Cinceladas de odio
¡Fiuuu! Caen del cielo buscando almas.
Con los brazos, rodea a sus hijos. Siente su vitalidad, su fuerza. Dando gracias, reza.
El tiempo cabalga sobre cadáveres.
¡Fiuuu! Caen sedientas de carne y vida.
Abrazada a sus hijos, siente sus huesos hambrientos. Mirando al cielo, ahora sin fe, cierra los ojos.
Con los brazos, rodea a sus hijos. Siente su vitalidad, su fuerza. Dando gracias, reza.
El tiempo cabalga sobre cadáveres.
¡Fiuuu! Caen sedientas de carne y vida.
Abrazada a sus hijos, siente sus huesos hambrientos. Mirando al cielo, ahora sin fe, cierra los ojos.
Veo a los jinetes cabalgando. Las bombas de la guerra, los huesos sin carne del hambre. La enfermedad del miedo y la locura. Y la muerte, que quita toda esperanza. Y a la madre, que aún sin fe, protege lo que más le duele.
ResponderEliminarEs un relato que te lleva al momento y te deja ese regusto amargo por las atrocidades que se cometen en nombre de cualquier dios, sea celestial o terrenal.
UN saludo, Salvador.
Atrocidades que merman cualquier atisbo de esperanza. Muchas gracias, Luna Negra, por tu comentario. Un abrazo.
EliminarAlguien decir hacer una jugada, su adversario le responde con una fuerza equivalente. En medio de ese tablero de ajedrez hay piezas inocentes que sufrirán las consecuencias y a nadie importan. Una madre, impotente, solo puede abrazar a sus hijos y rezar, con la esperanza de que a pesar del infortunio que sufren, en forma de hambre y vejaciones, la siembra letal que cae del cielo respete a lo mejor y lo único que tiene.
ResponderEliminarUn relato en el que los protagonistas son los que nunca lo son, porque no se les tiene en cuenta, los débiles, las víctimas, los que siempre pagan las consecuencias. Un lenguaje gráfico, tajante, un infierno que no deja de repetirse.
Un abrazo, Salvador
Un tablero de ajedrez donde los peones son sacrificados sin miramientos, sin escrúpulos, y lo más dramático es que ignoran el por qué. Muchas gracias, Ángel, por tu siempre esperado comentario. Un abrazo.
Eliminar¡Una escritura soberbia! El miedo y el odio se pueden masticar.
ResponderEliminarSalva, a sus pies de usted.
Y un abrazo.
Un odio irracional y un miedo tangible que abraza la desesperación. Y no se salte el protocolo, alteza de la palabra, a los pies de usted siempre un servidor. Un abrazo.
EliminarHola, Salvador.
ResponderEliminarEsa terrible onomatopeya fiuuu, de las flechas o de la bombas, tanto da. Armas letales. Los horrores de la guerra. Y los rezos y la pérdida de fe y la muerte y los daños colaterales. Un texto soberbio que merece mi más muy mayor enhorabuena.
Un abrazo grande, amigo.
Una onomatopeya, amigo Eduardo, que, como bien apuntas, no importa el elemento que la provoca, es muerte cortando el viento en busca de desesperación e inocencia. Muchas gracias por tus palabras, siempre son un placer. Un abrazo.
EliminarEspeluznante visión del horror, contado como en una secuencia de cine. Lo vivo, lo siento, agonizo.
ResponderEliminarMi último abrazo, Salvador.
Si el texto te ha transmitido emoción ya me siento ganador. Muchas gracias, María Jesús. Un abrazo.
EliminarMaravilloso relato, Salvador, estructurado en dos partes simétricas, cuyo pliegue es esa magnífica frase:El tiempo cabalga sobre cadáveres.
ResponderEliminarDurísimo y, a la vez, enorme. Enhorabuena.
Muchas gracias, Manuel, me alegra que apuntes lo de la simetría, pues he intentado que el texto tuviera dos partes equilibradas en el horror y en la desesperanza, con el nexo de una frase que expresara la sinrazón del ser humano. Te reitero mi agradecimiento. Un abrazo.
EliminarMaravilloso relato. .. Sin palabras. Enhorabuena. Besos
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmen. Un placer y un premio que te haya gustado. Un abrazo.
EliminarMagnífico retrato de la sinrazón de la guerra, del horror, de la desesperanza. Las inocentes víctimas se refugian al calor de una madre cuyo abrazo no las salvará de una muerte arbitraria.
ResponderEliminarMuy bien contado, Salvador. Un gran abrazo.
Un horror que no comprendemos, pero que sigue en nuestro mundo y no somos capaces de erradicarlo. Muchas gracias por tu amable comentario, Carmen. Un abrazo y feliz verano.
EliminarBrutal contraste el de esas dos frases principales en las que la madre abraza a sus hijos. Y magnífico modo de mostrar el terror que lleva consigo la siempre absurda guerra, sobre todo para los que la sufren con más intensidad y que suelen ser aquellos que no la han buscado.
ResponderEliminarEnhorabuena, Salvador.
Un abrazo.
Un abrazo con fe y otro ya sin esperanza. La guerra mata cuerpo y alma. Muchas gracias, Enrique, por tus gratificantes palabras. Un abrazo.
Eliminar