Una habitación con vistas
Qué maravilla. Cuando llegué a la ciudad, no pensaba encontrarme con tanta belleza. Qué iluminado está todo. Y qué hermosas esas esculturas. Y las rosas. Ojalá pudiera verlas mi madre. No, por favor. No cierre aún las contras. Ya sé que hace frío. Yo también lo sufro bajo el cobertizo.
Hola, Jesús, príncipe del laúd, gran amigo mío.
ResponderEliminarUn texto el donde alguien se maravilla tiene que terminar siendo maravilloso; en efecto, lo es. A este ser le sorprende la belleza de la ciudad, presuponiendo el lector que no era un urbanita. Ese agrado lo empaña únicamente la ausencia de su madre, a la que le encantaban las rosas y le hubiera alegrado la vista contemplar las rosas de ciudad. Es un personaje misterioso: llegó a la ciudad. Y que, a pesar del frío, y del lugar en que se encuentra, expuesto completamente a él, bajo el cobertizo, pide que no se cierren las contras de los ventanales o ventanas. El microcuento contiene toda una exaltación del sentido de la vista y de la belleza, aun de la urbanita, ¿por qué no? y de las espléndidas vistas desde esa habitación.
Mi más muy mayor enhorabuena y un abrazo inmenso vía A Coruña.
Con tu permiso, Jesús, voy a aventurarme y, a tumba abierta, me lanzo a una posible interpretación que bien pudiera ser errónea. En un primer momento he pensado que las vistas a las que se refiere tu protagonista: flores y esculturas, podrían corresponder a un camposanto, con lo que estaríamos hablando de un difunto. La referencia a su madre ausente vendría dada porque ella está enterrada en un cementerio distinto, posiblemente en el pueblo de origen de ambos. Después, las contras o contraventanas y el cobertizo me han llevado a pensar en un lugar oscuro, húmedo, humilde y pobre, un micromundo muy distinto a esa ciudad que ha maravillado y sorprendido al protagonista, pero de la que no termina de disfrutar del todo, tal vez porque su vivienda no dispone de las condiciones mínimas, ni del aislamiento debido.
ResponderEliminarEn todo caso, un canto a la belleza, posible bajo cualquier circunstancia y lugar si se sabe apreciar.
(Corrígeme sin miedo en lo que me haya equivocado).
Un abrazo, Jesús
Muchas gracias, Eduardo y Ángel, por vuestros más que amables comentarios. Como sucede tantas veces, me sorprendo (supongo que lo mismo nos pasará a todos) con las varias "interpretaciones" que puede llegar a generar la lectura de un texto. Yo lo veo como algo positivo, aunque pueda hacernos dudar de si hemos sabido "imponer" nuestra visión de la ("nuestra") historia. Vuestras lecturas son magníficas. Os cuento la mía, más mundana; y puede que tópica.
ResponderEliminarAunque últimamente no escribo demasiado, por ahora intento serle fiel a un par de foros. Uno de mis "métodos creativos" es el uso de frases hechas, refranes, títulos de películas o libros como título y disparador para que surja una historia. En ocasiones, alterado. A veces, simplemente juego con su "sonoridad", no con el posible "fondo" de podría ocultar ese título. Es el caso de este relato. No me interesaba la historia del libro, que no he leído, pero si visto su adaptación al cine. Me pregunté por esas vistas desde la habitación, y me dije que por qué no podría ser la habitación ese panorama. Mi idea era que un vagabundo, por ejemplo, llegase a una nueva ciudad y al resguardarse para dormir bajo unos soportales descubriera las vistas tras un ventanal: esa belleza en forma de flores, de esculturas (para evitar "cuadros"). Gracias otra vez. Abrazos.
Jesús, acabo de leer tu explicación del texto. Pienso que se ve claramente esa referencia a la pobreza y a los sueños del protagonista. Es un microrrelato muy bueno, pero eso no es extraño en ti. Tienes un don para la escritura, del que no pareces ser muy consciente. Enhorabuena y mucha suerte. Besos.
ResponderEliminarLa belleza sólo existe tras el ojo de quien la aprecia. A veces, el ser humano es una como geoda; feo y áspero por fuera, pero deslumbrante por dentro, como tu personaje, como tu relato.
ResponderEliminarFelicidades, Jesús.
Un abrazo.
El final supone una sorpresa inesperada que te agudiza el deseo de releer un texto evocador, sensible y lleno de matices que me ha encantado. He visualizado el cobertizo, me he imaginado a la madre, e incluso he dado forma, gracias a ese poso de misterio, a la persona que vive al otro lado de esas contras. Un muy buen relato, Jesús, de verdad. Mucha suerte y un abrazo.
ResponderEliminarJesús, yo he pasado de la contemplación de un jardín urbano a un cementerio -como le ha ocurrido a Ángel- y después, al humilde cobertizo del final. Sea como fuere, lo más destacable es la mirada del protagonista, que sabe apreciar la belleza allá donde se encuentre.
ResponderEliminarMuy buen micro. Un fuerte abrazo.
Hola, Jesús, me gusta el giro que has dado a las vistas. Ese contemplar un interior amueblado desde fuera como si se tratase de un paisaje, constituye toda una declaración de intenciones y un hallazgo, pues crea todo un personaje: el de un observador externo colocado en una situación de admiración contemplativa que nos sirve para detectar su procedencia, o al menos, su situación.
ResponderEliminarOriginal punto de vista y, para mi gusto, resuelto con mucha eficacia. Por cierto, la película a la que hace referencia el título, también me encantó. Un fuerte abrazo.
Intuyo que ha marchado a la cuidad tras la muerte de su madre. De escasos recursos, sobrevive en una chabola y admira la belleza que guardan las casas en su interior. Su única pena, a pesar de todo, es que su madre no lo llegará a ver.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Siguiendo la lectura, has recreado un cuadro.
Saludos
María Galerna
Una habitación con vistas es la petición de muchos turistas en hoteles, hostales y otros alojamientos, sobre todo si el lugar al que van es uno de esos de singular belleza paisajística o urbana.
ResponderEliminarEl personaje de tu microcuento, que le habla a otra persona de la que nada sabemos, está disfrutando de esas vistas que nos va describiendo, y que le parecen tan hermosas, pero dentro de esa armonía, de esa belleza que imaginamos, se introducen los elementos discordantes que esconden algunas de las verdades de ese personaje; la primera es la ausencia de su madre, el que diga que ojalá pudiese verlas su madre, indica que, o bien está muerta, o bien es vieja, o está enferma, o es muy pobre, y no puede ir a ninguna parte que no sea el humilde lugar donde vive. Luego, indica que hace frío, lo que ya le quita parte del disfrute a esa contemplación, pero es que, además, ese frío va a tener que soportarlo, pues está bajo un cobertizo y, seguramente, tendrá que pasar ahí la noche para guarecerse como pueda.
Leído tu microcuento, me ha traído a la memoria al personaje de la novela de Knut Hamsun, Hambre, el cual deambula por una ciudad y siente las mordeduras del hambre, ese martirio que ninguno de nosotros hemos sufrido y que Miguel Hernández, en el inicio de uno de sus poemas, nos dice que hay que tener presente.
Enhorabuena por este texto, Jesús, un abrazo.
El título ya me llevó a la película, y después he visto lo que has querido con tu mirada, bella y amorosa, las contras cerradas y ya das carpetazo para el final,que casi somos todos soñando con unas vistas maravillosas. Muy bueno, Jesús.Un beso.
ResponderEliminar