Estática corriente de pagos
Abatido de que la historia nunca lo recordase por su nombre, el genio de Aladino decidió recluirse indefinidamente entre paredes de latón, desatendiendo así sus actuales obligaciones como ciudadano. Solo el frotamiento enérgico de un servil funcionario lo obligó a salir a la luz, entre chispazos y cabellos de punta.
Nos presentas un relato conformado con imágenes potentes y curiosas: ese funcionario servil (pocos deben quedar de esos, si hacemos caso a los chistes que se cuentan sobre ellos) frotando hasta electrificar al pobre Aladino, previamente y de forma voluntaria encerrado. Parece que el estado solo nos quiere para que ejerzamos de paganinis, incluso aunque seamos un genio de cuento. Buena historia. Suerte, Carri. Saludos.
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