El efecto etílico
Descendí del módulo y mi bota marcó huella en un suelo jamás pisado por el hombre. Postrando mi rodilla en la playa clavé el estandarte y, en nombre de Isabel y Fernando, bendije aquel nuevo mundo mientras mi escudero me interrumpía con "que no son gigantes, mi señor, sino molinos".
Escrito por Isidro Moreno Carrascosa - Web
Hola, Isidro.
ResponderEliminarProvocas de nuevo mi carcajada más sonora. Qué bien sostienes la peripecia, la tensión narrativa hasta ese final, que enlaza con el título y resulta tan entretenido e hilarante. El texto, es norma de la casa, de la factoría Moreno Carrascosa, está fenomenalmente escrito.
Mi más muy mayor enhorabuena pues y un abrazo muy grande y feliz verano y siempre.
Me alegra que te alegre, aunque sea por un momento, la lectura de mi relato. Mil gracias por tu gentil comentario.
EliminarUn fuerte abrazo, amigo Edu.
Que tú también tengas un magnífico verano.
Lo primero, amigo Isidro, felicidades por este Cincuenta de Cincuenta con mayúscula.
ResponderEliminarEs grato ver que estás en plena forma al leer tu micro, en el que el lector piensa que está, al menos yo, viendo cómo el primer hombre llega a la luna, después bajando a aquellas Indias que buscaba Colón por otra ruta alternativa y terminando con ese Sancho y ese Quijote que están en plena exaltación de la amistad y a punto de cantar los cantos regionales pertinentes.
Me quito el sombrero ante tal muestra de ingenio.
¡Enhorabuena!
Pablo
Es sabido que los efectos etílicos son inescrutables por lo que nunca se sabe como se acabará. Se empieza con una copilla y acabas abrazado a una farola, queriendo hacer balconing, donde no hay piscina, ni balcon, ni agua. Está el borracho solo con su melopea haciendo sólo el gilipollas o en el mejor de los casos, viviendo, en su fantasía, grandes momentos de la historia y de la literatura como le ha pasado a mi prota.
EliminarCuánto me alegra tu comentario, Pablo.
Te envío un fuerte abrazo hasta Sevilla.
Me gusta como has concatenado dos momentos históricos y uno literario para crear una historia, que logra tener sentido (por el título) en la cabeza de un borracho. Muy bueno e ingenioso.
ResponderEliminarSaludos.
Quizás sea la única ventaja de las melopeas, que te alejan de la realidad y con un poco de suerte, bueno, con suerte..., bueno, con mucha suerte, el borracho puede saborear momentos inolvidables de la historia y la literatura.
EliminarGracias, Beto, por leer y comentar.
Un fuerte abrazo.
Lo primero recibe una felicitación sincera de un aprendiz por tu cincuentena de cincuentas.
ResponderEliminarEl efecto etílico nos lleva al descubrimiento de tres nuevos mundos en un delirio de viaje que nos lleva a tres grandes tríos, Armstrong, Aldrin y Collins. La Pinta, La Niña y la Santa María. El Quijote, Sancho y Dulcinea del Toboso.
Me apunto al viaje del descubrimiento de la luna de América por ingenioso e hidalgo.
Mis felicitaciones y deseos de un verano tolerablemente caluroso o fresco, como prefieras.
Jajaja! has hecho un gran despliegue de actores en la escena y me imagino la situación cuando empiece a desvariar con Quijote cambiando su bacía por el casco del Amstrong y subido en el palo mayuor de la Santa María. Collins tirándole los tejos a Dulcinea. Sancho desafinando el Asturias patria querida... Jo! qué bacanal!
Eliminar¿Nos apuntamos, Irreverente? jejeje!
Gracias por leer y comenta y un fuerte abrazo.
Haz recreado tres ambientes distintos en pocas palabras y el final buenísimo se trataba de un borracho o de un orate segurament, ja,ja.Me hiciste reír.
ResponderEliminarMe alegra que te haya hecho reir.
EliminarMil gracias por leer y comentar.
Un abrazo.
Sentido del humor inteligente el de este micro. Genial fusión de diferentes épocas históricas; genial fusión de realidad y ficción. Magnífico micro, Isidro. Enhorabuena.
ResponderEliminarMuchas gracias por tan generosas palabras, por leer y por comentar.
EliminarAbrazo, Dakkotta.
Hola, Isidro. Poco puedo añadir a lo dicho ya por los compañeros. Solo que, por curiosidad insana, me gustaría conocer la respuesta, si la hubo, a lo que escuchó, o creyó escuchar, de boca de su escudero. Y otra cosa ¿No hay por ahí un vinazo (con perdón) llamado Los Molinos? Pues debió de ese el que se pimpló el descubridor. Sin bromas ya, simpático relato. Saludos y suerte.
ResponderEliminarPues no sé lo que respondió, lo dejo a la imaginación del lector.
EliminarPor aquí no tenemos "vinazo" que yo sepa. No sólo es bueno el vino sino que además lo compran para otras regiones donde no tienen y luego lo venden con otra denominación.
Gracias Jesús.
Saludos.
Me ha encantado, y hasta hecho reir. Será porque he cruzado muchas veces el charco y vivido en algunos países de ese increible continente. Un gran abrazo desde este otro continente, África. Antonio
ResponderEliminarMe alegro mucho de que te haya gustado y te haya hecho reir. Como sabes, es el mejor premio a un relato.
EliminarMil gracias por leer y comentar.
Que sigas viajando porque viajar es el mejor regalo para el espíritu.
Un fuerte abrazo, Antonio.
Este es un microcuento cervantino, pues usas esa delicada e ingeniosa ironía de la que nuestro mayor escritor hace gala en muchas de sus obras, sobre todo en la más grande, Don Quijote de la Mancha.
ResponderEliminarMe gustan mucho esas historias que son un poco como un cajón de sastre en el que cabe de todo y tú, en las cincuenta palabras de rigor, has metido a Neil Armstrong pisando la Luna, a Cristóbal Colón clavando el pendón, en nombre de los Reyes Católicos, al llegar a la isla que luego pasaría a llamarse La Española, y a esos personajes literarios universales –recuerdo a unos japoneses tronchándose de risa mientras yo les explicaba en un inglés, no sé si macarrónico o ‘espaguético’, que podían ver, en la Plaza de España de Madrid, una escultura de Don Quiijote y Sancho, aunque lo más seguro es que se riesen de mis penosos esfuerzos por decir algo coherente en el idioma de Shakespeare y de John Lenon- que son Don Quijote y Sancho.
Y todo eso se supone que ocurre en la cabeza de un individuo que se ha cogido una melopea de aúpa, y si los sueños son disparatados, pues no digamos ya lo que ocurre cuando uno está bajo los efectos del alcohol, en este caso concreto, pues lo de las drogas debe de ser ya el delirio absoluto; ahí no tengo experiencia alguna, en lo del alcohol, pues sí que he llegado a sentir alguna vez que las camas tienen la propiedad de moverse solas.
Enhorabuena por este refrescante y humorístico microcuento, Isidro, muy apropiado para la época estival.
Un abrazo.
Lo has explicado de manera genial. Claro que cuentas con la ventaja de no tener limitaciones en número de palabras y naturalmente, lo has dejado más claro que yo en 50 palabras, lo cual te agradezco, pues veo que no escatimas ni en tiempo ni en tinta. Eso es un amigo!
EliminarMil gracias, amigo Enrique. Que tengas buen verano por esas tierras de El Cid. Ya sé que el tuyo es más fresquito que el mío. ¡Qué se va a hacer!
Y dicho esto, echó otro traguito del barril de amontillado, a la salud de los mil y un cincuentas que aún le quedaban por escribir.
ResponderEliminar¡Qué bueno, Isidro!
Si no fuera porque no soy capaz de beber más de una copa, intentaría emborracharme para ver si se escribe mejor. Es una de tantas experiencias que me faltan por vivir.
EliminarMuchas gracias, Patri, por leer y comentar.
Un fuerte abrazo.
A este paso, el protagonista acabará siendo Trump, ja, ja, ja. Muy original y divertido, Isidro. Un abrazo y enhorabuena por los Cincuenta.
ResponderEliminarPues dudo que ese señor (el tramposo) sea capaz de crear momentos épicos para la historia. Lo que si estoy seguro es que hará g...lleces varias, o muchas y que ha corroborado el refrán de "un tonto jode a un pueblo", elevándolo a la potencia "n"
EliminarMuchas gracias, Salvador, por leer y comentar.
Un abrazo.
Muy divertido, Isidro. Sabes como nadie agrupar hechos históricos de momentos muy diferentes mezclándolos como si tuvieras una coctelera, para darles ese humorístico toque que deja al lector con una gran sonrisa. Felicidades, maestro y feliz verano. Un fuerte abrazo Gloria Arcos
ResponderEliminarTú también sabes como nadie realizar un comentario anónimo dejando el suspense hasta el final en que, como el Arco de la Gloria, surge tu nombre como autora del grato comentario.
EliminarMil gracias por la lectura y por tus letras.
Un fuerte abrazo, Gloria, para tí y tu hijo.
De este tipo, desde luego, no se puede decir que tenga"mala bebida"; no hay más que ver lo bien que se lo pasa en cuanto coge el punto. Me queda la duda de si ese escudero es una presencia creada también por su estado de embriaguez o si es un compañero de juerga. De ser este segundo caso, parece que forman buen tándem.
ResponderEliminarFelicidades, amigo Isidro, por el número de relatos alcanzado y por su gran calidad. Este es una excelente muestra de ello.
Un abrazo.
Muy buena observación la tuya en cuanto al escudero. Ahí queda, pues este épico explorador ya no reconoce la realidad de la ficción. Probablemente, cuando se le pase la cogorza, va a recordar con nostalgia sus andanzas por los inexplorados mundos, llegando a la conclusión que es más barata una botella de ron que la máquina del tiempo de H.G. Wells.
ResponderEliminarMuchas gracias, Quique, por pasarte por esta tu casa.
Un fuerte abrazo.
Contigo es imposible aburrirse. Estoy seguro de que con una copa de más serías capaz de hacer un relato tan bueno como éste, en el que mezclarías acontecimientos y literatura con ese humor creativo que te caracteriza.
ResponderEliminarMe alegro de haber llegado a leer, aunque haya sido de forma tardía, este 50 de 50, como siempre, redondo.
Abrazacos, Isidro
Quizás te coja la palabra y algún día me tome una copa de más para la inspiración que a veces es guerrera y no me visita.
EliminarLo que peor llevaría de hacer esto, es que no me entra el alcohol más allá de una copa como mucho. Pero bueno, ¡todo sea por la nueva experiencia!
Mil gracias, Ángel, por tu comentario que he de confesar que lo echaba de menos, pero la culpa es tuya por tenerme tan mal acostumbrado. Jejeje!
Dos abrazacos, amigo.
Ya me has alegrado la tarde... qué digo la tarde... el fin de semana al completo ;))
ResponderEliminarRealmente bueno, Isidro.
Jajaja! qué exagerado! Me alegro mucho con que, simplemente, te haya gustado y más si te ha alegrado un rato.
EliminarMuchas gracias, Marco.
Un abrazo
Sin duda el alcohol moderado muestra nuevos mundos despojados de sensatez y construye una dimensión paralela que transmite felicidad. Asombrosamente, algunos no necesitáis el alcohol para provocar esa transmisión. Un magnífico relato, Isidro. Enhorabuena.
ResponderEliminarMil gracias, Antonio, por leer y comentar.
EliminarUn fuerte abrazo, Sr. Bolant.