de los asesinos, como la tienen ahora los corruptos, para justificar lo injustificable y seguir sacando filo a sus machetes justicieros.
Ojalá una epidemia de paz y bondad, los arrase, los convierta de nuevo en seres falibles, frágiles, sujetos a errores, abjuradores de la tiranía y del dogma violenta.
A la memoria de las víctimas, de todas las víctimas, de antes y de ahora, un noble homenaje en el recuerdo y un deseo: ojalá se extinga la casta innoble de los ajusticiadores.
Me dejas asomado al pozo oscuro que nos refleja en su sombra. Temblando.
Esto y un abrazo, Carmelo.
Sí, Manuel, estoy contigo, es muy triste y para temblar.
ResponderEliminarQué bien traída la alusión a GGM y,sobre todo el lorquiano "que no quiero verla" (la sangre, la muerte).
Cuidado con los que se arrogan el papel de liberadores. Cuidado con aquellos dados a obligar a los demás, imponerles su verdad, marcarles el paso, vigilarlos y amenazarlos, incluso matarlos después de torturarles con herramientas terroristas bien afiladas. Joseba P., y tantos más, vivió esa clase de tortura.
Aflora una sobrecarga de desfachatez y brutalidad en la gente mala. En ellos y los que les jalean. El silencio social indolente abona la banalidad del mal.
El bien y el mal. El niño deja de serlo cuando conoce el mal. El adulto corre el peligro de preterir el mal al bien.El adulto maduro se va haciendo sabio conforme consigue ser bueno sin olvidar que existe la maldad, e incluso llega a saber que son inseparables.
Agradezco, como siempre, la calidad de tus palabras verdaderas.
Un abrazo, Manuel!
Rotundo e incontestable este documento, al igual que tremendamente doloroso, debido sobre todo al acierto de haberlo contado desde dentro, donde el miedo ante un peligro tan evidente se manifiesta en un estremecedor lamento de impotencia. Ese grito de desamparo, dirigido a su madre, para mí tiene reminiscencias lorquianas.
ResponderEliminarBravo, Carmelo, y gracias por esta aportación a favor de la paz y en contra de la peligrosa cerrazón mental.
Un abrazo.
Enrique muchas gracias por tu comentario. Me limito, además, a resaltar algunas muy significaivas palabras de tu generoso comentario:
ResponderEliminar- Dolor, dolor rotundo.
- Miedo
- Impotencia
- Desamparo
¡Un fuerte abrazo, Rafa!
*Enrique, disculpa el lapsus al final, pues acababa de escribir a este compañero y se ve que se me han cruzado los cables.
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