Mirada perdida
Me mirabas a la cara y te reías feliz. No sabías decir mi nombre, daba igual, yo era tu cariño. Supiste vencer todas las dificultades para lograr mantener el amor por tu marido al que confundías con tu madre, la mejor demostración de amor. Nos dejaste sin saber quién eras.
Un bonito recuerdo de una realidad que nos llega muy dentro a todos. Solo se me ocurre decirte que Carpe diem, Javi, que tenemos los gozos contados y las penas nos acechan. Hasta el próximo mes.
ResponderEliminarGracias Juan. Contaremos con los gozos y los celebraremos juntos.
ResponderEliminarSe van sin saber siquiera que se van.
ResponderEliminarUn saludo, Javier