Metamorfosis
Me sentía derrotado. Como un novillo en el brete rumbo al inexorable destino de estar frente a mi matarife. Me detuve. Respiré. Entré decidido. Milagrosamente el brete se transformó en ruedo. El matarife, en matador. El novillo, en toro. Y mi corazón abrigó la remota posibilidad de un destino diferente.
Nada como verse en un "brete" para que la bravura salga y las situaciones cambien. Nos crecemos ante las adversidades (casi siempre)
ResponderEliminarBienvenido, Roberto Carlos.
Un saludo y a cincuentear
Gracias María!!
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