Cuento chino

Dicen que, desde que abrieron el restaurante, no hay gatos en el callejón; que el padre lo perdió todo en el casino; que vendió a su hija pequeña a la Tríada. Una sombra espera al anciano que deambula por el local abandonado, sonriendo, como él cuando preparaba el cerdo agridulce.
Escrito por Patricia Richmond - Web

24 comentarios :

  1. Salvador Pérez Salas16/8/18, 19:42

    Comienzas con "Dicen" y ya nos lo dices todo.
    "Maestra" en una sola palabra. Un verdadero cuento chino.
    Feliz verano.

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    1. Mucho cuento, Salva. Que cada cual decida dónde empieza y dónde termina. Lo de la maestría dejémoslo para los poetas andaluces que deslumbran a las tontainas cuentistas.
      Un beso.

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  2. Eduardo Martín Zurita16/8/18, 21:41

    Hola, Patricia.
    Dicen que escribes de fábula. Por algo será. Menos mal que es un cuento chino. Solamente. Sin aletas de tiburón. Esa sombra tiene un peligro...
    Un beso y un verano bien feliz.

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    1. No creas todo lo que dicen, Eduardo. Solo a las sombras, sabias descifradoras hasta de los cuentos chinos.
      Abracicos.

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  3. Carmelo Carrascal16/8/18, 23:25

    Patricia, tiene mérito escribir un micro de 50 que no sólo tenga muchas interpretaciones posibles, sino que sea múltiple en su arquitectura. El título orienta mucho al lector. En efecto, al tratarse de un cuento hay que entrar en él y "creérselo", pero como ese cuento resulta que es chino, pues no es creíble, naturalmente. Me gustan las dos caras que ofrece.

    El derrotero que toma la interpretación, en mi caso, viene condicionado por el sentido que le dé al pronombre "él" de la última línea. Me quedo con que el anciano pueda ser el personaje único de tu narración (¡seguramente no sea así!).

    Así como en occidente se acostumbra a dar gato por liebre, parece ser que en oriente, en algunos restaurantes, sirven gato por cerdo y puede que sea eso lo que le vuelve agridulce al plato. Las trampas de la hostelería y los engaños del narrador, mentiras por verdades, verdades por mentiras, siempre que o bien sean verosímiles y si no lo fueran, se le advierta, como en este caso, al ingenuo lector desde el mismísimo título.

    O bien acaso haya que leerlo esta vez en clave del idioma chino, nada fácil, donde se dice que el valor gramatical de cada endiablado signo, para más inri, depende de su posición en la frase. Aplicado esto tb. al personaje tuyo, el anciano con el paso del tiempo, sería el mismo que fue de joven cuando abrió aquel restaurante y servía gato por cerdo, engañando a los comensales... como a chinos.

    Un microrrelato el tuyo, Patricia, cualquier cosa menos trillado. Me ha parecido algo enrevesado, sí, pero sobre todo muy ingenioso y divertido.

    Un abrazo y que apures hasta el final las vacaciones.

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    1. Los chinos son grandes cuentistas, maestros de las sombras y los fantasmas. Las sombras chinescas son capaces de esconder o desvelar secretos sin fin. Que cada cual interprete a su gusto.
      Gracias, Carmelo, y feliz fin de vacaciones.

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  4. Hola, Patricia. Como tantas veces, una palabra o una frase leída en uno de vuestros relatos, consigue que me "aparte" durante un rato del "significado" de mismo y mi mente se meza en las alas de los recuerdos durante un rato, en ocasiones tirando a bastante largo. En tu caso este cuento chino, esos gatos ausentes del callejón, ese cerdo agridulce, esa Tríada (no sabía ni lo que era) me ha llevado a evocar canciones de Loquillo, de Tino Casal o de Violadores del verso, "refrescándomelas" gracias a Youtube; la peli de Darín y alguna otra cosa más. Pues habrá que agradecértelo. Y que otro dilucide tu historia. Suerte y un abrazo.

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    1. Oye, pues me congratula mucho que a alguien le haya hecho pasar un buen rato. Tino Casal... qué tiempos, amigo. Radio Futura, Golpes Bajos... Lírica pura.
      Gracias, Jesús, y a seguir cantando.

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  5. No hay nadie que escriba con más Libertad que usted y una vez hecho el cuento, ahí queda eso. Dicen que es usted prodigiosa. Y no es un cuento chino.
    Que disfrutes lo que te queda de vacaciones.
    Un beso.

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    1. El prodigio, querido amigo mío, es que alguien, después de leerme, aún tenga fuerzas para comentar y no mandarme al cuarto de los ratones. Porque al rincón de pensar ya es inútil.
      ¡Disfruta lo que queda de vacaciones, Pablo!

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  6. Cuentos y leyendas, pero la sombra nos dice que su existencia es real y expuesta a las perturbaciones del teatro de la vida. Por cierto, desde que cené en el chino, ronroneo más de la cuenta, ja, ja, ja. Estupendo y sugerente relato, Patricia. Un abrazo.

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    1. A veces, a la función le queda un acto más... y los gatos se comen al ratón.
      Celebrémoslo en un chino, donde todo es rico y con fundamento.
      Gracias, Salva, y feliz fin de vacaciones.

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  7. Hay ciertos cuentos chinos que me dan repelús. El tuyo desde que lo leí, me produce ese respetomiedotensión y eso que no hay ni aleta de tiburón, como dice Edu, ni agridulce ni lollito de plimavela.
    En serio, hay qué ver lo que eres capaz de hacer con solo cincuenta palabras! Me acongojas.
    Un fuerte abrazo, maestra.

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    1. Yo también me acongojo, no creas. Pero solo me salen estas truculencias, que igual un día me descubre Tarantino y me monta un Kill Patri en vivo y en directo.
      Gracias por pasarte y temblar un ratito conmigo.
      Un abrazo, Isidro.

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  8. Patri: Tu cuento merece un coro de maullidos sonoros por parte de los felinos y una duda porcina de los comensales.
    Este anciano mercader, merece un buen susto por parte de una fantástica "escribidora" de cuentos universales.
    Muchos miaus, y cacareos.

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    1. Ay, qué colofón: tu coro gatuno a tope mientras una mujer pantera avanza en silencio hacia la cocina. Y no para hacer rollitos de primavera. Si es que tenían que leernos en Hollywood.
      Gracias, MJ, y buen final de vacaciones.

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  9. Sombras y luces son madre de la ilusión; verdades y mentiras, mimbres del prestidigitador...

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    1. Qué titulazo para la película: Los mimbres del prestidigitador... Ella escapó de la mafia siendo aún una niña y la acogieron en un circo. Allí, como ayudante del mago, lo aprendió todo sobre las sombras. Y a lanzar cuchillos con los ojos vendados. Los artistas del circo fueron una familia para ella, pero nunca olvidó a la suya verdadera: los gatos del Callejón... Lástima que sea todo un cuento chino.
      Abracicos, Manuel.

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  10. Enrique Angulo23/8/18, 0:53

    El mundo está lleno de cuentos chinos, y de gente que trabaja como chinos, y es que los chinos dan mucho de sí. Tu historia podría desarrollarse en cualquier lugar del mundo, pues los restaurantes chinos han proliferado por todo el planeta.
    Lo que sí es cierto es que tu microcuento tiene todos los ingredientes de misterio, y, al leerlo, uno se imagina esos chinatown de las películas, con sus mafias y sus personajes siniestros, con esos callejones a media luz, llenos de charcos, y esos farolillos rojos bamboleándose en la oscuridad de la noche.
    Lo que sí parece traslucirse es una terrible historia familiar, y unas prácticas un tanto siniestras de un personaje carente de escrúpulos, capaz de darles a los clientes de su restaurante gato por liebre, como normalmente suele decirse, y de endeudarse debido al juego, lo que, al parecer le puso en manos de la mafia, y, antes sus amenazas y exigencias no dudó en venderles a su hija pequeña.
    Imagino a esa niña ya crecida, con la vida destrozada y con unos deseos de venganza que son la razón de su existencia.
    Han debido de pasar muchos años, y el canalla que fue capaz de vender a su hija a la mafia se ha convertido en una anciano, quizá un anciano que, a primera vista, resulte simpático y digno de compasión como, seguramente, ha ocurrido con centenares de canallas; y me vienen a la cabeza ahora algunos criminales nazis descubiertos y puestos en manos de la justicia cuando ya eran unos ancianos.
    Así que mucho me temo que, en poco, ese cerdo no sé si agridulce o agrio a secas, va a tener un encuentro inesperado, que se va a jurar y perjurar que no tuvo más remedio para hacer lo que hizo, pero no le va a servir de nada, y ya le estoy viendo morir de una forma terrible a manos de esa hija a la que le arruinó la vida.
    Excelente la historia, Patricia, a sí que, por favor, cuéntanos más cuentos chinos, aunque si cae alguno japonés tampoco le vamos a hacer ascos.
    Un abrazo y feliz verano.

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    1. ¿Cuánto cobras por palabra, Enrique? ¡Contratado como guionista de la peli! Ahora hay que empezar a buscar actores. ¿Qué tal José Coronado para el padre? Le ponemos unos celos en los ojos y quedaría brutal. Y la niña... sólo puede ser Lucy Liu. ¿Te imaginas un duelo Coronado-Liu? Ve encargando el chaqué, que nos vamos juntos a recoger el Goya. Ay, qué nervios.
      Feliz fin de vacaciones.

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  11. «¿Tú has visto algún chino enterrado en el cementerio?», se suele decir también. A mí la verdad es que no me gusta mucho la comida china, pero que si hay que comerla se come, que no es por lo que digan, aunque a veces la carne te deje regusto a infancia en los arrozales de la China imperial.
    Sencillamente, extraordinario, Patricia.
    Un abrazo.

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    1. Yo creo que son ellos mismos los que lanzan sus leyendas urbanas, para sembrar el morbo, que así somos los occidentales, adictos a lo misterioso. Vida aburrida mientras ellos se parten de risa. Yo misma, aquí estoy, con un gato en mi regazo mientras escribo, con un moño tan tirante que se me achinan los ojos.
      Gracias, Enrique. Feliz fin de vacaciones.

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  12. Este mes ha sido irregular para mí, con lo programadito que suelo ser, pero no he podido por menos que dar un repaso ayer y hoy, cuando he podido, por los relatos publicados. Tus letras siempre merecen atención y esto no es un cuento, el tuyo sí, inquietante y versión oriental de "quien siembra vientos, recoge tempestades", también: "A todo cerdo le llega su San Martín", pero en chino.
    Abrazos grandes

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    1. Quien siembra vientos, come cerdo agridulce... Nuevo refrán cincuentero.
      Muchas gracias, Ángel y disfruta lo que quede de vacaciones.
      Abrazotes.

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