El brigadista

Cuatro décadas para encontrarlo. El pueblo arrasado bajo las bombas de la Legión Cóndor. La huida hacia las afueras. El depósito del agua que explota. La corriente que lo arrastra malherido. El soldado alto que repite: "Yo, canadiense". La cueva. Los médicos ingleses. Su obsesión vital desde los once años.
Escrito por Carmen Cano - Twitter

22 comentarios :

  1. Hola, Carmen. Nos dejas un precioso y sugerente texto que nos "obliga" (¡bendita obligación!) a interesarnos (y, en mi caso, descubrir) por una de tantas historias, en principio, terribles, pero de las que podemos aprender mucho; y la de Manuel lo es. En el camino, he pasado por encima de las también interesantes "biografías" de otros, como Jules Palvio o Norman Bethune. Y aunque me ha traído "algún problema" el hablar de otras cosas, puede que alejadas, que, por extensión, me sugieren la lecturas (o las búsquedas de algunos datos que los exclarezcan) de vuestros textos no puedo dejar de citar (relacionado con el apellido Bethune) un CD que hacía años que no edscuhaba en el que se interpretan varias obras, con un instrumento llamado ¡Angélica!, del compositor francés Michael de Béthune. En Youtube podemos encontrar algún fragmento. Os lo recomiendo. Volviendo a tu texto, me gustan los relatos en los que tenemos que ¿"perder"? el tiempo aprendiendo cosas. Gracias, carmen. Abrazos y suerte.

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    1. La historia del micro, ya lo has comprobado, está basada en hechos y personajes reales. La encontré en la prensa y me impresionó la odisea del niño, su tenacidad hasta dar con el paradero de aquel soldado que le había salvado la vida. He aprovechado tu recomendación para "perder" -que siempre es ganar- el tiempo escuchando al músico francés y su bendita angélica.
      Así que muchisimas gracias, Jesús, por comentar en medio de esta apatía vacacional y por tan bello hallazgo. Un gran abrazo.

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  2. Eduardo Martín Zurita18/8/18, 13:37

    Hola, Carmen.
    Magnífico texto en el que retratas un episodio de la cruel y cruenta guerra civil española, con esa aviación terrible que envío el III Reich y algunas otras cosas. El ritmo es frenético en un afán por recorrer toda esa peripecia, centrada en ese personaje, que Jesús Garabato nos presenta. Esa obsesión desde la edad de once años. Esas cuatro décadas que tan largas se hicieron. Son como bocanadas de esa historia particular que se universaliza. Como ráfagas de una formidable ametralladora literaria.
    Para que no se repitan las guerras con sus pasajes horrorosos.
    Mi más muy mayor enhorabuena,
    un beso y feliz verano.

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  3. Eduardo, hay tantas historias acerca de la Guerra Civil como personas que la vivieron, o la murieron -si me permites la expresión. La de este niño, al que sus padres enviaron al pueblo con sus tíos para salvarlo del peligro de Tarragona, me conmovió especialmente cuando la leí. Sin saberlo, lo trasladaron a la cruenta batalla del Ebro. Pudo salvarse gracias al brigadista canadiense y a los cuidados de los médicos ingleses que habían establecido su hospital de campaña en una cueva para no ser descubiertos. A estos hombres y mujeres no les hemos justicia. Abandonaron su tierra y a los suyos para venir a defender la República, mientras los golpistas contaban con el apoyo del fascismo alemán e italiano. Manuel descansó el día en que pudo abrazar al brigadista canadiense Y entregarle el libro que le había dedicado, 'El soldado alto'.
    Ojalá aprendamos a tender la mano a quienes sobreviven bajo las bombas.
    Muchas gracias y un beso.

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  4. Un relato con el agradecimiento como hilo conductor, y que nos dice que bajo la lluvia de las bombas hay seres con sentimientos e historias que se cruzan. Muy bueno, Carmen. Un abrazo.

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  5. Emocionante historia que he ido descubriendo por los comentarios, pues en principio pensé que se trataba de Guernica que también fue bombardeado por la legión Cóndor, pero ya he visto que es otra historia, por cierto entrañable como muchas de las guerras.
    Hoy he conocido una cosa más. Ya me puedo acostar tranquilo. Jejeje.
    Muchas gracias, Carmen. De ti siempre aprendo.
    Un fuerte abrazo.

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    1. La historia es especialmente emocionante por la humanidad de sus protagonistas y por el contexto histórico en el que vivieron. Cincuenta sencillas palabras son muy pocas para abarcarla. Por cierto, el pueblo es Corbera d'Ebre y el hospital adonde llevaron al niño se encontraba en la cueva Santa Lucía, en la localidad de la Bisbal de Falset. Yo también he aprendido mucho de este niño y de estas vidas heroicas, como he ido aprendiendo de todos vosotros, de ti, Isidro. Tengo pendiente, entre otros recursos, el fino humor que te caracteriza. Repetiré curso. Je, je.
      Mil gracias y un fuerte abrazo.

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  6. Con ritmo trepidante de escena de acción emerge del verano este relato tan oportuno como reivindicativo. La justicia se ha tomado vacaciones de este tiempo de política y ha dejado el gobierno en manos del interés y ya se sabe que en el corral de los cerdos no crecen flores.
    Preciosa historia la que amparan tus letras. Emocionante, bella y heroica a partes iguales.
    Hay tantas razones para tender la mano que no se comprende la sinrazón que acompaña el reconocimiento de tantas personas que dejaron vida, ideal y futuro en las cunetas.
    Un fuerte abrazo, Carmen. Oportuno y justo tu mensaje.

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    1. la negación de reconocimiento a tantas personas (es lo que quería decir)y digo ahora. Otro abrazo.

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  7. Un repaso a la historia, que conmociona por las imágenes que has escogido. Lo has expuesto con la crudeza de los hechos.
    Si fuera ficción nos aterraría, siendo real nos deja muertos cómo a muchos que padecieron la contienda.
    Genial, Carmen.
    Besito virtual

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    1. Así es, María Jesús. Como ficción, nos asustaría pero nos quedaríamos con el dulce sabor del reencuentro. Como historia real, nos duele esa herida a través del tiempo. La escritura es un intento de cicatrizar ese dolor. Supongo que Manuel consiguió curarse cuando pudo entregarle su libro al soldado canadiense.
      Muchas gracias por tu comentario. Besos .

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  8. El ritmo acelerado se debe, más que nada, al deseo de contar mucho sin excederme de las cincuenta palabras establecidas. Está claro que es un imposible, pero algo nos hemos ido asomando entre todos a las vidas de sus protagonistas.
    Te agradezco mucho tus palabras, Manuel, sobre todo que te parezcan oportunas las mías en período vacacional. Quizá hubiera sido más adecuado un micro refrescante y desenfadado, que los hay preciosos, pero tropecé con este otro Manuel -Manuel Álvarez- y me atrapó con su infancia desgarrada y su voluntad inquebrantable, todo un ejemplo de lucha contra la desmemoria histórica.
    A disfrutar de los últimos días veraniegos. Un fuerte abrazo.

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    1. Manuel Bocanegra, esta es la respuesta a tu comentario. No he sabido entrar en el recuadro correspondiente, ay.

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  9. Enrique Angulo22/8/18, 0:26

    Al leer tu microcuento he recordado algunos detalles de esa historia tan emotiva, pues si no recuerdo mal, y según pasan los años uno cada vez puede fiarse menos de su memoria, no sólo vino en la prensa, también hicieron referencia a ella en alguna cadena de televisión.
    En tu microcuento vas desarrollando la historia en una serie de flashes, de esa búsqueda de un hombre al que, cuando era niño, un brigadista le salvó la vida.
    Desde luego, la primera mitad del siglo XX está llena de historias en la que uno puede hundirse en los peores abismos de la psique humana, pero también descubrir a personas que nos reconcilian con la vida, por sus ejemplos de bondad, tesón y heroísmo.
    De la infame Legión Cóndor, que estuvo en Burgos –hay fotos de sus aviones sobrevolando la catedral-, recuerdo que mi padre, que era un niño en esa época, contaba que hacía recados para esos alemanes que habían venido a España para entrenarse para los horrores que luego provocarían en toda Europa, y que ellos le regalaban algunas cosas, entre ellas, comida.
    El título, me ha recordado una anécdota de mi vida: en uno de mis viajes a Italia, estando en Pistoia –una ciudad cercana a Florencia- pregunté a un anciano algo relacionado con algún monumento; él, al ver que éramos españoles, nos dijo que había luchado en las brigadas internacionales, y a mí me emocionó mucho ese encuentro casual con una persona que había defendido los ideales de la justicia y la libertad, previendo, seguramente, la que se avecinaba en Europa, donde los totalitarismos iban a hacer realidad esa serie de documentales titulados: Apocalipsis: La Segunda Guerra Mundial.
    Así que todo está ahí, tan lejano y, a la vez, tan cercano, pues, como dice Saramago: “El pasado nunca está muerto por una razón muy sencilla porque nosotros somos pasado, no estamos hechos de presente, que realmente no existe, ni de futuro, que no sabemos lo que es”.
    También Faulkner dice, y esta cita ya la he puesto en algún que otro comentario: “El pasado no ha muerto, ni siquiera es pasado”.
    Feliz agosto, Carmen, en el que la pereza, ese enemigo que siempre acecha, nos vence muchas más veces que en otras estaciones.
    Aun así, disfrutemos también de esos ratos holganza y buen vivir, nosotros, afortunados, que podemos hacerlo.
    Un abrazo fuerte.

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    1. Precisamente he querido rescatar del horror de la guerra, de todas las guerras, esas tres cualidades humanas que mencionas y que nos llenan de esperanza: la bondad, el tesón y el heroísmo. Las de los brigadistas internacionales, en especial el batallón Mackenzie-Pampideau al que pertenecía el soldado Jimmy Higgins; las del equipo de médicos británicos, en el que destacó el doctor Reginald Saxton, con sus avances en las técnicas de transfusión de sangre, que pudo aplicar más tarde durante la II Guerra Mundial; las de Manuel Álvarez, el hombre que logró establecerse en Canadá para encontrar a quien le salvó la vida un 25 de julio de hace ya ochenta años.
      Las aportaciones personales a esta historia, que es de todos, nos acercan a este pasado reciente, completando el brevísimo relato y dotándolo de emotividad y verdad: el paso de los alemanes por Burgos, la infancia de tu padre, tu encuentro con el brigadista italiano. Muchísimas gracias por dejarnos aquí estos testimonios.
      De las citas de Faulkner y de Saramago, tan oportunas, deducimos que formamos parte de ese pasado aunque no lo hayamos vivido directamente. Y en ello estamos todavía, intentando que no quede en el olvido.
      Creo que apenas he conseguido que asomara el vértice del iceberg y que tú nos has sumergido por completo en sus heladas profundidades. A ver si nos ayuda a refrescar lo que nos queda de verano. Que lo disfrutes, Enrique. Un fuerte abrazo.

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  10. Josep Maria Arnau22/8/18, 21:15

    Me ha gustado tu microrrelato, Carmen. Mis abuelos vivieron la batalla del Ebro y nos explicaron algunas vivencias terribles. Su recuerdo me ha llevado a buscar la intertextualidad de tu relato. Una bella historia de lucha por una causa y de asumir los riesgos de ayuda a los desvalidos en un conflicto bélico. También una historia de búsqueda y agradecimiento.

    Un saludo.

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    1. Josep Maria, te agradezco muchísimo el interés que has puesto en esta pequeña pero emotiva historia, que los recuerdos de tus abuelos estén presentes y vívidos en tu memoria y nos ayuden a completarla. Y, cómo no, que te hayas pasado a comentar y a dejarnos tu aportación.
      Un abrazo.

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  11. Además de su papel reivindicativo, me gustan de tu relato muchas cosas, entre las que destacaría el prodigio de síntesis que has llevado a cabo y, dentro de esta, tu buen criterio para quedarte con lo imprescindible (dos frases esenciales, la primera y la última, y en medio todas las que le dan sentido) para poder contar esta emotiva historia con tan solo cincuenta palabras. La desconocía, por cierto, y me alegro mucho de que nos la hayas rescatado.
    Un abrazo, Carmen.

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    1. La capacidad de síntesis la hemos ido desarrollando todos en esta escuela que es Cincuenta Palabras. Creo que, cuando nos sentamos a escribir el micro mensual, nos salen cuarenta y nueve o cincuenta y una en el primer borrador -ja, ja, ja-, aunque no sean esas las definitivas. Alguna vez lo hemos comentado en alguna quedada. Otra cosa es que acertemos en el tratamiento del tema elegido. Aquí me resultó difícil abarcar lo sucedido en 1938 y las consecuencias que tuvo para sus protagonistas durante cuarenta años; pero entre todos habéis colaborado para que el hilo argumental no se descosiera.
      Muy agradecida por tus palabras, Enrique. Un fuerte abrazo.

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  12. A estas alturas llego muy tarde para escribir un comentario que puede que no leas. En todo caso, a mí me ha enriquecido y gustado tu relato, una historia que puede parecer pequeña, pero es grande en contenido de generosidad y agradecimiento, tanto que parece más cerca de la ficción de lo que realmente fue: una realidad.
    Gracias por escribirla y un abrazo, Carmen

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  13. Siempre llegas a tiempo -no sé cómo lo consigues- y siempre son acertadas tus palabras. Esta pequeña historia más parece ficción que realidad. Es uno de los motivos que me llevó a intentar darle forma.
    Mil gracias, Ángel. Un fuerte abrazo.

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