Destellos (I)
El sol se despertó tempranito, casi de madrugada. Sus rayos iluminaban los esteros, las llanuras, las montañas. Buscaba a su amada y no la encontraba.
Al otro lado del mundo, su novia, la luna, aún dormitaba, esperando por él sollozaba, dejando caer lágrimas en forma de estrellas sobre su almohada.
Al otro lado del mundo, su novia, la luna, aún dormitaba, esperando por él sollozaba, dejando caer lágrimas en forma de estrellas sobre su almohada.
Hola, Luis. Nos presentas un bello texto, teñido de certera evocación y poesía, con el que que consigues que, aunque seamos conscientes de que ese encuentro seguramente no se llegue a producir nunca, soñadores y esperanzados, aguardemos que esa reunión se lleve a cabo. Suerte y un saludo.
ResponderEliminarHola, gracias. Se le agradecen sus lindas palabras, siempre hay esperanza en el que espera, sobre todo en el amor. Saludos.
ResponderEliminarMuy tierna y poética la inspiración de tu relato, Luis. Lo he disfrutado mucho.
ResponderEliminarSaludos y suerte.
Gracias, me alegra lo de "disfrutado mucho"..creo que esa es la idea del que escribe; hacer que el que lee disfrute con su lectura,excelente si se logra, humildes saludos.
EliminarEsos enamorados tienen una lucha de egos, cuando se cruzan se eclipsan el uno al otro. Buen micro.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias, jaja cierto...se buscaran una eternidad, separados por siempre. Quien sabe.
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