La caja
Aquí me siento muy bien. Estoy muy cómoda, de veras. Tras el trasiego constante de mi vida y del desprecio tuyo, mamá, y el de tantos otros, la paz definitiva ha venido a instalarse en mí. Te lo digo ahora, tumbada en esta estrechez, cuando mi cuerpo se vuelve ceniza.
Al menos, que ya es mucho, la protagonista parece haber encontrado la paz. Esperemos, siendo malos (o tal vez justos), que la que se quede pague sus maldades y su seguramente injusta forma de actuar de algún modo. Buen relato, María José. Besos y suerte.
ResponderEliminarDicen que hay amores que matan, pero los que verdaderamente acaban con uno son los desamores, y no hay mayor padecimiento que el menosprecio de una madre. Me ha gustado mucho tu relato, María José, felicidades. Un beso.
ResponderEliminarLa vida tiene sus momentos, pero para algunas personas es más un paño de lágrimas constante, ya lo decía Jorge Manrique: "Cuando morimos, descansamos". Cuando la vida es tortura, la muerte, tal vez, pueda ser liberación. quizá también ese tránsito sea más cosas, pero la mayoría deseamos tardar mucho en averiguarlo.
ResponderEliminarDuro, intenso y bien narrado
Un abrazo, María José
Bueno, pues aunque no sea lo ideal y, siempre es mejor que lo quieran a uno en vida y no tenga que morirse para estar a gusto, si está feliz así: descanse en paz. Un fuerte abrazo, María José.
ResponderEliminarHola, María José:
ResponderEliminarLa muerte, esa gran desconocida, hay veces que viene bien a quien le toca. Ante avatares nefandos y sucesivos, como acontece a tu protagonista, que sufre hasta el desprecio de su madre. Que la paz sea con ella, o esa luz de la que he oído hablar muchas veces.
Tú que no encuentras la alegría en esta tierra...
Es una gran propuesta la tuya que merece el más entusiasta de mis elogios.
Un beso bien grande y feliz verano, amiga.
Desasosegante y triste situación. Decididamente, el sueño eterno lo cura todo...La tristeza de tener que llegar a ese punto es transmitida en las 50 sabías palabras de MJ. Parabéns!
ResponderEliminarEn principio, este descanso a la sombra, resultaba apetecible dado los rigores de estos días, pero desvelado el final, es preferible una sombrilla y un refresco para compartir el calor.
ResponderEliminarFina ironía que transcurre con sorpresa final. Un abrazo, Mª José. Que disfrutes de agosto.
Acoges la muerte como descanso de vida, una huida hacia el olvido de una existencia amarga. Gran y triste relato, María José. Un abrazo de verano.
ResponderEliminarTardo en respirar cuando lo leo. Tardo en leerlo porque vuelvo y tardo en olvidarlo porque es bueno.
ResponderEliminarPor favor, no dejes de escribir.
Bsos de los dos.
Silencio y flores para ese descanso eterno, tan deseado tras una ingrata vida. Muy buen contado, como es natural, María José.
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo.