Curvas de la vida
Su muerte cayó como una losa. La tristeza quedó tatuada en mi cuerpo. La vida sin ella perdió significado. Toda la pesadumbre me recorría pensando que se accidentó en esta misma carretera.
Al llegar a la curva escucho su voz, volteo a verla y por fin me reúno con ella.
Al fin juntos, gracias sobre todo a la colaboración de ella, al menos en su lectura más directa.
ResponderEliminarIntenso relato muy bien narrado, Ricardo.
Saludos.
Gracias Enrique por andar en esta carretera fantasmal.
EliminarTal vez cuando uno no es capaz de vivir sin sus fantasmas, lo mejor es que se reúna con ellos. Si tu protagonista hubiera sido alguien con un cerebro primario y escasa sensibilidad, habría sustituido esas curvas por otras; como bien reza el título, la vida está llena de ellas. Pero tras aquel contorno redondeado había alguien insustituible.
ResponderEliminarUn saludo, Ricardo