Tu recuerdo y yo
Con agitada ingravidez, dos sombras macilentas se arremolinan atrapadas por la pretérita gravedad del tiempo. Ni avanzan ni caen; sólo cabriolean alrededor de un vacío concéntrico, tratando de recuperar vivencias inalcanzables para un ahora tan abrasador que hasta las piedras se evaporan al recordarte.
Y no estás... Y entonces llueven.
Y no estás... Y entonces llueven.
Poesía, o prosa poética, da casi lo mismo, Antonio, amigo, de muy altos vuelos. Lo pasado, el pretérito, la ausencia. La ausencia como llamada, como convocatoria, como ardorosa necesidad vital. El intento de rememorar vivencias intangibles, inasibles ya. Y el ahora que abrasa de la mano del recuerdo. Y llueven las vivencias o llueven las piedras que no llegaron a evaporarse. Me traes a José Manuel Caballero Bonald."...Qué preservar, recordar, frente a las volubles incomparecencias del olvido. Nada, sino una sombra cruzándose en la noche con mi sombra". En este caso son dos, las sombras. Nadie se ha extinguido si se le recuerda. Es el tuyo un texto mayúsculo digno de mi aprecio más sincero y calificación más alta.
ResponderEliminarGracias Eduardo, por engalanar con tu expresividad mis 50 palabras. Es un deleite siempre leerte.
EliminarUn abrazo.
Cuando el pasado se idealiza y rememora como un tiempo mejor, significa que ha sido superado por un presente que se antoja lo contrario, lo ramplón frente a lo sublime. No sabemos los motivos, pero sí que en tu relato hay una ausencia y que la parte sobreviviente de dos se duele de ella, pues punzantes son las imágenes felices cuando no pueden tener continuidad, cuando han quedado atrapadas en una imagen que se ha vuelto idílica, pero con recorrido limitado, que no puede volver a armarse.
ResponderEliminarTriste y emotiva historia intimista, con una forma de contarla insuperable y muy personal. El final, esa frase entrecortada, bien pudiera ser el título de un poemario.
Un abrazo, Antonio
Cómo siempre, has desgranado perfectamente una historia que, en efecto, relata el sentimiento de ausencia; un rotundo e inaceptado desamor que, sin embargo, al releerlo, bien pudiera aplicarse a cualquier pérdida.
EliminarMuchísimas gracias, Ángel por no desfallecer en tus comentarios ni en verano (otros no podemos decir lo mismo).
Un abrazo.
Pues yo me lo he tenido que leer varias veces, y solo puedo felicitarte ante la facilidad que tienes para cambiar de registro.
ResponderEliminarChapeau.
Un abrazo.
Si ya te agradezco que lo hayas leído, si lo has releído ya ni te cuento.
EliminarMuchas gracias, Jose.
Un abrazo.
Antonio, enhorabuena por el manejo sabio de la herramienta poética. Potencia mucho el alcance y temperatura de los relatos como sucede en el tuyo.
ResponderEliminarLa fuerza de ciertos recuerdos cargados de emoción, pasión, tristeza por la pérdida irreparable, es enorme. Mucho más aún si son recuerdos sintonizados en un abrazo, que "cabriolean alrededor de un vacío concéntrico" (¡Uf!).
Son algunos recuerdos de este tenor los que explican que el ahora sea tan abrasador como tú apuntas. Y nada se diga si en vez de recuerdos que se comparten, son ya imposibles de compartir, si el desencuentro suplanta definitivamente al encuentro por doloroso que éste fuera.
Un cordial saludo.
El desamor implica recuerdos desincronizados y, por tanto, imposibles de compartir.
EliminarGracias por dejarme tus impresiones, Carmelo; son para mí un gran aliciente.
Un abrazo.
No siempre las palabras necesitan contar para sentirse, para emocionar. En el caso de las tuyas, hermosamente poéticas, la transfiguración narrativa viene dada por la evocación de la pérdida,recreando ese imposible que es sustentar al vacío con los recuerdos vividos. Eso, como sujetar al viento apretando los puños. He vivido esa sensación que me traslada tu relato y el final, es también el mismo. Llueven piedras. Pero de qué forma. Grande, grande tu forma de dar sentido a las palabras y emocionar.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Antonio.
Qué maravilla llegar tan profundo a lugares tan especiales como los que expande tu sensibilidad, Manuel.
EliminarGracias por dejarme tus palabras, tu sintonía.
Un abrazo.
Emotivo y culto relato el que hoy nos ofreces, Antonio. Un buen repaso al lenguaje del que has extraído palabras poco cotidianas, para crear un micro romántico y bello.
ResponderEliminarLeerte, siempre es un aprendizaje.
Saludos afectuosos.
Emotivo y culto relato el que hoy nos ofreces, Antonio. Un buen repaso al lenguaje del que has extraído palabras poco cotidianas, para crear un micro romántico y bello.
ResponderEliminarLeerte, siempre es un aprendizaje.
Saludos afectuosos.
Emotivo, puede. Culto, ahí taspasao, maría Jesús.
EliminarQué gran tino el destacar el romanticismo en el relato, porque creo que es el sustrato sobre el que se desarrolla.
Mil gracias por tus palabras.
Un abrazo.
El olvido clama protagonismo ante los recuerdos finitos, que por la ausencia ya no puede crear. Grandísimo relato, Antonio. Un abrazo.
ResponderEliminarGrandísima la primera frase con la que me obsequias, Salvador.
EliminarGracias por dejarme tu comentario.
Un abrazo
¡Formidable! Las palabras cabriolean modelando toda una vorágine de sentimientos intensos. Me hubiese encantado, como jurado de este mes, poder puntuar como se merece este relato, pero como no entra en concurso solo te puedo dar desde aquí mi más sincera enhorabuena. Un beso enorme, Antonio.
ResponderEliminarMe has recompensado de sobra con tu maravilloso comentario, Matri. Gracias y enhorabuena por el tuyo, sin duda merece estar en la final.
EliminarUn besazo
El dolor por la ausencia y la imposibilidad de atrapar el pasado gravita en el alma del personaje y se materializa en esas piedras que se evaporan para convertirse en lluvia.
ResponderEliminarBellísimo micro de gran intensidad emotiva y lírica. Enhorabuena, Antonio. Un gran abrazo.
Que gran resumen del micro, con ese don para las palabras que acompaña a lo que escribes. No me extraña que seas una habitual de las finales y que el de este mes esté en ella.
EliminarGracias carmen.
Un fuerte abrazo.
Veo reflejado un inmenso dolor en tus letras, ese dolor tan familiar para cualquier corazón que haya sufrido una pérdida.
ResponderEliminarBello, bellísimo texto.
Gracias por escribirlo.
El amor inalcanzable suele dejarnos tan vacíos como un vestigio, con un dolor incombustible que no deja de arder.
EliminarGracias por dejarme tu comentario, Alma.
Un abrazo.