Caso abierto
Antes del disparo, discutía con alguien que le seguía a todas partes. Cuando derribamos la puerta encontramos un revólver, aún humeante. El forense no pudo determinar las causas de la muerte y al juez le resultó imposible levantar el cadáver. Desde entonces, allí sigue, tendido al otro lado del espejo.
Escrito por Pablo Núñez - Twitter
De cómo la complejidad de dobleces de la realidad y el vibrante asunto de un crimen sin resolver hacen saltar la banca de Cincuenta en un pestañeo que nos deja con los ojos tan abiertos que a ver quién es el guapo que se duerme esta noche.
ResponderEliminarTe vas a librar porque es verano y uno tiene excusa para darle vueltas al micro y devanarse en entender cómo se puede escribir tan condenadamente bien un micro de género negro sujeto tan sólo por dos pilares, a saber: la irrealidad del asunto convertida en trama vibrante y la genialidad del autor (no podría ser de otra forma) que dejan un sello claro de autoría. Aunque la policía, tan limitada de oficio en imaginación aún no haya podido sospechar del ilustre sevillano.
¡Vaya linda perla! Ahora, sí, el verano puede empezar.
Monstruo, más que monstruo. Feliz verano de letras. Un fuerte abrazo.
Don Manuel, usted me ruboriza con sus palabras. Tan solo he plasmado el hecho verídico que me sucedió el día que me cansé de mi reflejo y apreté el gatillo. En este juego de espejos, en el que yo soy el asesino, para salir indemne y escapar tan solo había que estar en el lado correcto.
EliminarUn saludo muy afectuoso.
Moriarty
¡Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarY porque hace mucho calor y se me ha secado la garganta, que, si no, lleno la caja de haches.
Beso a usted el anillo, monseñor del microrrelato.
Me llena de gozo su expresión, mi querida Richmond.
EliminarMe agrada que le guste mi historia. Sin embargo he de decirle que, aunque utilizo un anillo, tenga cuidado pues lleva escondida una sustancia venenosa que me resulta muy útil cuando me encuentro con un enemigo, y no. Me perdonaría que usted sufriera el más mínimo daño. Por otra parte, nada tengo de Monseñor de microrrelatos, si acaso, del crimen.
Le envío un beso y toda mi admiración.
Moriarty
Tener a alguien con el que no se para de discutir las 24 horas de todos los días del año es insufrible para cualquiera.
ResponderEliminarA no ser que le acusen de automutilación o algo así, poco se puede hacer contra este hombre que ha decidido acabar con su yo del otro lado, cada uno es dueño de hacer lo que quiera con lo suyo, así, en principio, además, las autoridades de este mundo no tienen jurisdicción en unviersos paralelos, que se sepa.
Un relato lleno de imaginación, originalidad y bien llevado surrealismo, con aires de buen género negro. Un caso que estará abierto siempre y que, a no ser que cambien las leyes humanas, adecuándose a las mágicas, no tendrá nunca una solución clara, por mucho que se sospeche quién apretó el gatillo.
Un abrazo grande de verano, Pablo
Don Ángel, da usted en la diana en su comentario al decir que es insoportable discutir las 24 horas del día con alguien tan irritante como yo.
EliminarGracias a ese universo paralelo pude deshacerme de mi otro yo, y escapar de Scotland Yard.
Saludos respetuosos.
Moriarty
Para empezar, Pablo, me sumo al fogueo de haches de la comentarista anterior.
ResponderEliminarDicho esto, añadir que los espejos son objetos tan inquietantes como literarios. Juegan a chivar cosas del "otro", del yo apostado enfrente. Son mucho más que su sombra.
Estos dos yo han de llevarse bien, no usurpar uno el terreno del otro. Pues cuando surge el conflicto siempre sale perdiendo el yo real. El otro, mucho más escurridizo, al final - en tu relato tras el disparo - se lava las manos. Es el Pilatos del yo curioso y/o presumido, tal vez narcisista. Se lava unas manos que hasta poco antes se limitaba a reflejar de manera simétrica y automática, escrupulosamente.
Un fuerte abrazo.
Estimado Carmelo, me deja usted en un estado de perplejidad con sus palabras, pues ahora no sé si soy mi yo real o mi reflejo. Debo buscar otro espejo para ver si me reflejo o me he convertido en un espíritu.
EliminarSaludos cordiales.
Moriarty
El revés del cristal como reverso de la personalidad. No hay caso con un asunto semejante. No hay forense que determine las causas mortales. No hay homicidio. No hay cadáver que levantar por un juez. Todo se encuentra al otro lado del espejo. En la irrealidad. Claro que hay miradas que matan al verse uno reflejado en el azogue. Son las propias miradas homicidas. A veces ponen fin a una manía persecutoria.
ResponderEliminarUn texto magistral que merece mi aplauso más encendido.
Feliz verano, amigo, y para los tuyos. Un abrazo muy grande.
Estimado Eduardo, no hay nada como asesinar desde el revés del cristal sabiendo que nadie puede hacer nada contra mí. No sé si soy irreal, pero si es así, me gusta esta ficción en la que puedo cometer mis fechorías sin ser molestado, aunque debo reconocer que hecho de menos a mi enemigo Sherlock Holmes.
EliminarUn afectuoso saludo.
Moriarty
Qué manera de redactar y culminar una novela policiaca en 50 palabras. Alucinada me dejas.
ResponderEliminarEstimada Aurora, cuánto me agradan cada una de sus palabras. Siempre quise escribir una novela, pero no encontré inspiración, así que tuve que cometer este crimen para tener un argumento.
EliminarLe quedo muy agradecido.
Moriarty
El misterio del asesinato, con excelente trama de novela negra, nos lleva más allá. En ese otro lado del espejo se refleja un mundo irreal, imposible de desentrañar con las simles luces de la razón. Tal vez esconda el secreto de la psique del protagonista.
ResponderEliminarGenial. Y, como reza el título, abierto a mil interpretaciones. Enhorabuena, Pablo. Un fuerte abrazo.
Querida Carmen, detrás del espejo, en mi lado, no sé si el mundo es irreal, pero sí que es un mundo perfecto para mí. Muy agradecido por sus bellas palabras.
EliminarReciba mi más afectuoso saludo.
Moriarty
Intrigante situación que nos deja a la espera y con el desasosiego del desenlace y resolución final a esta "meta-ciencia-jurídico-forense" que los profesionales del relato no saben como abordar. ¡En qué tesituras les pone mi amigo Pablo!
ResponderEliminarBrabo, Paul. Un abrazo.
Bravo* es la p... cercanía de letras!
EliminarQuerido Isidro, mi trabajo en este mundo es poner a la policía en miles de tesituras de las que no sepan salir.
EliminarUn afectuoso saludo.
Moriarty
Qué sugerentes micros los que tienen el espejo como principal protagonista. Y si además, es la ultima de sus 50 palabras, la lectura nos deja con la boca abierta y la satisfacción de las buenas historias. Felicidades, Pablo.
ResponderEliminarMe satisface que le haya sorprendido mi relato, querido Pepe.
EliminarLa última palabra fue espejo porque es lo último que vi antes de escapar por las rendijas de la irrealidad.
Quedo muy satisfecho con sus amables palabras.
Saludos.
Moriarty
Para deshacerse de su propia imagen que el espejo le devolvía, y al no ser de su agrado, se pegó el tiro.
ResponderEliminarCada vez aprendo algo contigo, Pablo. Buenísimo micro.
Cordiales saludos
Gracias, María Jesús.
EliminarLa cuestión es simple: no podía haber dos yo, porque soy único.
Saludos, querida amiga.
Moriarty
El espejo siempre nos causa problemas, pues nos hace conscientes de nuestro álter ego, lo cual no siempre es gratificante, en mas de una ocasión haríamos un espejicidio si de algo nos sirviese, pero la imagen reflejada es inmortal, pues podemos romper el espejo pero solo conseguiremos multiplicar nuestro reflejo, por eso quisiera saber si está dispuesto a venderme tan fantástico revolver.
ResponderEliminarEnhorabuena por el micro, lo de micro es solo por el tamaño pero no por demás, ya que es grandioso.
Un saludo
Suyo es, Irreverente.
EliminarEl caso es que mi víctima sigue tendido, pero no se corrompe, y temo que un día de estos se levante y venga a por mí.
El revólver es suyo. Se lo haré llegar mediante un maquinista apodado “Magic”.
Saludos.
Moriarty
No sé si son cosas mías, pero la imagen que me deja el final de tu relato es la de un espejo en el que solo aparece la figura del cadáver, es decir, que en él no se reflejan ni el juez ni el forense ni los agentes de policía… Y creo que es producto de la magia de la literatura, la tuya en este caso, capaz de crear ideas tan creíbles como irracionales. Por lo demás, me parece un relato estupendo, excepcionalmente contado y en el que se puede ver una vez más el personal sello “Núñez”, en blanco y negro en este caso (cosas mías también, ;-)).
ResponderEliminarEnhorabuena y suerte, Paul.
Un fuerte abrazo.
Buena apreciación la suya, mi querido Enrique. La imagen del juez y el forense no aparecen porque ese espejo... le doy dos opciones:
Eliminar–Es de un universo paralelo en el que no existen ninguno de los dos.
–La víctima es mi hermano, que se hizo pasar por mí igual que en aquella escena de los hermanos Marx en “Sopa de ganso” y, obviamente, aunque ellos lo creen, no hay espejo pero no se atreven a cruzar el marco.
Quédese con la que más le guste que seguro será la más acertada.
Un saludo muy cordial.
Moriarty
Sombras e imágenes, planos diferentes que distorsionan la realidad, y que en tu magistral relato se fusionan. Un crimen de paradoja física que nos deja petrificados. Enhorabuena, Pablo. Un abrazo y feliz verano.
ResponderEliminarGracias por sus palabras, querido Salvador.
EliminarComo ve, la distorsión de la realidad ha sido mi aliada para cometer un crimen y salir airoso del trance.
Un saludo.
Moriarty
La vida en sí misma es un caso abierto en el que los mejores investigadores de todas las épocas se han devanado los sesos intentando resolverlo, las respuestas, ya lo sabemos, han sido muchas y de toda índole, pero el caso sigue sin resolver, me temo, al igual que ocurre en tu microcuento.
ResponderEliminarCreo que no en vano Wittgenstein se relajaba leyendo novelas policíacas, de las cuales decía que contenían más sabiduría que la filosofía; él dijo haber resuelto todos los problemas de la lógica en su Tractatus, no los problemas relacionados con los sentimientos, los cuales, para el filósofo vienés no tenían solución, así que supongo que le hubiese gustado mucho este dilema que nos planteas en tu microcuento.
De tu historia podría deducirse también eso; por un lado, están los hechos, los personajes, por otro, ese mundo especular donde ha quedado el cadáver inaccesible para el policía que narra la historia, y también para el forense y para el juez que han acudido allí para hacer su trabajo; y para los lectores, a quienes nos gusta que, como suele ocurrir en la novelas de Agatha Christie, al final, el lúcido Hércules Poirot nos lo explique todo de pe a pa.
En tu caso abierto creo que entramos en un laberinto de espejos y de identidades, de un personaje que imita a Alicia, quizá porque necesita huir de sí mismo -algo que todos, alguna vez en la vida, creo que hemos intentado, ya que, ciertamente, a veces, alguno de los plastas que viven en nuestro interior se ponen de los más irritantes-, y que, finalmente, consigue después de descerrajarse un tiro.
Así que de esa escena que uno puede visualizar perfectamente infiero muchos paralelismos con el mundo psíquico, con la física y sus paradojas, con la literatura tanto de novela negra como de ciencia ficción, y hasta con el meollo mismo de la existencia.
¿Qué más puedo decir? Nada, desearle que disfrute de su vida al otro lado del espejo carrolliano, y nos deleite de vez en cuando con algunas de sus historias
Un abrazo, Pablo, aunque estés Moriarty, estado que, supongo, queda a medio camino entre la vida y la muerte.
Mi querido Enrique, no puedo más que agradecer su inmenso comentario (tanto en la extensión como en la calidad).
EliminarQuizá todo se simplifica en que no sé quién soy, si el del espejo de la parte de allá o el de acá. Y de ahí que decidiera prescindir de uno, para encontrarme a mí mismo, aunque realmente no sé si lo he conseguido.
Un saludo muy afectuoso.
Moriarty
Me gusta tu relato, Pablo. El texto genera expectativas, fluye y tiene ritmo. El final sorprende e incita a la relectura. La historia es sugerente y el final abierto estimula la participación del lector a la búsqueda de significados. Yo me he puesto en el lugar de la víctima. De algunos perseguidores es imposible (inútil) huir. Mucho más si el perseguidor es uno mismo. Incluso el truco más inverosímil puede no ser suficiente. La mejor vía de escape para ti puede ser la salvación para tu asesino. Quizás sea mejor enfrentarte a él.
ResponderEliminarUn saludo.
Querido Josep Maria, me alegro que doga usted que estimulo la participación del lector. Es más, espero que uno de vosotros me ayude a resolver el enigma en el que vivo. Aún no sé quién soy, si el que escribe o el que está tirado en el espejo y que, a pesar de que pasan los días, no se corrompe e incluso parece que mueve una mano cuando yo me pongo a escribir.
EliminarSaludos cordiales.
Moriarty
Impresionante, Pablo. Como siempre, no sólo creas una relato en 50 palabras sino que recreas un ambiente, un micromundo lleno de distintas facetas. Ya hablaremos de tus relatos largo y tendido. Por el momento tengo que aprovechar las vacaciones para recuperar el tiempo perdido en el mare magnum de trabajo en el que vivo ahogada el resto del año. Sigo leyendo(te). Un abrazo, Au.
ResponderEliminar¡Vaya, Au! Me dejas petrificado con tu comentario, y muy contento.
EliminarQuizá el tema del relato radica en haberlo vivido antes de escribirlo, e incluso en haber muerto pues, aunque por ahí hay un tal Moriarty que firma como su autor, él solo me pegó un tiro. Yo soy el que vio toda la escena, el que la escribió y el que, aún, estoy esperando a que me recojan del suelo.
Un saludo muy afectuoso.
ytrairoM