Imperativo categórico
Tras varios meses sine linea, la pluma se alojó entre sus dedos como un huésped apremiante y redactó mecánicamente aquella fatal misiva, dirigida "a quien corresponda". Después leyó detenidamente lo escrito de su puño y letra y, no teniendo nada que objetar, estampó su firma del calibre treinta y ocho.
Un microrrelato muy bien construido, Javier. Me ha gustado. La pluma parece que tiene vida propia y dicta la sentencia que se revela al final. La intertextualidad de “sine linea” es un acierto y funciona. Se generan distintas interpretaciones y significados. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn saludo.
Sí, este es muy bueno. Me gusta.
ResponderEliminarSaludos.
Hola, Javier. Estoy de acuerdo en que tu relato es una maravilla. Yo me quedo con la idea que el protagonista, incapaz de aguantar más tiempo sin "inspiración", prefiere quitarse de en medio. Saludos y suerte.
ResponderEliminarUn relato con un desarrollo magnífico, Javier. Con esa pluma suicida que toma el control de una mente seca de ideas, has compuesto un relato excelente. Enhorabuena.
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