Novia con hándicap
A Eloísa le gustaba mucho enamorarse, ya fuera de un buen mozo, de un casado, de un juglar, de un lancero real... Imaginaba fantasías que le colmaban de gozo y le dibujaban una sonrisa irresistible. Sus paisanos nunca le correspondieron ni por cortesía. Pena. Era hija del verdugo del rey.
Acertados estaban los paisanos de Eloísa. Me imagino que ni siquiera se atreverían a mirarle a la cara por si ella proyectaba una de sus fantasías con uno de ellos. Tener ese padre le habría llenado de buenas enseñanzas y acertados consejos.
ResponderEliminarUn abrazo
Pues no lo entiendo! Creo que a la dote, no le habían sumado la gratuidad de las ejecuciones al yerno y otros familiares allegados y eso es una pasta a tener en cuenta!
ResponderEliminar¡Súbditos con poca cabeza!
Jajaja! me ha gustado tu relato, Juan.
Te mando mi abrazo y mi me gusta.
La profesión de su padre, tremenda y muy mal vista, condiciona de alguna forma a toda la familia. Eso sí, si encuentra quien la quiera, será alguien que lo hará pese a los convencionalismos sociales, que va a saber superar el mal fario de su suegro. Ahora se explica que la naturaleza de Eloísa se incline a fijarse en todo tipo de hombres, por si encuentra a esa rara especie sin prejuicios.
ResponderEliminarUn saludo, Juan