Materia perecedera
Con el corazón jadeante de soledad, el mendigo se desploma. Los viandantes pasan sin mirarle, arrugando la nariz, frunciendo el alma.
El cuerpo, olvidado, se consume, y ya solo queda la silueta, corpúsculos de una vida que se niegan a partir. Una brisa compasiva iza sus restos; siempre soñó viajar.
El cuerpo, olvidado, se consume, y ya solo queda la silueta, corpúsculos de una vida que se niegan a partir. Una brisa compasiva iza sus restos; siempre soñó viajar.
Hola, Salvador.
ResponderEliminarDesgarrador texto el tuyo. La indiferencia que mata, o que asesina con su premeditación. La sufre un mendigo, un indigente; en lugar de interés, calor humano, atención por parte del personal. Pero da un giro la peripecia y una brisa se compadece del finado y levanta sus restos mortales en un viaje con el que el pobre hombre siempre soñó. Nunca es tarde si la dicha es buena, aun después de fallecido.
Magnífico microrrelato que provoca mi más encendido elogio.
Un abrazo grande, amigo, y feliz verano.
Si hay alguien invisible en una ciudad, casi siempre a su pesar, es un mendigo. Personas que han caído en la desgracia más absoluta, a quienes la sociedad trata como si no existieran, eso en el mejor de los casos, porque su presencia parece molestar, como bien evidencia ese arrugar la nariz y, en paralelo, fruncir el alma que tan bien has descrito, en
ResponderEliminarun no querer ver que todos somos materia perecedera, que estamos hechos de los mismos componentes, solo nos diferencian las circunstancias, o, si lo queremos llamar así, la suerte. Personas a quienes se deshumaniza, pero que, pese a todo, conservan sus sueños, como el de viajar, tan asequible para algunos como imposible para ellos.
Un relato que refleja una dura realidad, contada con sensibilidad y respeto.
Un abrazo, Salvador
Tu relato sublima con exquisita elegancia tan triste abandono que culmina con la muerte en soledad. Tus palabras, no obstante, sabias y magníficas, han construido unas alas de luz para su último viaje.
ResponderEliminarUn abrazo, Salvador. buen verano.
Eduardo, Ángel, Manuel, Muchísimas gracias por vuestras amables palabras. Un fuerte y afectuoso abrazo.
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