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Ordenó instalar el trono a lomos de un avestruz y adoquinar las calles con sus huevos.
Cadenas de esclavos los reventaban siendo coceados por el ave imperial.
Cada corazón era paralizado con plumas como flechas y triturado en la granja para pienso.
Aquella nodriza del Emperador tenía la leche agria.
Cadenas de esclavos los reventaban siendo coceados por el ave imperial.
Cada corazón era paralizado con plumas como flechas y triturado en la granja para pienso.
Aquella nodriza del Emperador tenía la leche agria.
Me desconcierta tu texto, me asombra y, por ello, me encanta. Constituye, a mi entender, un ejercicio libre de crítica al poder absolutista, despótico a través de esta peripecia que te inventas, originalísima. Has ordenado el tema a la manera de a poética, de la poesía, esta formidable prosa poética. El trono, El Emperador, los esclavos y esa nodriza que parece tener la culpa de los desafueros del mamón, con inteligencia y maldad ya para decretar e imponer. Mamando esa leche agria que se podía esperar.
ResponderEliminarMi más encendido elogio, un beso grande y feliz verano de nuevo. Feliz vida. Menos mal que el tiranín no ordenó excavar socavones en el suelo. Hubiera sido demasiado.
Los socavones, están en los huevitos reventados.
ResponderEliminarMil gracias, Eduardo por tus elogios.
Miles de besitos virtuales.
Estos déspotas mimados y consentidos, criados a los pechos de una agria nodriza. Ya vienen predispuestos a las mayores locuras.
ResponderEliminarMe gustó mucho.
Un saludo, Maria José
De cuna le viene al tirano su condición. Tirano se nace y tirano se amamanta, luego las circunstancias le otorgan el poder de hacer lo que les viene en gana. Me gusta mucho el tono surrealista que le has dado al relato, Mª Jesús, nos embute en la sorpresa para, finalmente, mostrarnos el origen de tanta inconsecuencia. Lo dicho. Va en la sangre, que es casi lo mismo que decir en la educación que se recibe.
ResponderEliminarUn abrazo.
Querida MJ, eres la pera limonera, la escritora más salvaje y valiente a este lado del Manzanares, la Margaret Atwood cincuentista.
ResponderEliminarY es una gozada leerte cada mes.
Te traspaso la gallina, que te adora.
Si algo no les falta a tus relatos es originalidad. Este emperador de carácter agrio, caprichoso y despiadado, es un personaje único, desde luego.
ResponderEliminarUn abrazo, María Jesús
Eso de tener tanto poder parece que nunca ha sabido encajarlo ningún ser humano. Baste echar un vistazo por cualquier época de la historia para comprobar que hasta aquellos de los que se esperaba un mínimo de buena intención, por haber emanado su poder del propio pueblo, acabaron cayendo en lo mismo que el resto, por muy cara leche que hubieran mamado. Dicho esto, sugiere tantas cosas tu relato, hay tantos símbolos en él susceptibles de ser interpretados, que lo dejo aquí. Solo añadir que me encanta y que vuelves a sorprenderme con la altísima calidad de tus creaciones.
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo, María Jesús.
María Jesús, me gusta tu historia de autoritarismo y esclavitud con antecedente revelador. Imágenes muy potentes que sugieren… y estimulan la participación del lector.
ResponderEliminarUn saludo.
Un genial relato que indaga sobre el poder y el caprichoso dedo absolutista, así como sobre la educación que encauza la mente del tirano. Un abrazo, María Jesús, y feliz verano.
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