El indulto
—¿A quién queréis que libere?
Se escucharon unos tímidos gritos:
—¡A Barrabás!
—¡A Jesús! ¡A JESÚS! —chilló, sin embargo, la mayoría.
Jesús fue liberado.
En aplicación del decreto de indulto, tuvo que regresar a Nazaret. Allí retomó su trabajo de carpintero, se casó y no volvió a pisar una sinagoga.
Se escucharon unos tímidos gritos:
—¡A Barrabás!
—¡A Jesús! ¡A JESÚS! —chilló, sin embargo, la mayoría.
Jesús fue liberado.
En aplicación del decreto de indulto, tuvo que regresar a Nazaret. Allí retomó su trabajo de carpintero, se casó y no volvió a pisar una sinagoga.
Bueníssimo, me encantan estas revisiones historicas. Lo que se hubieran perdido esos que llevan 2000 años viviendo del cuento. Saludos, Plácido.
ResponderEliminarQué magnífica distopía. Lo que nos hubiéramos ahorrado si la historia hubiera sido esa.
ResponderEliminarUn saludo, Plácido.
Podría haber sido verdad, entonces a lo mejor habría menos ladrones. Es Un micro original y bienescrito.
ResponderEliminarSaludos.
Aquí se demuestra como todo puede cambiar si la moneda (o la decisión) cae (o la hacen caer) de un lado o de otro. Además su lectura me ha dado para reflexionar un poco (dentro de mis limitaciones) sobre esos (¿justos?, ¿injustos?) indultos a políticos o los que dan en semana santa. También sobre la "capacidad" que tendríamos una "masa no homogénea" de decidir sobre lo que no tenemos ni idea y en demasiadas ocasiones basándonos en gustos, prejuicios o comeduras de coco. Ý en alguna cosa más...Pues nada, buen relato. Suerte, Plácido. Saludos.
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