Bodas de plata
El vestido despedía un rumor de naftalina. Una aureola de años perdidos revoloteaba alrededor de los bodoques blancos, de los encajes de pasamanería, del velo de tul que añoraba las lágrimas de emoción de una recién casada. Una bruma sepia surgió desde el crepitar de la seda en la chimenea.
Favourite day, very suggestive!
ResponderEliminarSí/yes, las cosas pueden ser muy sugerentes, con frecuencia movilizan recuerdos. Bonitos o feos, agradables o desagradables, que merecen la pena ser recordados o que convendría olvidar.
Entonces aparece el fuego en escena. El fuego de la pasión que no ardió o no el tiempo suficiente, que acaso se apagó antes de tiempo. Las llamas de la chimenea son como brazos que acogen esos recuerdos para extinguirlos. Fuego que abrasa hasta dibujar el - al parecer en tu "ardiente" relato - ansiado olvido.
¿Lo he cogido?
Feliz verano.
Un saludo!
Los objetos pueden retener parte de la esencia de las personas que los han utilizado. En el caso de tu protagonista, la mujer que en su día se puso ese traje de novia dejo en él emociones e ilusión, que nada tienen que ver, un cuarto de siglo después, con la persona en la que se ha convertido, con unas circunstancias muy distintas, con un desamor profundo que le lleva a borrar los vestigios de aquello que tanto prometía y se transformó en hiel. Ya desde esa "aureola de años perdidos" se deja entrever que algo falló.
ResponderEliminarUn relato muy visual en el que un gesto, que puede parecer simple, está cargado de un enorme simbolismo y supone la constatación de un gran fracaso.
Un saludo