Nadie tiene la culpa
Hace rato que debía haber bajado a cenar. La madre sube a su habitación y la encuentra tendida en el suelo. Sobre su cabeza, en el lugar de la lámpara, un enorme agujero en el techo. La niña llora desconsolada, pero sabe que su sobrepeso le ha salvado la vida.
¡No hay mal que por bien no venga! Un abrazo, Pepe.
ResponderEliminarGracias, Aurora. Otro fuerte para tí!
EliminarNunca sabemos qué es lo que nos salva o lo que nos condena. Muchas veces, lo que sucede, ocurre porque ha de ser así, buscar culpables no tiene sentido. Quien piensa que somos marionetas del destino, algo de razón lleva.
ResponderEliminarUn abrazo de verano, Pepe
Que una niña con sobrepeso intente quitarse la vida nos habla de la presión social sobre ciertos estándares que no sabemos quién establece y pueden traer consecuencias nefastas. Gracias Ángel por tu comentario y abrazos también para tí.
EliminarHola, Pepe.
ResponderEliminarLo positivo y lo negativo conviven muy próximos. Y lo uno atrae a lo otro y viceversa. Parece que fuera una ley sin sentido peo opera en la realidad tantas veces. Tu protagonista, esa niña con sobrepeso, llora, quien sabe si por su tentativa fallida de quitarse la vida o por su obesidad, pero es consciente de que tal circunstancia negativa le ha salvado la vida. A qué buscar culpables como apunta el titulo. El fatum, como dice Ángel, nos maneja a su capricho.
Me gusta tu propuesta.
Un abrazo grande, amigo
Gracias, Eduardo por tus acertadas palabras. He intentado plasmar un suceso paradójico sobre un tema delicado que afecta a demasiada gente joven obsesionada con el físico. Abrazos.
EliminarTremendo el disloque que produce el tema del peso, que puede llegar hasta perder la vida voluntariamente.
ResponderEliminarImpacta tu micro, como impacta la caída de la lámpara y el hueco del techo.
Un saludo, Pepe.
Muchas gracias, Maria Jesús, encantado de que te haya gustado. Abrazos.
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