Bye

Dejó la gorra oscura en la entrada del caserón. En su cabeza, sus padres allí enterrados, el mayoral, Laurita: un sol en lágrimas. Los gritos del amo iban quedando lejanos a la luz de la luna. En la ciudad, compró una visera verde y un grillo que suena a violín.
Escrito por Eduardo Martín Zurita

35 comentarios :

  1. Qué interesante Eduardo. Se me abre un mundo de posibilidades: el caserón ha quedado ya vacío y el hombre tiene que irse a vivir a la ciudad, el amo lo echa del trabajo de toda una vida y se traslada. Es ya mayor y en el pueblo solo queda él por lo que debe marcharse...Sea como sea me parece una maravillosa manera de contarlo. Un fuerte abrazo.

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    1. Eduardo martín Zurita11/8/18, 21:23

      Hola, Aurora.
      Gracias por tu comentario, máxime en los términos elogiosos que manifiestas. Tu mente es abierta y despierta buscando alcances al texto, cosa que es también de agradecer.
      Un beso y feliz lo que queda de verano; feliz todo para ti siempre.

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  2. Carmelo Carrascal11/8/18, 20:08

    Eduardo, me ha gustado tu microrrelato.

    El salto de la gorra a la visera o el adiós valiente de quien emprende el camino nada menos que hacia la libertad. A tal fin ha de romper ataduras, acabar con hábitos y costumbres, incluso deshacerse de viejos y, pese a todo, entrañables recuerdos. Laurita acaso represente lo que de contradictorio tiene la vida, también y en particular si se apuesta con resolución por la libertad.

    Tu personaje entrañable ha de enfrentar, atreverse a enfrentar todo aquello que en su pasado le produjo vergüenza, miedo y sometimiento. En suma, ha de ensayar a ser otro, digamos, el amo de sí mismo.

    Este delicioso micro dibuja el triunfo del paso hacia la libertad, que se sustancia en imágenes como el abandono del viejo gorro, la adquisición de la visera, una suerte de gorro nuevo del color de la esperanza.

    Lo del grillo ya me parece de aplauso. Aunque no sé si todo violín que se precie ya ha de llevar dentro un grillo (o varios) para cuando actúa de solista avezado, negro insecto que se desliza, cual patinador sobre hielo, entre las cuerdas que arden de música y el arco que las excita.

    La libertad es excitante. Excita buscarla y nada más excitante que disfrutarla. Le va a merecer la pena a tu personaje abandonar la seguridad por el riesgo que siempre entraña el compromiso con la libertad.

    Un fuerte abrazo!

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  3. Eduardo Martín Zurita11/8/18, 21:47

    Hola, Carmelo.
    Delicioso si que lo es tu comentario. Lo suscribo de pe a pa. No se te ha pasado nada en absoluto. La exégesis es prodigiosa, y también literariamente hablando. El hombre ha vencido el famoso y fatídico "miedo a la libertad" (del que nos hablara Erich Fromm), que, como bien señalas, tiene sus costes, sus daños colaterales valga decir.
    Toda conquista de libertad o libertades está permeada por la esperanza, que también mencionas.
    Y creo que sí, que este hombre, al fin y a la postre, va ser feliz a su manera, en tanto amo de sí mismo, por copiar tu acertadísima (y feliz, valga la redundancia) expresión.
    Ha sido de lujo y un auténtico placer, que no alcanzan mis palabras a agradecerte, leer este intenso y extenso despliegue hermenéutico tuyo a mis letras humildes. Da gusto escribir para hacerse acreedor a lecturas de tu impronta y calado; lecturas largamente introspectivas como la tuya. Lo del grillo, testimonio de su cabal naturaleza, me ha dejado del todo conmovido, pues atisbo en tu persona dotes de gran rapsoda.
    Un abrazo muy fuerte para ti también y repleto de admiración. Mucha mucha.

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  4. Eduardo, el cuadro que vas pintando a pinceladas con las palabras, se acaba de completar con los comentarios predecedentes.
    Respecto a "Laurita: un sol en lágrimas" debe ser alguien a quien deja atrás en esa vida anterior (un joven amor?, o quizá se refiera a una hija que tuvo y murió?).
    También leo que Carmelo hace una poética aportación sobre el grillo en su comentario. Por mi parte añadir que pensé que era una forma de recordar esa naturaleza que ya no tendrá a la puerta de casa.
    En cualquier caso, que ese color verde le llene de esperanza en su nueva etapa.
    Y que tú pases un verano estupendo.
    Un beso.
    Carme.

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  5. Eduardo Martín Zurita12/8/18, 13:18

    Hola, Carme.
    Una cosa es lo que está en la mente del autor al componer el texto y otra el posible alcance interpretativo que le den los lectores o lectoras. Laurita es un amor que el hombre sacrifica en la conquista de su libertad, puede ser la hija del amo.
    Podría ser que el hombre, el protagonista se quedara en la ciudad o se fuera a un pueblo sin amos.
    En cualquier caso, como tú dices, que los buenos auspicios de la esperanza se cumplan para él. Como para ti que pases un maravilloso verano. Un beso muy grande.

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  6. Ver tu relato(tu micro se visualiza más que leerse) es como ir al cine, por tu capacidad descriptiva, me parece estar viendo el caserón, al que toda la vida del protagonista está ligada, la gorra ya algo parda por el paso inexorable del tiempo, la sepultura de sus padres que representan las raíces de las que se alimentó, el mayoral que se cree dueño de vidas y haciendas por delegación del amo, la pobre Laurita principal perdedora del relato, que es victima de dos ilusiones la suya de retener al protagonista, y la de este de crearse su propia Sentencia Arbitral de Guadalupe que le desligaba de la tierra y le permite ir en busca de una quimera, la ciudad donde se compra una gorra verde (esperanza) para protegerse del sol (¿en lagrimas?), y un grillo como reminiscencia de un pasado del que siempre será esclavo.
    Permíteme que me declare Martinzuritista acérrimo.

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    1. Eduardo Martín Zurita13/8/18, 16:20

      Hola, Irreverente.
      Permíteme empezar por el final y declararme Irreverentísimo inadaptadísimo.
      El micro salió tal cual, no pretendía que fuera visual de intento, pero supongo que es de agradecer que pueda más que leerse ser visualizado. Va de gorras, sí, como símbolos, de lo arcaico y de lo venidero con tintes de esperanza. Captas muy bien la peripecia y las intenciones y la propia simbología y sus alcances.
      Es verdad, el protagonista nunca podrá desembarazarse de su pasado, la denominada prisión de la memoria.
      Un abrazo grande sin agobiar, que hace calor, y muchas gracias por tu comentario.

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  7. Hola, Eduardo. Has ido depositando con suavidad una serie de “pistas”, por decirlo de alguna forma, sobre el camino que han terminado de conformar tus palabras. A nosotros nos quedaría la labor -bendita labor- de completar, si hiciese falta, lo que ha quedado debajo, o atrás, de tus frases. O, por qué no, “solamente” disfrutar de la sencillez “campera”, recubierta de sugerencia, de tu texto. Y es llegar a la ciudad, y ya se nos vuelve casi un cosmopolita, el tío, con la visera y el bay. Esto último es broma. Como me ha pasado en otras muchas ocasiones, una simple palabra leída en un relato y sacada de su contexto puede conseguir que mi mente y mis recuerdos bullan sin descanso. En el caso de tu relato, me sucede con la palabra “grillo” (ratifico que la imagen del grillo que suena a violín es una maravilla): me trajo a la memoria algunas canciones (no te creas que las recuerdo claramente, en otro momento trataré de buscarlas) de Víctor Jara o Quilapayún o algún otro de esa época y circunstancias en las que se usaba grillo como el elemento que “retenía” a los presos. Curiosamente, en tu caso, pareciera que la compra del grillo y la visera acabaran de romper esos grillos (reales, metafóricos, de resignación, de “amor”…) que lo mantuvieron atado a algo o a alguien. Buen relato. Un abrazo y suerte.

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    1. Eduardo Martín Zurita13/8/18, 16:35

      Hola, Jesús.
      Bueno, lo primero agradecerte el comentario. Y celebrar que la palabra "grillo" haya disparado tus ganas de evocar, sobre todo canciones. Los nombres que sacas a la palestra no son moco de pavo ni ponen grilletes a los sentimientos.
      Cualquiera sabe si este hombre se queda o no se queda en la ciudad. Igual se busca luego otro pueblo más potable, más acorde con su ideario mental y vital. Él sabrá, yo ya no voy a dirigir sus pasos, Dios me libre. El resto de las palabras de su vida las tendrá que escribir él mismo.
      Gracias por el calificativo al relato, cosa que es siempre de agradecer, pues a mí me cuesta escribir y, sobre todo, dar con peripecias que conlleven un cambio y no estén excesivamente transitadas.
      Lo de la suerte: yo creo en la mala no en la buena, pero me encanta, claro está, que me desees la buena. Más gracias adicionales.
      Un abrazo grande.

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  8. Querido Eduardo, de entrada, ya el título ejerce de contrapunto maestro sobre el eje del núcleo de un relato palpitante. Esa despedida en inglés es toda una declaración de intenciones, una pica en Flandes, un corte de mangas a la fábrica de esclavos que fue este país latifundista. Ese “bye” es referencia de todo el universo que representaba lo extranjero. Trabajo digno, cultura, justicia, pluralidad, libertad de expresión, libertad sexual y democracia… un paraíso en boca de un jornalero acostumbrado a ver a toda su casta resignada a humillarse ante los señoritos por un jornal miserable y un trozo de pan que llevarse a la boca.
    Hoy, afortunadamente, las tornas han cambiado en buena parte y somos nosotros punto de referencia y destino para esclavos de otras latitudes. Mísero mundo que se afana en llevar la contra a los idealistas, a los soñadores de una humanidad solidaria. Se ve que los poderosos no descansan en tejer camisas ajustadas para la injusticia.
    No hay medias tintas en tu relato, lleno de símbolos tan significativos como el momento que representan. Ni más ni menos que la de tomar las riendas de la vida, despreciar el pan mendigado y volar en busca de horizontes de dignidad y futuro. Se compra ni más ni menos, que una visera verde, verde de luz y de esperanza frente a la gorra oscura, y un grillo cantaor como banda sonora de su recién estrenada libertad. Y como toda conquista de altura, tiene su alto precio. Atrás queda toda una vida de raíces que desfilan en tu relato con su peso específico hasta derramarse en esa imagen colosal de Laurita, sol de lágrimas.
    Me trae tu relato emociones que en su momento me produjo la película Los santos inocentes de Mario Camus, aquellos señoritos, aquella gente sojuzgada, aquel "milana bonita" desgarrador en la interpretación del gran Paco Rabal.
    Poeta. Poeta grande, Eduardo, eres. Y narrador enorme.
    No es mi enhorabuena, sino mi emoción la que salta para abrazarte. Feliz soy siempre que me hallo en tus cincuentas. No tienen precio estos momentos.
    Esto y un abrazo de los de antes de la guerra, con sabor a tierra labrada por las manos, con sabor a letras ágiles como alas.

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    1. Eduardo Martín Zurita13/8/18, 21:38

      Hola, Manuel.
      Me gusta traer a colación algo consabido: ¡Hay que ver lo que dan de sí cincuenta palabras!". y es de ese modo por vuestros comentarios. Da gusto escribir (algo muy duro, al menos en mi caso) para leer las palabras vuestras.
      Tienes razón. El título del microrrelato es la clave de bóveda del mismo. Nos adentra en la peripecia y galvaniza toda ella, que pivota en torno a él. Ese bye lo preside todo.
      El mundo cambia, pero a paso de caracol. Todavía nos queda para vestir cada uno la camisa del hombre feliz. El logro de esa idealista confraternidad solidaria universal. Con gobernar según la naturaleza de las cosas, que tienden a la bondad, nos situaría en el camino. Pero...
      También a mí me fascina la película homónima de la novela de Delibes. Los actores están para comérselos y la denuncia de esa "manera de vivir", por decirlo de alguna manera, valga la redundancia, queda ahí para los restos.
      Ves con tino la desenvoltura de la historia; es cierto, no hay medias tintas. A uno no debe temblarle el pulso a la hora de redactar según qué asuntos. Bueno, todos y cada uno.
      La emoción es mía, Manuel Bocanegra, de que detengas tu grandeza (quien te haya leído lo sabe) en mis humildes renglones. Tu solvencia es máxima en tanto mente preclara y talento artístico. Y como persona te sales. Además, pintas. Eres más completo que un abrigo largo, ya me dirás tú.
      Te reenvío el abrazo. Mis abuelos, ambos, fueron agricultores, algo sé de labores del campo. Que seas muy feliz.

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  9. Una vez izadas las ancladas con el pasado y enterrada la servidumbre, puede adentrarse hacia otra realidad con la libertad como estandarte. La visera, el color y el sonido son asideros que evocan su pasado y apuntalan sus recuerdos. Un relato con la fuerza y la profundidad emocional que te caracterizan, amigo Eduardo. Enhorabuena y un fuerte abrazo.

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    1. Eduardo Martín Zurita13/8/18, 21:44

      Hola, Salvador.
      Conciso y preciso, norma ya de la casa, de la factoría Esteve quiero decir. Fuerza y profundidad emocional, qué bonito, y si lo afirmas tú...
      Gracias por tu comentario, amigo, y un abrazo muy grande.

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  10. Nostálgica, y con aires de victoria después de una vida de caprichos y gritos del amo, la vuelta de tu "prota", al "socavón" del punto y final.
    La compra del grillo que suena a violín, digno de antología.
    Toda la suerte y todos los saludos virtuales del mundo, Eduardo

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  11. Eduardo Martín Zurita13/8/18, 21:51

    Hola, María Jesús.
    Muchas gracias por tu comentario y saludos de don grillo, personaje mucho más que en deuda contigo. De alguna manera tenía que cerrar el texto, ¿no te parece? Si te digo que se le ocurrió a mi hijo...
    El punto y final, sí, porque ahora debe caminar él solito, según sus apetencias o su leal saber y entender, como le venga en gana, vaya.
    Un beso muy grande. Y feliz lo que queda de verano. Bueno, siempre, en esto no hay que ser estacionales.

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  12. Pues yo me he imaginado tu micro como una película de dibujos animados. Sí, no te eches las manos a la cabeza. Por los colores que va emitiendo. Comienza en la oscuridad, para pasar, poco a poco, a la claridad gris de los rayos de la luna, que llevan a tu prota, un tipo alto y desgarbado, estilo James Stewart, a la luz verdosa del amanecer. Y termina con la explosión del amarillo de ese grillo que ya no es letal y aburrido porque ha aprendido a tocar el violín. ¡Me encanta!

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    1. Eduardo Martín Zurita19/8/18, 12:52

      Hola, Patricia.
      Me dejas de una pieza, aunque me avises: vaya imaginación que te gastas hasta comentando. Y te aseguro que me gusta mucho ver el texto con esta nueva visión o enfoque que me regalas. El encantado en definitiva soy yo. Ver a ese James Stewart, alto, sí, desgarbado, avanzando por toda ese arco de colores. ¡Que vivan los colores que le dan color y calor a la vida! Ha sido un placer de los grandes recibir tu comentario. Gracias muchas.
      Un beso bien grande y feliz lo que queda de verano. Y siempre.

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  13. Hola, Eduardo. A mí me has hecho pensar en el antiguo refrán “Más mal hay en la aldehuela de lo que se suena” (también título de la famosa obra de Lope), pues adivino en todos esos detalles que aportas asuntos, ya acontecidos, bastante feos y dolorosos. Ese “Bye” me sugiere modernidad y, por consiguiente, cambio con respecto al atavismo en el que se ha visto obligado a crecer, además, cómo no, de borrón y visera nueva. Resultan gratificantes esos gritos quedando atrás, impotentes y quizá resignados del amo. Con lo del grillo no me la juego, jajajj (hay tantos sitios por donde tirar), aunque me encanta como final.
    Enhorabuena, amigo. Tus cincuentas son poderosos.
    Un abrazo.

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  14. Eduardo Martín Zurita21/8/18, 21:29

    Hola, Enrique.
    Poderío el tuyo que los sumas, cincuenta soles como cincuenta trenes, ya sabes.
    Amigo mío, un comentario de lujo, bien sagaz y bien documentado: Lope es mucho Lope.
    Borrón y visera nueva, sí, pero qué grande eres. Un "viserazo" al pasado, levando anclas. Muy a tope el significado de "bye", captado al máximo, ya digo: tiempos modernos. El impotente amo desamado, también.
    Lo del grillo, insisto, no es mérito mío, se le ocurrió a mi hijo. Pero no creo que el protagonista esté grillado ni mucho menos, antes al contrario, es un tipo coherente, por fin y en definitiva acorde son su sentir más íntimo y verdadero, sus ansias de libertad, de autenticidad.
    Cuando lleve cincuenta títulos ya hablaremos, gran Enrique, si soy o no soy poderoso. Estela me enseñas por donde pisar.
    Un abrazo enorme y feliz verano y feliz siempre.

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  15. Enrique Angulo23/8/18, 0:21

    Bye, un adiós, quizá informal, de un personaje que, en una primera lectura, me parece sacado de la novela de Miguel Delibes Los santos inocentes, con esas escenas que se desarrollan en el ámbito rural, y que, después de escribir lo anterior, veo que también a Manuel le han venido a la cabeza escenas de la película que Mario Camus hizo sobre la obra de Delibes.
    Luego, empieza a sonar en mi cabeza el tango Volver, y también la película de Almodóvar, pues parece que ese personaje ha vuelto para reencontrarse con su pasado, a la vez que para librarse definitivamente de él.
    Con unas cuantas pinceladas, las que permiten las cincuenta palabras exigidas, nos dejas las cumbres de la cordillera de la vida de tu personaje; para el resto, que cada cual emplee su imaginación.
    Nada como esta restricción de las cincuenta palabras para practicar la famosa teoría del iceberg de Hemingway. Porque, en definitiva, eso es lo que ocurre en la vida, ya que siempre sabemos poco de los demás, incluso de las personas que nos son más cercanas, y sobre ese desconocimiento elucubramos e inventamos, seguramente, en la mayoría de los casos, equivocándonos.
    Yo imagino una vida de esclavitud en el campo, sobre todo de los padres del protagonista, los cuales ya no están en este mundo, y de ahí esa visita, ese homenaje, esa concesión a los recuerdos antes del adiós definitivo.
    El mayoral habla de injusticias, de imposiciones, de jornadas infinitas trabajando de sol a sol; una vieja y dolorosa historia vivida por millones de seres anónimos. Laurita es el amor imposible, ese sol de lágrimas así lo denota, así le parecía a tu personaje que eran las cosas, pues cuando uno fracasa en lo más grande –y un amor total no correspondido es una de esas cosas- parece que lo hace a la vez todo el universo, por eso, a tu protagonista, en esos días de dolor y desesperación, le parecería que hasta el astro ígneo al que le debemos la vida lloraba con él.
    Pero, por suerte, tu personaje no estuvo condenado a repetir la vida de sus padres, él pudo liberarse, decir adiós, alejarse de esos odiosos gritos del amo hasta que ya no significaron nada.
    Con él se llevó su pasado, sus heridas, pero también la esperanza de una nueva vida, más digna, más humana, de poder hacer con ella, hasta cierto punto, lo que deseara.
    Y ahora, tras ese regreso y ese nuevo retorno a la vida conquistada, sabe darle importancia a lo nimio, como a esa visera verde y a ese grillo que suena a violín, perfectas metáforas de ese nuevo mundo que conquistó, como muchos otros, antes que él, y en multitud de circunstancias similares, tuvieron que conquistar.
    Excelente microcuento, Eduardo, que es como un pequeño espejo de esa lucha permanente, sobre todo de los más desfavorecidos, para encontrar su lugar en el mundo injusto del que no hemos sabido escapar los seres humanos.
    Un abrazo fuerte y feliz verano.

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  16. Eduardo Martín Zurita23/8/18, 14:07

    Hola, Enrique.
    Exhaustivo y magnífico comentario el tuyo, muy superior, desde luego, no me cabe duda, al texto. Es un honor de los grandes, siempre, todo un privilegio el que detengas tu mente y tu sabiduría en mis humildes renglones. Es un descomunal placer, además, gracias; gracias que se quedan muy cortas, y aunque fueran muchas gracias.
    Nada ha escapado a tu análisis portentoso. Y no tengo por más que asentir con todas y cada una de tus reflexiones y consideraciones. Y con tus, digamoslo así, resultandos.
    Me detengo un poco en el corolario de tu exégesis: la lucha por la vida, acordándome de Pío Baroja y de Vidal, el personaje. La brega ardua para encontrar cada uno nuestro sitio en el mundo hostil que padecemos. Todavía. Del que parece que no vamos a escapar nunca. La vida es lucha y es dolor, pero también la alegría de la conquista. Esa suprema bendición, aunque sea parcial, por supuesto. La insatisfacción yo creo que es nuestro permanente estado de ánimo. Lo que es natural en nosotros, pues siempre nos sabemos llevados más lejos de nuestros límites, tentados por lo que no vamos a conseguir por imposible. Lo cantaban los Rolling Stones. "No me siento satisfecho". Y así andamos el camino, entre derrotas y pequeñas victorias que nos saben a miel de la Alcarria. Como a mí el modo que tienes de desenvolver tu hermenéutica magistral.
    Un abrazo inmenso, a tu medida, y un feliz verano y siempre.

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  17. Hola, Eduardo. Un texto muy bello. Me ha encantado. Yo creo que se trata de alguien que regresa a su pueblo para el funeral del padre, de la madre o de ambos (la gorra oscura me lo sugiere), rememora los acontecimientos ya pasados y, con las mismas, se marcha a la ciudad para cerrar capítulo (visera verde). Es una de las varias interpretaciones que se me pasan por la cabeza. En cualquier caso, felicitarte por tu habitual buen hacer como autor y desearte la mejor de las suertes. Feliz cierre de vacaciones, con broche de oro. Muchos besos.

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  18. Eduardo Martín Zurita26/8/18, 13:54

    Hola, María José.
    Cualquier interpretación es muy bienvenida. La tuya es plausible, sobre todo, a mi entender, en lo de "cerrar capítulo". El protagonista está hasta el gorro, hasta la gorra oscura, de la vida de ese color que llevaba y que llevaron allí sus padres. Busca otra cosa lejos del dominio servil al amo, lo que había visto hacer a sus padres, allí enterrados. La ciudad es su esperanza y en ella espera encontrar su sitio, el que le haga feliz o menos infeliz. El binomio sustancial del texto, a mi juicio, no es otro que la libertad y la esperanza. Ojalá nos acompañe a todos y a todas en cualquiera de las estaciones, a lo largo y ancho de la vida.
    Gracias por tu comentario, en términos tan elogiosos y feliz todo para ti siempre. Un beso muy grande.

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  19. Cuando tanto se habla de la despoblación del campo, en estos tiempos en los que las casas rurales tienen tanto auge como bálsamo de oxígeno ante la ciudad que tanto aliena y comprime, tú, con esa originalidad y fuerza que no me cansaré de decir que tienes, narras una situación particular que se desliza con pinceladas finas, en la que los orígenes se han tornado dolorosos, a la par que opresivos, y es preciso un cambio de escenario radical, quizá con ello tu protagonista pueda superar la losa de esos recuerdos para comenzar a avanzar hacia un camino nuevo, no marcado y alejado de monotonías, lleno de alternativas.
    Dejas al lector capacidad de pensar por sí mismo, de imaginar de forma individual qué pudo suceder con todo lo que ronda por la cabeza del protagonista, personas y objetos. El detalle del grillo es poético y brillante, como su autor.
    Confío en que no tomes como una descortesía mi tardanza en comentar. Hay épocas en las que uno se descoloca. Llevo un par de días tratando de ponerme un poco al día.
    Un abrazo grande, Eduardo

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  20. Eduardo Martín Zurita29/8/18, 13:50

    Hola, Ángel.
    Entiendo tus circunstancias y valoro más, si cabe, el comentario que realizas al microrrelato; y más todavía cuando lo desenvuelves con tanto tino. Y me dices (reiteras) esos elogios. Originalidad y fuerza. Son tan hermosos que no me apetece negarlos ni menoscabarlos siquiera: me confieren potencia, por no emplear otra vez el sustantivo fuerza.
    El protagonista necesita, es cierto, como la vida, "un cambio de escenario radical", y deja su ayer atrás, un pasado muy opresivo con su pizca o algo más de satisfactorio: Laurita, ese sol en lágrimas. Quizá el mayoral, oprimido opresor, la voz de su amo.
    Un detalle importante que resaltas del texto es la libertad que se concede al lector para construir, con la historia, la que le dicte su inteligencia o su corazón.
    Lo del grillo se le ocurrió a mi hijo, no tengo mérito alguno. Y, bueno, lo cierto es que me gustó como final y lo adopté.
    Muchas gracias por tus palabras (todas) y un abrazo muy muy fuerte para ti.









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  21. Navegante anónima29/8/18, 17:12

    Ayer mismo, le preguntaba a una persona si era feliz... Refiero esto porque creo que este microrrelato tiene que ver, en esencia, con la conquista de la felicidad (entendida como la búsqueda y hallazgo de nuestro lugar en el mundo, como la afirmación de nuestra auténtica identidad).
    Estupendo texto, sustentado -con gran lucidez- en elementos simbólicos (distinta manera de "vestir" la cabeza; distintos colores). Texto con pinceladas poéticas muy bellas. Hay detalles que me han tocado el alma, un tanto herida por la vida, bastante lejos de la felicidad.
    Enhorabuena inmensa, Eduardo. Y mis mejores deseos, de corazón.
    N.

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  22. Eduardo Martín Zurita29/8/18, 22:05

    Hola, navegante.
    La felicidad son palabras mayores. Ortega y Gasset decía que era la única cosa que podía darse sin poseerla. ¿Quieres que te sea sincero? Creo que la felicidad no es de aquí. Debe encontrase arriba, muy por encima de nosotros. A veces se nos escapa de la mano, a mí me ha sucedido, como un pececillo maravilloso. Las circunstancias mandan siempre y se imponen. Muy orteguiano eso también. Es una fatídica y descorazonadora ley de la vida. Se nos tiene que quedar por el camino lo que más queremos y hemos querido, como al protagonista del microrrelato con su Laurita. Sin vuelta. La vida, con sus crudos designios. Y tantos amos, como el del texto. Y tantas voces disonantes. Tantos mayorales. Y tantos soles en lagrimas como Laurita lo es. Tantos daños colaterales.
    Inmensas gracias por tu enhorabuena y deseo tu felicidad. Feliz todo para ti siempre. Y un beso inmenso, de corazón.
    Tu comentario me ha hecho sentirme, por un momento, no sé por qué, o tal vez porque el comentario tuyo es soberbio, un lord de la palabra.

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  23. Navegante anónima30/8/18, 18:13

    Muchas gracias por tus palabras, Eduardo.
    Planteamientos filosóficos al margen, yo sí creo que la felicidad es de aquí. Yo era feliz, muy feliz, hace casi dos años más o menos. Y lo era pese a estar luchando contra una grave enfermedad, hoy en fase terminal (Con el amparo del anonimato, me puedo sincerar). La felicidad se truncó cuando se cruzó en mi vida una persona y confundimos nuestros sentimientos. En los últimos tiempos, por activa y por pasiva, he intentado mantener una amistad con esa persona. Pero mis intentos de comunicación solamente han tenido como respuesta el silencio y la indiferencia, que es dolorosísima, más aún en mis circunstancias. Para mí era importante esa amistad. Creo que éramos grandes amigos.
    Tal vez, como dices, la felicidad esté en otro mundo. Ojalá. Yo quiero creer en un cielo muy hermoso. Necesito creer en ello.
    Nuevamente, te envío mis mejores deseos. Espero, de corazón, que seas feliz en la tierra. Un día le escribí a una personita muy querida que la felicidad no tiene precio. Y así es.

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  24. Eduardo Martín Zurita30/8/18, 20:21

    Gracias por tus buenos deseos. El cielo existe para personas como tú.

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  25. Eduardo Martín Zurita30/8/18, 20:23

    Gracias por tus buenos deseos. El cielo existe para personas como tú.

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    1. Navegante anónima2/9/18, 11:34

      Para todos, existirá para todos.
      Con tu permiso, voy a tomar prestada la visera de tu personaje. Y vestida de esperanza voy a aguardar a que esa persona vuelva a mi vida en estos momentos difíciles, vuelva a hablarme, vuelva a ser mi amigo. Lo necesito de verdad.
      Bueno, Eduardo, discúlpame por invadir este espacio de comentarios con temas ajenos a tu magnífico micro, por el que, de nuevo, te felicito.

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    2. Siempre queda la esperanza.

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  26. Pues sí, todo llega. Tenía la esperanza y llegó. Siento haber dado la lata con mi historia; el micro me llegó por redes y me dio pie. Gracias.

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    1. No controlo bien esto. Quería ponerlo en respuesta, al lado de mi otro mensaje... Soy Nieves, la Navegante anónima.

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