En el acto
Aparecemos en escena como grandes ilusionistas, magos sin ninguna alcurnia, pero sí como un par de verdaderos artistas prestidigitadores; y los espectadores, admirados, ya temen lo que viene: taumaturgos que desaparecerán sus pertenencias, pistolas en mano, cual varitas mágicas con las que limpiaremos sus casas u oficinas, bolsas o carteras.
¡Ja, ja, ja! Qué buena comparación para el lector y que mal para el "público" del falso prestidigitador.
ResponderEliminarUn saludo, Cristopher.
Pues sí que parecen magos, con sus poderes en forma de armas y amenazas hacen desaparecer las cosas y nosotros nos quedamos sin la pasta y, además, con cara de pasmados. Buena historia. Suerte, Cristopher. Saludos.
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