Anda a contar las estrellas
Ya despuntaba el primer lucero en el altozano. Las terrazas ardían y las copas chocaban, junto al fiambre, bajo racimos de cristales. Pero solamente una niña acodada en la balaustrada lo contemplaba: no como un astro antiguo, sino como un punto que, si alcanzaba, se lo mostraría a sus tíos.
Valerosa esta niña. Ajena al peligro se centra en la "vistosidad" del horror de bombas y misiles lanzadas por la codicia del hombre.
ResponderEliminarSuerte y un saludo, Gleiber