La sequía
Terminó la siembra exhausta, mientras que él se mantenía firme, sostenido por una testarudez que la severa sequía no había doblegado. Se repuso, animada por la satisfacción que sentía de ver complacido al marido, lo acompañó a la choza y se durmieron, con la inconfesable duda, ella, de que llueva.
Dos supervivientes, dos valientes. Él, no piensa en que tanto esfuerzo quizá no sirva para nada, por culpa de la obstinada climatología. A ella, más pegada a la realidad, le preocupa más su situación precaria. Los dos son admirables, porque hacen lo que deben, al poner de su parte cuanto pueden y ahí radica su mérito.
ResponderEliminarUn relato sobre la resistencia a la adversidad.
Un saludo, tocayo
Si no lo he interpretado mal, y creo que no, diré que tu metáfora está narrada con tal delicadeza que ambos personajes se merecen esa lluvia, que llegará, seguro. Un saludo Ángel.
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