Las migas del pastel
Los secretos que guarecimos bajo las tejas nos miran, indiferentes a la tempestad que riega la ortiga entre las piedras. Las monedas se han oxidado dentro del pozo y los dientes de oro ríen sepultados bajo el estiércol de las mariposas. No se puede vivir en una casa de muñecas.
Una sucesión de frases llenas de fuerza y belleza. Cada una de ellas es casi un microrrelato y merecería un estudio individual. Igual no acierto, pero a mí me parece que en su conjunto se describe una relación en la que la realidad ha ido minando las ilusiones iniciales.
ResponderEliminarNo sé si se puede vivir en una casa de muñecas, pero seguro que merece la pena intentarlo.
Ahí te mando abrazos de verano, son como más ligeritos, te los hará llegar el cierzo. Por lo demás, como siempre, transmiten cariño y buenos deseos.
Muchas gracias, Ángel. Un locurón de los míos, sin más. Lo de los abrazos en el cierzo me ha recordado a los Héroes del Silencio, no sé por qué. Sus letras también eran raricas a veces y debe ser el cierzo, sí, que nos deja las cabezas perdidicas. Entre dos tierras estás y no dejas aire que respirar, uohhhh!!!!
EliminarQue pases un verano de los buenos y abre la ventana, que te van para allá un puñadico de abrazos maños.
Patricia, como lector, muchas gracias por este nuevo regalo.
ResponderEliminarAdivino en él una alusión a la vida. La vida, a la que a mi modo de ver apuntas, la que merece la pena vivir no es un pastel (mucho menos un suflé), salvo en los sueños. En esto la vida no sería literalmente un sueño y los sueños, etcétera.
Pero las migas, ahí está el secreto y lo que tiene miga. La vida desprende migas y ellas, en su aparente pequeñez, encierran la única (gigantesca) felicidad posible.
A ella habría de conducirnos la buena literatura: puente entre la ficción y la realidad, sí, pero sobre todo entre la felicidad de pacotilla, que se escapa siempre, y la susceptible de ser arañada. Arañar, migajas.
Una felicidad formidable que, sin embargo, contiene en sí tempestades, oxidación, estiércol, separaciones definitivas desgarradoras, indiferencia o desdén... Pero ahí están, de otro lado, los fascinantes secretos, la incombustible ilusión, la magia de las palabras, el oro que ríe en las bocas, las mariposas... Sí, para ser felices habría que abandonar la casita de muñecas. Pues vivir es cosa de valientes.
Un fuerte y admirativo abrazo!
Ahí le has dao, Carmelo. Las migas. Y cómo pican. Pero si lo único que queda, están buenas. O están duras. Mejor, abramos las ventanas y que vuelen, lejos, con las mariposas.
EliminarMuchas gracias y te deseo un buen verano, tranquilo y con un poco de sol, que creo que estáis aguachinados por ahí.
Abrazotes.
Hola Patricia:
ResponderEliminarUn lenguaje potente, una especie de surrealismo poético para contarnos, en frases sueltas pero que todas juntas remachan el clavo que vivimos con las migas o migajas del pastel, que una cosa es la fantasía, la ficción, y otra, por lo común contrapuesta, la vida, o sea, la realidad. Pero así es la vida (tal cual tú la pintas con soberbio pincel)y tenemos que vivirla sin apenas tiempo de soñar, decía una canción. La vida es dura pero es la vida. Acaso exista un término medio al cual todos podamos y demás aspirar, a esas migas del pastel de la felicidad, lo más voluminosas posibles.
Un texto descomunal que recibe mi aplauso más encendido.
Un beso grande y un verano de lo más feliz.
La vida, la vida. La mía la voy a poner a remojo en la casa de muñecas, con suavizante y unas hojas de albahaca, que perfuman y espantan a los bichos. Que con la gracieta de las migas tengo la casa llena de habitantes y me lo dejan todo perdido de estiércol.
EliminarMuchas gracias, Eduardo. Que pases un verano fabuloso y relajado.
Abrazos te mando.
¿Casa de muñecas o féretro?. Una caja donde se aglutinan las migajas de nuestro cuerpo, y todas aquellas que nos acompañaron en vida, como herramientas: Monedas con las que se compraron dientes de oro para el deslumbre y desgarre del semejante.
ResponderEliminarPatri, Me has dejado con la boca abierta y con la dentadura mellada.
Besitos virtuales
Esta es mi tocayeska, ¡un feretro! Has hecho que me sienta como una Uma Thurman de la vida. A araños, hasta que no queden uñas, fuera las tablas. De un ataud, de una casita, o de la panera, de cualquier habitáculo que estorbe.
EliminarGracias, MJ. Que disfrutes del veranito y te airees bien por tu sierra. En las montañas quería decir; deja la sierra en casa.
Un beso fuerte.
Nota del traductor: araños=arañazos. Cosas de la tablet.
EliminarMadre mía, Patricia, qué recuerdos me has traído de la casa que tenía mi abuelo en la era: tejas, tempestad, ortigas, mariposas. No creo que por tu cabeza pasaran los mismos recuerdos que por la mía cuando te leo, pero ha sido como un viaje en el tiempo. Un abrazo y feliz verano.
ResponderEliminarMejor no voy a responder sobre la imagen que tengo en la cabeza... Si te ha hecho recordar buenos momentos, lo doy todo por bien empleado. ¿Sabes algún remedio para el picor de ortigas? Es que yo vivo mucho todo lo que escribo.
EliminarMuchas gracias, Aurora. Te deseo un verano para recordar.
Besicos.
Nadie puede expresar como tú lo que el tiempo va dejando tras su inexorable paso. Los sueños, los deseos tras tirar una moneda en el pozo..., todos descansan huérfanos a la intemperie, muy lejos de una casa de muñecas.
ResponderEliminarEres la mejor, y no me lo discutas porque llevo razón.
Besazo y abrazo bien grande. Feliz verano. Pásalo bien que te lo mereces.
Pablo
¿Me estás llamando vieja, Smith? Que no son canas, que son las plumas de la gallina. Creo. ¿O no? Ay, qué disgusto. Que sí, que me lo merezo todo, y un príncipe o un dentista, también. Voy a meterme debajo de una teja, que los dientes de oro se están partiendo de risa y han venido a consolarme las mariposas. Y ya sabes, no me gustan.
EliminarMuchas gracias, Pablo. Te deseo un verano extraordinario. Muchos besos y un abrazo.
Merezco, era.
EliminarLa poética anida allí donde las gallinas colorean la cáscara de sus huevos con detalles de filigranas de letras. Esas mismas que escriben el nombre de Patricia Richmont con molde de oro en el frontispicio invisible de esta página.
ResponderEliminarSi no fuera porque te leo 140 veces a lo largo del día no podría cerrar esta boca negra que se me ha quedado abierta y sin respiración.
Veranito loco era ya, pero lo acabas de desquiciar por todo lo alto.
Mil y una reverencias a usted y a su gallina.
Feliz verano, Patricia!!!!!
Marinero, dejemos que vuelen las mariposas sobre la pútrida belleza de los poemas torcidos que cantan los trovadores refugiados en hoteles abandonados. Y nosotros a pasarlo bien, que es tiempo de vacaciones y abordajes.
EliminarGracias, Manuel, y un carretón de abrazos.
La primera leída me aporta vida, vida que se acaba, con sus alegrias y sus penas, con sus éxitos y sus fracasos, y ya con la mochila llena y aceptando el final, te consuelas con esos recuerdos, esas migas del pastel...
ResponderEliminarAhora es cuando dices que no he acertado ni una, jajaja
Muy chulo Patricia, gracias y un saludo.
Que alguien sea capaz de entender algo, lo que sea, en mis tonterías me llena de gozo estival.
EliminarMuchas gracias, José Antonio. Te deseo unas vacaciones frescas o calurosas, a elegir, y largas o cortas, también a tu gusto.
Un abrazo.
El tiempo diluye los anhelos y atempera nuestros sueños. La realidad canaliza nuestras prioridades, y fuera de la casa de muñecas hay vida. Excelente relato, Patricia. Un caluroso abrazo de verano.
ResponderEliminarLas casas de muñecas son muy engañosas. Te hacen creer que la vida es juego y, cuando pierdes, no te devuelve la llave del cajón en el que guardaste el mapa del tesoro.
EliminarGracias, Salva. Que pases unas fantásticas vacaciones.
Inquietantes los secretos que nos miran, el tiempo pasa y no nos quedamos igual, nos oxidamos y siempre hay quien se ríe a pesar de estar sepultado. Tiremos pa'lante y comamos lo que podamos del pastel, en una casa de muñecas o donde podamos.
ResponderEliminarNos dejas una ristra de imágenes con fuerza. - por cierto, me intriga "el estiércol de las mariposas"... (??)
Un beso estival.
Carme.
Sí, sí, comamos pastel, pero trozo con guinda, nada de migajas. Sobre las mariposas ya he disertado en otras ocasiones y otros relatos. No me gustan y mucho menos que se nos metan en el estómago y produzcan efectos secundarios no muy recomendables.
EliminarMuchas gracias, M.Carme.
Verano feliz y muchos abrazos.
A mí este relato me parece el balance provisional de una relación mal gestionada, en la que el paso del tiempo (como era de esperar) solo ha provocado decadencia. Aunque en ese inventario no te limitas a enumerar las consecuencias, sino que “explicas” también los motivos. El que además esté todo contado de una forma tan bella, poética, rica en detalles, sugerente…, con tan alta literatura, en resumen, queda explicado al leer su firma.
ResponderEliminarEnhorabuena por esta nueva grandísima obra, Patricia.
Un abrazo.
Queridos cincuentistas, no voy a poder enviar más relatos porque Enrique me ha dejado sin palabras con su comentario. Ni una me ha quedado.
EliminarAunque, bien pensado, mejor me voy de vacaciones con el cazamariposas y recolecto las que pueda recuperar del eco que me han ido dejando en la cabeza sus micromochones.
Muchas gracias, exagerado. Te deseo las mejores vacaciones, llenas de las risas infantiles que ahora alegran tu vida.
¡Abrazotes!