De raíz
Un día me encontré un miedo pequeñito, me lo traje a casa y lo alimenté hasta que se hizo grande. Empezó a reproducirse y nacieron mil miedos: a las alturas, al fracaso, a los espacios cerrados, a la oscuridad...
Ayer me encontré una envidia chiquita y la maté a palos.
Ayer me encontré una envidia chiquita y la maté a palos.
Hola, Elena. Parece que para el protagonista de tu relato lo de tropezar dos veces en la misma (o similar) piedra no va con él. Lo malo (y cruel) es que da la impresión de haberse convertido en lo que seguramente siempre odió: alguien que se cree que puede solucionar sus problemas a palos. Buen relato, que nos da para pensar y para trasladar su esencia a algunos aspectos de la "vida real" y a nuestra forma de afrontarla. Suerte y saludos.
ResponderEliminarGracias, Jesús. Te veo detrás de cada puerta :-)
EliminarIgual el miedo a lo desconocido, mató a la envidia. Algunos de esos miedos nos protegen pero otros nos paralizan y esclavizar.
ResponderEliminarUn micro para pensar.
Saludos, Elena
En realidad a la envidia no la mató el miedo sino un buen zapatazo a tiempo :-)
Eliminar¡Excelente micro! Contundente.
ResponderEliminarGracias, Beto :-)
EliminarGenial relato. Bienvenida a Cincuenta palabras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy amable. Bienhallada.
EliminarUn saludo
Con relatos como éste, la página se enriquece cada vez más.
ResponderEliminarGracias, Elena por querer formar parte de esta familia.
Besito virtual.
Gracias, María Jesús. Tus comentarios animan. Un abrazo.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarElena, me sumo a la bienvenida general y a la celebración de tu micro. Su sencilla genialidad me ha atrapado. Una lección de microliteratura emocional para la vida.
ResponderEliminarSaludos.
Manuel, gracias de corazón.
EliminarUn saludo