Fin del mundo
En los marcos sobre la estantería del comedor seguimos sonriendo los tres. Éramos felices, a veces sin saberlo, otras con abrazos o carcajadas. Recuerdo cuando fuimos a despedir a Raúl, subían al autocar entre gritos, risas y empujones.
Yo tenía una familia: una mujer y un hijo. Hasta esa llamada.
Yo tenía una familia: una mujer y un hijo. Hasta esa llamada.
Nadie espera ni desea que las caprichosas estadísticas, o un destino inesperado y maldito, se entrometa en una convivencia feliz y llena de ilusión para llevarse antes de tiempo a quien tiene toda una vida por delante. Quizá no sea el apocalipsis anunciado, pero sí es el fin del mundo para unos padres que nunca volverán a ser los mismos, a los que nadie podría reprochar que envejeciesen cien años en un día, o que ya no levantasen cabeza. En un caso así, un creyente podría aplicar aquello de "los caminos del Señor son inescrutables", pero es probable que ni eso, ni nada, consuelen de esa sinrazón.
ResponderEliminarUn relato lleno de fuerza, en el que es inevitable ponerse en el lugar de esos padres, sentir los arañazos de su dolor, con un desenlace en el que, sin decirlo de forma explícita, se narra un verdadero fin del mundo.
Un abrazo, Carme
Ángel, qué buen análisis del texto dejas en el comentario.
EliminarCelebro que te llegue ese dolor con el relato, es una situación que sólo de imaginarla ya duele.
Un beso.
Carme.
Una terrible historia contada desde la serenidad de quien ha perdido lo que daba sentido a la vida familiar. La familia se proyecta en los hijos hacia el mañana. Ellos harán el futuro, el nuevo mundo que ahora se ha borrado de manera tan abrupta y violenta.
ResponderEliminarUn relato que impacta, M Carme, por la historia que relata y por la excelente forma de narrarla. Felicidades. Un abrazo.
Cuando el futuro desaparece así, es capaz de cambiar del todo a las personas.
EliminarEncantada si te ha impactado, es lo que persigue esa llamada en el relato.
Un beso, Manuel.
Carme.
Muy buena la forma que has escogido para hacer crecer una historia, en apariencia banal, a través de nostálgicas fotografías hasta llegar al triste desenlace familiar.
ResponderEliminarBesito virtual, Carme
Realmente triste, estas situaciones no deberían darse nunca.
EliminarContenta si te gusta.
Gracias por tu comentario!
Un beso
Una llamada que mutila la felicidad de un hachazo. Una herida que ni el tiempo podrá aliviar. Impactante, Carme. Un abrazo.
ResponderEliminarUna llamada que no se debería producir. ¿Quién cura eso?
EliminarGracias Salvador por comentar!
Abrazo de vuelta.
Carme.