La velada

Las melodías tristes lo acongojaban, pero el dulce deseo de llorar por la mujer perdida lo cautivaba tanto como a las luciérnagas la iluminada velada.

Evitó llorar, por vergüenza: la delatora luna le enrostraba su flaqueza. No la de ese instante, sino de cuando cedió ante la voluntad del padre.
Escrito por Ángel Sienfuegos

1 comentario :

  1. Una mala decisión, o la ausencia del paso necesario en el momento adecuado, puede condicionar toda una existencia, luego ya solo queda lamentarse. A veces, quien se supone que más nos quiere, no nos aconseja bien. Hay decisiones en las que nadie debería entrometerse.
    Un saludo, Ángel

    ResponderEliminar

Si no tienes cuenta, elige "Nombre/URL" en lugar de "Anónimo". ¡Gracias!