Mis vacaciones
Terminé en la cuneta de mi equinoccio, sorbiendo la vida, arrastrando mi cuerpo por el árido desierto; apesadumbrado miré al cielo, viendo cómo los buitres observaban qué parte de mi cuerpo comer primero y yo pensaba: "Dios mío, por qué no me fui de veraneo a Benidorm".
Luego, sudoroso, desfallecí.
Luego, sudoroso, desfallecí.
Impresionante, Rubén José.
ResponderEliminarTe deseo unas vacaciones tranquilas, leído lo leído.
Muy bueno.
Muchas gracias por tus palabras Patricia.
ResponderEliminarSaludos.
Hay quien toma las vacaciones como un descanso, puro relax, mientras que otros las consideran un tiempo que debe aprovecharse con actividades que rompan la rutina. En el caso de tu protagonista, además, se añade el componente de peligrosidad extrema, al haber cometido la temeridad de adentrarse en un desierto sin, quizá, las precauciones debidas.
ResponderEliminarUn relato sobre riesgos innecesarios y las consecuencias de las malas decisiones.
Un saludo, buen verano y que tus vacaciones sean tranquilas
Muchas gracias por tus palabras Ángel, que tengas tú también un buen verano.
EliminarSaludos.
Impactante, la primera frase con la que inicias el relato "terminé en la cuneta de mi equinoccio". Me parece que lo dice todo.
ResponderEliminarSuerte y un saludo, Rubén.
Me alegro que te haya gustado, muchas gracias por tus palabras. Saludos.
EliminarCuando lees este tipo de relatos, las aventuras y desventuras de sus personajes, piensas y llegas a la conclusión de lo agradable, de lo bonito y de lo feliz que hace el trabajo sin vacaciones, bajo el aire acondicionado, encerrado durante horas ante un ordenador, soportando con estoicismo la insolencia de los clientes, la exigencia de los proveedores, disfrutando del hormigueo de la presión por el estrés, las prisas, las voces y broncas de unos y otros, las traiciones de los compañeros, la estupidez de los jefes... y todo eso saboreado con el regusto de mirar el reloj y pensar, ¡Qué maravilla, todavía me qeudan nueve horas de oficina!
ResponderEliminar"E cuando arrivo a cassa", contar con ansiedad las horas que faltan para volver a mi querida oficina.
Jejeje! Buen relato, Rubén. Un abrazo sobrino. Saludos a la familia.